Por Raúl Lien (*)
Por Raúl Lien (*)
Según los teóricos, sociólogos y diplomáticos de "cuello blanco" de las Naciones Unidas, cuando hay una guerra, un atacante, este ataca con determinada intensidad militar y con acciones simultáneas, los llamados daños colaterales. Ahora bien, se dice que los daños colaterales no son deseados, pero son previsibles que ocurran.
Volviendo a las matemáticas aplicadas, a las acciones de guerra, el Hamás tiene como premisa fundamental, en sus estatutos, la eliminación del Estado de Israel. En sus acciones del último evento, a las pruebas me remito, no sólo planificaron una acción militar contra objetivos militares, sino que planificaron la eliminación indiscriminada de personas, sin discriminar sexo ni edad, violando y cortando cabezas. El daño ha sido tan inmenso que por generaciones se recordará y tardará en subsanarse o en recuperarse.
Pasando a las proporciones, yo le pediría a algún profesional de la información, periodista, sociólogo, filósofo, antropólogo, ciudadano común, que me diga cuál fue el porcentaje de la acción del Hamás de 1 a100? Yo arriesgaría un 90 por ciento. ¿Por qué? Porque dentro de los objetivos cumplidos, no cumplieron con el objetivo fundamental: la eliminación de Israel.
Ahora viene la respuesta israelí. Según los pedidos de algunos, debería haber una respuesta proporcional, pero cuidado, Israel es un país serio y cumple con sus objetivos. Por eso, si el sentido común habla de proporcionalidad… ¿Qué proporcionalidad debemos tomar con los civiles de Gaza?¿Qué acciones militares debemos tomar? ¿Las mismas? Es decir, los mismos objetivos fundacionales del Hamás: la eliminación absoluta.
Pero nosotros no somos iguales. Nosotros les avisamos antes de bombardear. Y gracias a la tecnología desarrollada en el país, les enviamos avisos por papeletas desde el aire. En fin, habrá muertes colaterales, no deseadas. Esa es la proporcionalidad requerida por aquellos "civilizados" que hablan desde alguna oficina con aire acondicionado. Una cosa fundamental: vamos a lograr los objetivos programados en esta guerra, porque la eliminación total y absoluta del enemigo (Hamás) en este caso es el nuevo paradigma.
Muchas gracias a todos los deseos de que estemos mejor y esto se termine, hace poco me entrevistaron de una radio y les dije que como argentino de 67 años, mis recuerdos de guerra se retrotraen a la controvertida guerra de Malvinas y lo que me acuerdo -muy poco- de la guerra contra el Paraguay, por lo leído en los libros de historia.
Israel desde su fundación ha sostenido guerras. En los veintiún años de mi vida en el país he vivido varios eventos trágicos, sumados a todos los atentados frecuentes que no se cuentan como guerras. El sentido de pertenencia, el acompañamiento al compromiso del ejército, que en sus variadas ramas de participación (desde las secciones de combatientes a las secciones de quienes cuidan los cuarteles), hacen que el riesgo sea menor, pero el sufrimiento y el dolor en estos momentos es muy grande.
Sumado a ello está el hecho de la barbarie indiscriminada, sin respetar las "leyes de la guerra", ejército contra ejército. Eso no existió, vimos en directo acciones del Isis (Estado Islámico), de los talibanes, indescriptibles para cualquiera, hasta para aquellos que pueden soportar ver imágenes terroríficas. Necesitamos por parte de todos aquellos que comparten las mismas sensaciones que el pueblo de Israel que difundan y distribuyan información verificada, veraz de lo que está sucediendo.
(*) Santafesino, profesor de Educación Física, vive en Israel desde 2001.