Lunes 5.2.2024
/Última actualización 5:04
Desde 1983 hasta hoy viene un pleno de presidentes que suma a Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De la Rúa, el interregno con cualquiera sin el voto directo, después Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Mauricio Macri, Alberto Fernández y el que está, Javier Milei. El año arrancó, como se sabe que arrancó. Y el fin de semana se cerró con el sábado de la Batalla de San Lorenzo, una situación particular y verdaderamente especial.
La Batalla de San Lorenzo está fuera del calendario escolar por cuestiones absolutas: el 3 febrero no hay clases regulares en ningún colegio. No se la evoca como lo que es y la épica donde se ubica no es central para Buenos Aires, desde donde, unitariamente, se resuelven cuestiones que van desde el tibio reconocimiento al general José de San Martín a la reivindicación de otros personajes que fueron soldados por excepcionalidad. San Martín fue soldado por decisión y -de hecho- por formación. Cuesta, verdaderamente, reconocer a San Martin como un militar triunfador que, además, tenía una concepción de Argentina, de América y del poder político.
Esta semana, que comenzó el domingo, pone a los que viven Argentina con la intensidad nacional como el eje ante una sorpresa, es una actitud que debe analizarse incorporando elementos con poco uso en los "pool de siembra conceptual" que se concentran en Buenos Aires. Todo cuanto sucede en estos días es con tal categoría: sorpresa.
Se cita a los gobernadores como actores y algunos lo son. Pullaro debe actuar en el plano nacional con sus votos y el peso productivo de la provincia. Enfrente está Milei y "el peronismo". Pullaro no tiene mucho para elegir. Toda decisión que defienda a la provincia deja sin aliento al peronismo que, desflecado en votos y tardío en conceptualización, no tiene reacciones propias y copia de su pasado, que continúa en derrota. El peronismo provincial no puede articular discurso opositor nacional y/o provincial. No puede. No tiene.
Toda decisión del gobernador que sirva para acompañar a Milei le será cobrada en el futuro; habida cuenta que Milei no tiene representantes provinciales, los que están en nación en su nombre no son de peso específico, y son el radicalismo y el PRO/Cambiemos quienes sostienen a Milei. Todos ellos votaron a Pullaro. Entonces repito un concepto: Pullaro es el gobernador que más votos obtuvo en la democracia provincial, y eso es una espalda y un compromiso.
En menor medida (es decir un triunfo exiguo, por apenas 16.000 votos) el intendente de Rosario tiene un esquema similar. No hay concejales de Milei, pero Pablo Javkin, que esquiva mencionar el tema, es un aliado directo del nuevo presidente, al que suponemos feliz cuando, "espontáneamente", los colegas no le piden al intendente opinión sobre cuanto sucede en la nación con repercusión en la provincia y, sin dudas, en Región Rosario. Deberían hacerlo y Javkin tendría que conversar el tema con los rosarigasinos. Apenas terminen las distracciones periodísticas debería suceder.
Una situación, para Región Rosario, era aquella con Javkin teniendo en línea directa a Omar Perotti y Alberto Fernández, y otra respondiendo a Pullaro y a Milei, al fin y al cabo cercanos en un punto: oposición al peronismo y, sin lugar a dudas, triunfadores. Responsables. Muy responsables. Los tres responderán de cuánto nos pase.
El otro elemento distintivo de esta semana es que ya nadie duda sobre el peso específico de los diputados nacionales. He maldecido, y maldigo todavía, la lista sábana y sin tachas, que es nuestra forma de ocultar inútiles detrás de un nombre conocido, así como de perpetuar bandoleros y corsarios como eficaces navegantes. Los prácticos de río (era una agremiación muy rica y poderosa), que saben esquivar bancos de arena y malas corrientes -y llevan barcos de gran calado a pequeños puertos utilitarios- no son los dueños de esos barcos ni de su carga. Son operadores necesarios que llevan a una pregunta: ¿Por qué barcos de gran calado en sitios difíciles? No tengo respuesta… sin afrontar un juicio por expresarla. Miguel Ángel Pichetto es el gran asombro.
Si en esta Argentina Pos Peste, con el primer presidente de tal característica (afirmo que con él entramos en el siglo XXI) se volvieron visibles los gobernadores y juegan un rol los parlamentarios, en un país híper presidencialista las cosas se han movido de sus lugares; han cambiado los muebles del living. El más importante, el sillón presidencial y cómo llegar a ocuparlo. Allí hubo cambios. Es uno solo, su hermana y cuatro perros clonados. El resto, en el bazar de las ofertas.
Transcribo un diálogo de un reportaje aparecido en Infobae, realizado por Tatiana Schapiro, donde dos personajes dicen lo que sigue:
"- En la obra también imitás a Milei.
Nito: - Sí, apareció Milei. Lo conocí porque fui su primer productor en el teatro. Vino a mi casa y me pidió que lo produzca y lo dirija. Hicimos un espectáculo con Claudio Rico.
Cherutti: - ¿Y sabés qué opina de estar en el escenario ahora, siendo imitado ya como presidente?
Nito: - No, no. Pero era lindo lo que hacía en el espectáculo. Y Karina (Milei) me pidió actuar también. Era muy divertido.
Cherutti: - El espectáculo terminaba con una piñata.
Nito: - ¡Ah! Le pegaba a la piñata del Banco Central. Yo le hacía entrar a dos enfermeros y lo llevaban con un chaleco de fuerza. Y la gente deliraba. Nos pusimos de acuerdo para hacer el espectáculo en el verano, pero después nos peleamos a los gritos en un programa, hablando de política y economía, y ahí se terminó todo. Pero como actor era muy divertido. Y lo iban a ver muchos jóvenes. La verdad que a la Argentina no podés entenderla, como dicen los chicos. Pero a mí eso me parece saludable".
Milei fue un mal cantante de rock con una pequeña banda, fue un actor medianamente simpático junto a Nito Artaza, con quien se disgustó por cuestiones políticas. Lo cierto es que no ignora la canción y la actuación. En "Cantos Íberos", un poeta español de origen vasco expresaba esa situación única de una España de posguerra, atrasada económicamente y sin libertades. Es un trovador, Paco Ibáñez, quien trae algunos de aquellos temas. De Gabriel Celaya, de Luis Cernuda, de Blas de Otero. Publicado en el 1955, hay un poema que, extrañamente, siento como propio, "La poesía es un arma cargada de futuro".
Es Celaya quien allí dice: "Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, más se palpita y se sigue más acá de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmando, como un pulso que golpea las tinieblas, cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades".
En la cuarteta que Ibáñez toma como estribillo, Celaya escribe: "Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica. Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo…" . Y repite: "Estamos tocando el fondo". No puede una poesía solucionar las vidas empobrecidas ni frenar la inflación, pero entiendo dos frases: "…cuando ya nada se espera, personalmente, exaltante" y el cierre: "Estamos tocando el fondo…". Parado en el periodismo, nada más exacto.
Arrancamos febrero en serio. Tal vez sea necesario un coro, si de encontrar una canción que nos haga buscar la superficie se trata. Todos entendemos si alguien remite a Fito, entendemos o entenderíamos: "Quien dijo que todo está perdido…".
Claro, acaso sea mucho atrevimiento si, a quien le cantamos, es a Javier.