Viernes 1.9.2023
/Última actualización 17:04
Hay algo en común entre las dos figuras políticas que hoy se llevan todas las miradas en Santa Fe. Tanto Maximiliano Pullaro como Omar Perotti confesaron su idea de votar a Javier Milei si sucede el peor de los escenarios respecto de sus deseos en una hipotética segunda vuelta a nivel nacional, en la peleada carrera electoral para la Casa Rosada.
Lo que los une es relevante. Ambos respondieron a una pregunta periodística (ya se verá que siempre fueron expertos en esquivarlas) desde una lógica que parece haber quedado vieja, la de la grieta según sus protagonistas del pasado.
Las oraciones condicionales dominan los títulos de estos días en la prensa política del mapa de la bota, en las cuentas de las redes sociales de quienes critican a Pullaro y a Perotti, y en las de los pocos que los han salido a defender, desde sus espacios. "Si hubiera un balotaje entre Milei y…", se elogia o retruca.
Otro dato evidente: ninguno de los dos Pullaro y Perotti dijo lo que dijo para congraciarse con otros dirigentes de los partidos que los respaldan. Eso sí, habrá que ver cómo les cae a sus propios votantes.
"Si hubiera un balotaje en el que se enfrentaran equis candidato (Massa o Bullrich) y Milei, yo votaría por el libertario", han dicho -palabras más palabras menos- primero el candidato radical de Unidos para Cambiar Santa Fe sobre el postulante del peronismo y luego el primer candidato a diputado provincial por Juntos Avancemos, sobre la ganadora de la interna de Juntos por el Cambio. Al correcto uso del condicional lo ha seguido la incorrección política de quedar pegados a quien se quiere confrontar en octubre en todo el país.
En campaña, Santa Fe vive su penúltima semana, se sabe que todo lo que se diga podrá y será sacado de contexto. Que solo se reproducirá "yo votaría a Milei" para darle estiletazos al rival político ante sus propios seguidores. Pero acaso lo que se ha buscado es tener ese efecto, esas respuestas en un electorado provincial que por infinidad de razones (sobre todo dolorosamente económicas y de fuertes angustias por el futuro) sigue más pendiente de lo que se discute en la Argentina que en Santa Fe.
Debe decirse además que solo aquí los dirigentes políticos más relevantes han optado por decir a quién votarían en el escenario menos deseado por ellos. Los que hasta ahora no lo había hecho han salido prontos a decirlo: en la oposición Clara García dejó en claro que jamás votaría al economista rubicundo e irascible; en el oficialismo, el candidato a gobernador Marcelo Lewandowski. No dijeron por quién votarían si quedaran en el camino a quienes proponen para suceder a Alberto Fernández. En el primer caso, para colmo, la nacionalización del debate deja expuesto que García como socialista apoya a Juan Schiaretti mientras que Pullaro lo hace con Patricia Bullrich.
La idea del mal menor sobrevuela el debate nacional, con las complejidades de dividir por tres. En Santa Fe, en su elección provincial, hubo dos frentes que confirmaron su fortaleza pero acaso se en esas declaraciones se tema ser víctimas de un electorado modificado por la elección nacional, con un padrón múltiplo de tres.
La declaración de Perotti ha lastimado por triplicado a Lewandowski. Por una parte porque deja al peronismo en una situación incómoda puertas adentro (que se mostró con inmediatas réplicas públicas de otros peronistas). Por otra, porque ni siquiera le dio tiempo al senador nacional para aprovechar lo que parecía un error de Pullaro. Finalmente, porque dejó a quien debe ser el candidato más importante de la lista del oficialismo fuera del debate. Hoy se habla de lo que dijo el radical que fue ministro de Seguridad de Miguel Lifschitz y de lo que dijo el gobernador que pronto será el gobernador saliente, no de quien aspira a la continuidad del justicialismo en la la Casa Gris.
Todo indica que -con números de encuestas en la mano- el rafaelino dijo algo que puede ser agradable a los oídos de los desencantados con la política, que ya sienten la seducción de Amalia Granata. La diputada provincial y animadora de programas de vanidades y espectáculos ha hecho una muy buena elección en las Paso.
En 2018, Mauricio Macri fue el primer presidente en impulsar el debate y una ley de derecho al aborto, que no prosperó (él mismo dijo que no estaba de acuerdo). El país se dividió por entonces en dos y cada legislador asumió su posición en el Congreso. Pero en el Senado mostró un perfecto "ni" el hoy gobernador de Santa Fe. Encontró la forma de no quedar teñido de la marea verde y de la bajamar celeste al presentar su propio proyecto, el peronismo santafesino aceptó esa posición de "Corea del Centro". Debe decirse: Perotti siempre fue un experto en esquivar preguntas incómodas. Esta vez, sobre la hipotética segunda vuelta entre el libertario y la candidata de Juntos por el Cambio eligió responder.
A propósito del ex presidente Macri, fue justamente el primero en las filas del partido que lidera en coquetear con el precandidato más votado, seguramente porque en parte la derecha liberal democrática coincide con algunas visiones sobre el Estado con la ultra derecha. Tampoco debería extrañar que Pullaro, el candidato a gobernador del mismo espacio compuesto por el Pro y el radicalismo busque un poco de la magia que parece generar el discurso disruptivo del "León" que propone al resto de la fauna la ley de la selva.
Al diputado provincial que está con el traje de candidato desde hace mucho más que sus rivales, porque sus aspiraciones y sus recorridas por el interior llevan por lo menos dos años, desde 2021, en la penúltima semana incursionó en un terreno hasta ahora desconocido. El de salirse de los límites de lo que -en términos ideológicos- es aceptable para la mayoría de los radicales y para los partidos que forman el frente de frentes. Cuesta entender cómo es que Pullaro, al que le gusta el box, no dejó simplemente que los días pasen sin hacer lo que los buenos pugilistas, cuidar los puntos de las tarjetas y que en los rounds finales el rival no crezca. A veces, por ir a buscar un nocaut se puede recibir cierto castigo. En cualquier caso, de inmediato sonó la campana que tocó Perotti para subirse al ring.