La bofetada de Will Smith al comediante Chris Rock no sólo ensombreció los Oscar, sino que dio la vuelta al mundo y se convirtió en una noticia muy controversial. Este acontecimiento abrió la puerta hacia más debates sobre la libertad de expresión o la masculinidad.
No soy psicólogo ni conozco personalmente a Will Smith para opinar sobre su mente y sus emociones. No obstante, estoy convencido como teólogo de que el ayuno lo hubiera ayudado a no reaccionar de la misma manera. Los musulmanes ayunamos durante el año por un mes entero en pos de fortalecer el auto control y la disciplina.
En el islam se ayuna durante el mes de Ramadán, que es el noveno mes del calendario islámico. Ayunar durante el mes de Ramadán es uno de los cinco pilares de la religión y es un mandamiento obligatorio para todos los musulmanes, aunque se contemplan algunas excepciones. Por ejemplo, están exentos aquellos que estén enfermos o tengan una salud delicada, las mujeres embarazadas o lactantes, niños y adolescentes que aún no alcanzaron la madurez física, mujeres durante su período menstrual o también aquellos que estén viajando. Dichas personas deben recuperar los días perdidos de ayuno con posterioridad o como expiación alimentar a una persona pobre por la misma cantidad de días perdidos.
Ramadán es un mes sumamente importante en la vida de cada musulmán porque durante este tiempo un musulmán no solo se abstiene por un mes desde el amanecer hasta el atardecer de la comida, la bebida y las relaciones sexuales, sino que también se centra en el mejoramiento de su estado espiritual y moral. Por ello, dijo el profeta Muhammad (la paz sea con él):
“Dios no necesita la renuncia al alimento o bebida de la persona que no renuncia a la práctica de la mentira y a las malas acciones.”
El espíritu del Ramadán, con la realización de oraciones intensas, la recitación frecuente del Sagrado Corán y el esfuerzo vehemente contra el propio ego, proporciona a un musulmán la oportunidad de experimentar un renacimiento espiritual. El ayuno no solo requiere que un musulmán padezca hambre y sed, también requiere que la persona se abstenga de todo vicio y maldad.
En conclusión, el mes de Ramadán es la cisma en la vida moral y espiritual de un musulmán. Es el momento de atar a nuestro propio Satanás con el fin de acercarnos a nuestro Creador y amar a su creación, sin distinción de religión y etnia. El ayuno no es meramente una dieta, sino que es un método para vivir en paz.
El siguiente dicho del profeta podría servir no sólo a Will Smith, sino a todos nosotros la próxima vez cuando nos enfademos:
“El ayuno es una protección (contra los pecados). Por tanto, cuando uno de vosotros esté ayunando, que no hable de forma inapropiada ni actué neciamente. Si alguien disputa con vosotros u os insulta decid: estoy ayunando, ciertamente estoy ayunando.”
*Imam Marwan Gill es teólogo islámico y presidente de la comunidad musulmana Ahmadía en Argentina.