Los mandamientos de Milei, en el horario propio de una "previa" adolescente
La idea de una “etapa refundacional”, la necesidad de encontrar una nueva épica pos anticasta. Desconocidas y repetidas “gracias”, por “su grandeza” del presidente a los dirigentes políticos presentes.
Si el gobierno libertario tiene éxito y alguna vez hace realidad sus sueños de llevar a la Argentina a la categoría de una potencia en el transcurso de unas pocas décadas, para los historiadores de 2040, 50 ó 60 será realmente complejo explicar cómo fue que el “fundante” Pacto de Mayo de 2024 se firmó finalmente cuando ya despuntaban los primeros minutos del 9 de julio de ese año.
Y sus problemas serán aún mucho mayores para remontarse unos meses más atrás, al primero de marzo del año que, en el discurso de Milei tendrá el carácter histórico de una épica transformadora tan relevante como los de 1810, 1816, 1837 y 1880, en términos generacionales y de hechos políticos fundantes.
Como es su costumbre, comenzó por hablar de la Argentina de “la época dorada”, de los años en los que el país “se codeaba con las naciones más desarrolladas”.
En síntesis, la Argentina tiene (como con Cristina Fernández de Kirchner) un presidente que se concibe y proyecta en perspectiva histórica. Por eso es saludable recordar cuando nació, en términos de su discurso y su impacto en la política argentina, el pacto hoy firmado.
Sin dudas es más que un decálogo o una decena de cláusulas. Son mandamientos que debe seguir la clase dirigente según ha explicado, luego de la firma de 18 de los 24 gobernadores, el jefe del Estado. Usualmente, los fundamentos (la justificación argumental) de un proyecto de ley son anteriores a su articulado y lo mismo pasa con los decretos y sus considerandos y su conclusión: el “resuelve”. Esta vez primero se firmó el acta con rúbricas de radicales, macristas del Pro encabezados por el ex presidente, peronistas no kirchneristas y fuerzas provinciales y luego el presidente explicó lo que ya habían “comprometido” y “prometido” en diez asuntos, la enorme mayoría ya contemplados en la Constitución Nacional o la legislación vigente.
Hacia otro relato
En el discurso del gobierno que apenas tiene unos pocos legisladores propios en el Congreso el Pacto de Mayo nació como obligación de Milei para con la “redención” de la clase política para estar “en la senda de la Argentina”. (El entrecomillado no es parte de algún pobre recurso del redactor, son las expresiones textuales del presidente que llamó a los que no fueron a firmar a “redimirse” si cambian de opinión “sin importar” sus ideas políticas anteriores.
Mayo comenzó en marzo y se concretó en julio. Habrá que ver si dura hasta diciembre. Por lo pronto hoy quedó constituido con los firmantes un nuevo Consejo de Mayo que busca plasmar en leyes concretas los “principios” o las “torres” con las que edificar el país. El mito refundacional habilita la antinomia “progreso vs pasado”, que en Argentina es como decir una quimera versus el fracaso de la dura realidad. Y ha sido útil al poder para lidiar con todas las fuerzas de la oposición que tienen amplias mayorías en el Congreso.
Por primera vez desde un micrófono de un acto oficial no hubo insultos destemplados para los dirigentes políticos sino varias veces la palabra “gracias” por su “acto de grandeza” al acudir al acto y firmar. El presidente solo gritó dos o tres veces su Viva la Libertad Carajo pero fueron los agradecimientos los que concluyeron su mensaje, que recogió aplausos tibios de un público aterido de frío en la calle frente al pórtico de columnas en espiral, de imitación salomónica, de la Casita de Tucumán tantas veces dibujada en los cuadernos escolares. ¿Habrán pensado los diseñadores del acto en una escena para los soportes con que se escribirá o narrará la historia dentro de medio siglo, para cuando “las ideas de la libertad” hayan tenido el éxito del que tan convencido está el jefe del Estado?
Vale la comparación: del recalcitrante mes de marzo de un verano interminable, cuando comenzaron las sesiones ordinarias, tras la durísima derrota del ala dura del gobierno que iba a “domar” a la casta a la chance de “tender una mesa diálogo” con temperaturas también políticas bajo cero hay una distancia de apenas meses.
Javier Milei, presidente de la Nación.
Lisa y llanamente acertó quien le haya aconsejado al gobierno inventar un mito, un decálogo con numerología de mandamientos, de lo que de ahora en más es bueno para el país bajo el pomposo nombre de Pacto de Mayo, en aquel discurso a las Cámaras del 1ro de marzo, ya no de espaldas al Congreso como cuando asumió bajo los rayos de un sol cruel. Hoy el presidente tiene su Ley de Bases y unas reglas de convivencia con la llamada oposición que colabora o es colaboracionista, según se prefiera.
Es un dato central que el oficialismo, además de minoritario en el Congreso, llegó al poder con un sello en las boletas electorales y que recién ahora está en vías de oficializar un partido a nivel nacional. Su capacidad de construir poder parece reducido a unas pocas personas muy cercanas a Milei y a un ejército de miles ¿cientos de miles? de cuentas de personas de ideas fluctuantes, ciudadanos hartos del fracaso anterior del color político que fuera o de perfiles falsos en redes sociales.
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