Por Daniel Dussex
Por Daniel Dussex
En tiempos de cambios climáticos, incendios y sequías sin precedentes, una voz profética que alertó a toda una generación sobre estas calamidades cuando muchos las negaban, falleció el viernes 4 de marzo. Su nombre: Miguel Grinberg.
Si uno recurre a la Wikipedia para saber quién era este ambientalista y poeta contracultural que despedimos, en los enlaces se encontrarán con el título "larga entrevista en diario El Litoral" que nos lleva a la conversación que pudimos tener con él cuando vino a Santa Fe para presentar su libro "Poesía y Libertad", la experiencia poética propiciada desde las páginas de Eco Contemporáneo, una revista-libro en la que lo acompañaba como secretario de redacción Antonio Dal Masetto.
En aquella entrevista de 2010 repasamos su trayectoria que ya era extensa. "Ecología, rock, poesía y libertad" era el título de la nota. Le preguntamos por esas diferentes temáticas en las que incursionó y nos dijo "se trata de facetas de un mismo prisma". Y agregó: "la naturaleza humana es polifacética, y mi naturaleza fue dictándome opciones que asumí en la plenitud de sus desafíos."
Una de las experiencias editoriales que más se recuerdan de Miguel Grinberg fue la revista Mutantia. Original en su diseño y presentación, fue precursora en la divulgación de temáticas ambientales. Sin embargo, la preocupación por la ecología despuntó mucho antes de Mutantia; en 1969 Miguel Grinberg publicó el primer documento ecologista que se difundió en Buenos Aires. Había descubierto el asunto en 1964 cuando vivía en Nueva York. Al principio, en nuestro país, para los políticos y los medios de comunicación se trataba de un problema que no nos debía preocupar. Era propio de los países desarrollados y no de los nuestros que estaban "en vías de desarrollo".
Hoy en día, el tema está tan instalado en la opinión pública que hasta las mismas empresas que contaminan el ambiente deben ponerse el ropaje de lo ecológico para seguir haciendo negocios. Miguel Grinberg tampoco transó con la comercialización del mensaje que suelen hacer algunas organizaciones que dicen defender el ambiente. En su libro Ecofalacias denunció el poder transnacional y la expropiación del discurso "verde".
Tomando café con él, solía decirnos que una de las ONG más publicitadas a nivel mundial, es un ejemplo de estas "ecofalacias".
Cuando muchos escritores en nuestro país miraban para Europa, el joven Miguel que ya tenía pulsión por la escritura, decide mirar lo que estaba ocurriendo en América y descubre un movimiento de confluencia poética incipiente. En ese espacio también estaban los poetas beatniks, dice Grinberg: "nosotros hacíamos el amor mucho antes que surgieran los Beatles y el movimiento hippie".
El primer congreso de la Nueva Solidaridad, así se llamó ese movimiento poético, se hizo en México, en febrero de 1964. El segundo encuentro iba a producirse en Brasil, pero lo abortó el golpe militar y casi 20 años de dictadura. "Recordemos que a partir de 1965 el terrorismo castrense se impuso en gran parte de América Latina. Pero la solidaridad poética jamás se apagó: al despuntar los años '90, tuvimos otros dos encuentros análogos: uno convocado por Homero Aridjis en Morelia (México) y otro promovido por Allen Ginsberg en Boulder (Estados Unidos)."
Su gusto por el nuevo jazz y el contacto con el movimiento contracultural estadounidense lo acercó a la música sin ser músico. Estuvo en los comienzos del rock nacional en la mítica cueva junto a Moris, Tanguito, Nebbia, Javier Martínez y tantos otros.
Había empezado a hacer periodismo profesional en diario El Mundo y la revista Panorama en los calientes años 60. A fines de 1966 co-participó en la organización del primer concierto grupal de rock argentino, "Aquí Allá y en Todas Partes" con Moris, Tanguito y The Seasons. Produjo el primer demo de La Cofradía de la Flor Solar. Comenzó un programa de rock por Radio Municipal. Produjo los conciertos de Pescado Rabioso-Artaud en el teatro Astral. Se definía como rockero "desde la primera ola porque como dijo Spinetta, el rock es un instinto de vida".
Fue la primera persona que historizó el nacimiento del rock nacional en su libro "Cómo vino la mano", pero lo hizo desde un lugar de privilegio: desde adentro.
En el documental Satori Sur, Federico Rotstein, refleja la celebración que hicieron por sus 80 años y la correspondencia que Miguel Grinberg mantuvo durante años con el poeta Allen Gisnberg y el cineasta Jonas Mekas.
En los últimos años Miguel Grinberg vivía la poesía desde una cotidianidad casi mística, tal vez como uno de sus referentes, el monje trapense Thomas Merton. Era partícipe de una espiritualidad ecuménica y había creado una técnica de meditación holística.
Se lo veía siempre pensativo, rodeado de libros, cuadernos, discos y escritos inéditos.
En una conversación sobre esa espiritualidad que suscribía, hablando de la muerte, nos dijo que no todo terminaba en la nada. Creo que tenía razón, él vivió muchas vidas en su vida y dejó huellas que las nuevas generaciones seguirán recorriendo.
No sabemos si quemó todo el karma, así que probablemente lo encontraremos en algún recodo del cosmos.
En 1969 Miguel Grinberg publicó el primer documento ecologista que se difundió en Buenos Aires. Había descubierto el asunto en 1964 cuando vivía en Nueva York. Al principio, en nuestro país, se trataba como un problema que no nos debía preocupar.
En una conversación sobre esa espiritualidad que suscribía, hablando de la muerte, nos dijo que no todo terminaba en la nada. Creo que tenía razón, él vivió muchas vidas en su vida y dejó huellas que las nuevas generaciones seguirán recorriendo.