"Crónicas de Narnia" y una interpretación cristiana
C. S. Lewis: un encuentro majestuoso (Parte II)
Martes 16.5.2023
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Última actualización 3:48
En "Las Crónicas de Narnia: La travesía del viajero del alba", C.S. Lewis, poco después de retratar la realidad cristiana implicada en una escena muy emotiva descripta en la primera parte de esta entrega, ofrece la visión beatífica de los jóvenes viajeros. "Ninguno en aquel bote dudó de que estaba mirando más allá del Fin del Mundo, hacia el país de Aslan", dice el autor. Aslan es el creador de Narnia y es hijo del "Emperador más allá de los Mares", o podríamos decir "que el Hijo procede de Dios Padre".
La figura del gran León es semejante a la de Cristo; esto se ve principalmente cuando se sacrifica para salvar a Edmund en manos de la bruja en "El León, la bruja y el ropero" y posteriormente resucita: "Pero… ¿Qué quiere decir todo esto?, preguntó Susana cuando se calmaron un poco. Quiere decir -dijo Aslan- que, a pesar que la Bruja sabía de la Magia Profunda, hay una magia más profunda aún que ella no conoce. Su saber llega sólo hasta el Amanecer del Tiempo. Pero si a ella le hubiera sido posible mirar más hacia atrás, en la oscuridad y la quietud, antes que el Tiempo amaneciera, hubiese podido leer allí un encantamiento diferente. Y habría sabido que cuando una víctima voluntaria, que no ha cometido traición, es ejecutada en lugar de un traidor, la Mesa se quiebra y la Muerte misma comienza a trabajar hacia atrás".
Volviendo de nuevo al relato aquí en cuestión, el noble Reepicheep (Rípichip) se dispuso emprender el viaje al "País de Aslan": "Dijo adiós a todos, tratando de sentir tristeza por ellos; pero la verdad es que se estremecía de felicidad". Abandonó de esta forma Narnia con alegría inmensa pues comprendió que ese era su destino y que, a pesar de que dejaba a sus amados amigos, entendió que luego los vería, ya que iniciaba la verdadera aventura: "Se desvaneció, y desde entonces nadie puede afirmar que haya visto verdaderamente a Rípichip, el Ratón. Pero yo creo que llegó sano y salvo al país de Aslan, y que sigue viviendo allí hasta el día de hoy". El pequeño y valeroso ratoncito llegó al cielo, es decir a la "eternidad".
La historia con una bella descripción del entorno y del rumbo que tomaron los niños: "No podrían explicar por qué hacían eso; era su destino. Y, aunque habían sentido (y así había sido) que habían crecido mucho a bordo de El Explorador del Amanecer, ahora sintieron justo lo contrario y se tomaron de la mano mientras avanzaban dificultosamente entre los lirios". Lo anterior se podría entender como que el camino que tomaron hasta allí fue producto de la Providencia. ¡No lo podían explicar! ¡Era su destino! El hombre no es quien forja su destino, sino es Dios quien traza el camino a través de los "designios de la Providencia". Seguidamente asevera que los jóvenes crecieron en la nave que los cobijó, pues al enfrentarse a las pruebas que debieron sobrepasar, pudieron forjar su carácter.
La vida, a medida que nos presenta dificultades, nos moldea para dejar de lado lo trivial, es decir aquello que nos lleva por un camino banal, sin sustancia. Sin embargo, en ese momento se acercaban a lo que está "más allá de su vista", se hicieron muy pequeños ante la magnificencia del "País de Aslan", ante el mismo Aslan, "Rey de reyes". Los niños se acercaban: "Pero a medida que avanzaban tenían la extrañísima sensación de que aquí realmente por fin el cielo bajaba y se juntaba con la tierra, un muro azul muy brillante, pero sólido y real, y lo más parecido a un cristal que hayas visto. Pronto ya no tuvieron ninguna duda. Ahora estaba muy cerca". Llegaban por consiguiente a las puertas de la "eternidad" para contemplarla someramente, pues Aslan le mostraba una ínfima parte del misterio para que ellos luego pudieran "trazar su propia búsqueda".
Lo más importante, el punto capital, es cuando aparece Aslan en forma de cordero: "Pero entre ellos y el final del cielo vieron algo tan blanco sobre el pasto verde, que aun sus ojos de águila apenas fueron capaces de mirar. Se acercaron y vieron que se trataba de un Cordero. Vengan a tomar desayuno -dijo el Cordero con su voz dulce y tímida". Recuerden, "Cristo es el cordero de Dios", que fue sacrificado para redimir a la humanidad. Anteriormente se dijo que Aslan se sacrificó para salvar a Edmund y luego resucitó, partiendo la gran mesa de piedra, simbolizando con ello el sacrificio de Cristo en la cruz, su muerte y posterior resurrección.
En el evangelio de Juan, cuando Juan el Bautista vio a Jesús exclamó: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". C.S. Lewis, en su obra dice: "(…) los niños vieron una fogata en el pasto, que no habían visto antes, y un pescado que se estaba asando en ella. Se sentaron y comieron el pescado, con hambre por primera vez en muchos días. Fue la comida más deliciosa que jamás habían probado". Dos cosas se pueden extraer. En primer lugar, se sabe que a partir del siglo II, el pez (ichthys) fue tomado por los primeros cristianos como un símbolo que representa la figura de Cristo. Además de que en varios pasajes bíblicos se alude al mismo. Los discípulos eran en su mayoría pescadores, Cristo manda a los discípulos a ser pescadores de hombres o en el famoso milagro de la multiplicación de los panes y peces, entre otros.
En segundo lugar, se alude a la perfección, a lo excelente: "Fue la comida más deliciosa que jamás habían probado". Todo lo que representa Dios es, sin duda, perfecto. El cordero inocente se transforma en león, es decir en Rey. Cristo al resucitar confirma su reinado sobre la humanidad, puesto que ha vencido a la muerte y redimido en consecuencia a los hombres, asumiendo de esta forma su dominio temporal y el mal, en efecto, no ha de vencer, pues el bien siempre triunfará. La segunda persona de la Trinidad, o sea el "Hijo de Dios", se encarna y hace su aparición en la historia.
Prosigue el bello encuentro con este diálogo: "-Por favor, Cordero, dime si este es el camino para llegar al país de Aslan, pidió Lucía. - No para ustedes, dijo el Cordero. Para ustedes, la puerta para llegar al país de Aslan se encuentra en su propio mundo. ¿Qué? -exclamó Edmundo- ¿hay un camino hacia la tierra de Aslan desde nuestro mundo también? - Hay un camino para llegar a mi país desde todos los mundos, dijo el Cordero. Pero, a medida que hablaba, su blancura de nieve se encendió en un dorado tostado, y su tamaño también cambió, y fue el propio Aslan quien se alzó ante ellos, desparramando luz de su melena".
Quizás esta última sea la parte más difícil de interpretar. Como se ha dicho precedentemente aparece Aslan en su forma natural. En este pasaje los niños ansían a como dé lugar llegar al país de Aslan del que estaban, por cierto, tan cerca. Sin embargo, el León, con extrema sabiduría y conociendo los designios providenciales, les manifiesta que "su camino está en su propio mundo" y que deberán desde allí allanar el camino, de donde ellos son realmente. Y, justamente, en su mundo, su guía no es otro que Cristo.
Entonces Aslan pasa a ser Jesucristo: "¡Oh, Aslan! -dijo Lucía- ¿Nos dirás cómo podemos llegar a tu país desde nuestro propio mundo? - Siempre se los estaré diciendo -respondió Aslan- pero no les diré cuán largo o corto será el camino; sino sólo que el camino va a través de un río. Pero no deben temer, porque yo soy el Gran Constructor del Puente. Y ahora vengan. Voy a abrir la puerta en el cielo y los enviaré a su propio mundo".