Los recuerdos se agrupan con tanta intensidad que la noticia no puede afectarlos, y por eso, querido maestro, te escribiré como siempre, porque sospecho que así seguiremos, espiritualmente unidos transitando el camino que me has enseñado.
Los recuerdos se agrupan con tanta intensidad que la noticia no puede afectarlos, y por eso, querido maestro, te escribiré como siempre, porque sospecho que así seguiremos, espiritualmente unidos transitando el camino que me has enseñado.
Recuerdo la inmensa estatura del profesor de obligaciones y contratos, que los alumnos admirábamos, tratando de encontrar el secreto de poder explicar con tanta sencillez los temas más arduos.
Recuerdo las clases de doctorado, donde nos enseñaste que el Derecho no es sólo técnica, sino que tiene una dimensión política, porque de regular la “polis” se trata. “Estado de derecho”, “protección de los vulnerables”, “buena fe”, son palabras que siempre estarán unidas a tu imagen. Nos decías que debemos lograr que la sociedad hable el lenguaje del derecho.
Recuerdo el placer de escuchar una capacidad de oratoria que hacía emocionar como nadie con esos cierres de pura pasión, y nosotros sin poder contener las lágrimas.
Recuerdo la sutileza de apoyarme sin que me diera cuenta, de hacerme enfrentar desafíos como dar una conferencia sin previo aviso para aprender a improvisar.
Recuerdo que hace treinta años hablabas de crear una cultura jurídica latinoamericana que hoy es una realidad. Así viajamos por todo el país y toda América, con un mensaje que es la llama que nos dejas y que nunca se apagará.
Tu legado es inconmensurable, porque hiciste que la Facultad de Derecho de la Universidad del Litoral sea admirada como un centro de investigación jurídica, que tus libros trasciendan, que tus discípulos sigan tu escuela y que todos los que amamos la ciencia del derecho, hoy nos hemos comunicado para acompañarte.
Recuerdo el amor que tenías por Marcela, y tu familia, que nunca faltaban en tus conversaciones.
Recuerdo tu alegría, tus anécdotas, tu pasión por la vida, por el Derecho y por eso tu ejemplo no nos abandonará jamás.
Ricardo Lorenzetti (Ricardito, como me llamabas).