Las frases cada vez más técnicas y el empecinamiento por contestar lo que se quiere, no la respuesta a la pregunta, tipifican la actualidad de Javier Milei.
Las frases cada vez más técnicas y el empecinamiento por contestar lo que se quiere, no la respuesta a la pregunta, tipifican la actualidad de Javier Milei.
Desde donde se puede parar un periodista del interior y poca especificidad -esto es desde la observancia de los actores políticos secundarios (concretando lo que somos, el sujeto político de segundo grado que conforma el periodismo, que conformamos), Milei es un componente misterioso de una mágica realidad que Buenos Aires oferta con opción de compra. Última novedad, recién llegado. Poco uso y lo dicho: misterio.
La oferta de Buenos Aires, como eje mediático de Argentina, es necesario reconocerla. Es mágica, pero también es real. El componente fantasioso, de magia, es la falta de racionalidad para la resolución del complicado día a día. Milei encaja perfectamente en el esquema. Debe agregarse lo real, el resumen que las noticias del día por día ofertan, la invertebrada coyuntura, aquella de Ortega y Gasset, define los perfiles: hombre y circunstancia. Todo en las noticias de/desde "Casa Central". Todo espanta. Milei dice su magia: pasará. Ya pasará. Se irán.
Lo inevitable es la huida hacia el cielo; por eso los colegas aceptan que, ante la pregunta coyuntural, sobre qué hacer mañana, el entrevistado responda con teorías sobre el flujo de caja en los países con Banco Central independiente, por citar un ejemplo tan inexplicable para el común que, en cierta forma, reproducen a Moliére.
Moliére se ofuscaba al retratar su sociedad. Tanto su "enfermo imaginario" como el total de sus textos contienen un dejo de enojo y altanería al confrontar al ilustrado con el zafio y al ignorante con el embaucador. Una sociedad irredenta puede ser, ya que en aquella del autor lo fue, un retrato de la que hoy conformamos. No deja de asustar lo dicho: sociedad irredenta. Bueno… ¿Y qué?
El asunto que se advierte como bajando de lo alto, el gerundio es necesario: bajando de lo alto, es un mandato que se nutre en la magia: yo voto a Milei. Falta y falta. Hasta agosto (las Paso) falta el tiempo tan raro de este país que atraviesa las manecillas del reloj con un vértigo así, raro y raro.
Entre las cuestiones que aseguran la rareza de Milei está la falta de enclaves novedosos y potentes en los espasmos territoriales. Las elecciones de cada provincia (vamos, hemos tenido hasta elecciones en algunos municipios, como si fuesen test ante las curvas peligrosas de un autódromo mientras se pilotea un auto nuevo) son muchas y tempranas. Realmente muchas.
Milei no está representado por nadie que diga, en cada espasmo, "soy el candidato de Milei a gobernador". Esto es raro y comporta un hecho a destacar; en rigor, suma al misterio del personaje. No es un fenómeno extendido, es un hecho que desde Casa Central se difunde. Milei es un facto del Obelisco que todos reconocen como posible y legal.
Un taxista me llevaba hacia mi domicilio (los huesos de la rodilla no son lo que eran y las articulaciones menos) y, ante lo que se oía en una conversación en la radio de su auto, me dijo -reconociéndome periodista- "yo lo voto al peluca, les dice la verdad en la cara" (en realidad dijo jeta, pero es muy fuerte)
Un reconocido cirujano, que viaja a operar a Brasil, a un país sudafricano y ha tenido especializaciones en Estados Unidos me preguntó, a mitad de una amistosa charla: "¿Qué opinás de Milei? Lo voy a votar, que mierrr…, así castigamos a estos inútiles… el tipo se la juega".
En la comida semanal de los/las jugadores/as de Buraco en un club social (prestigiosísimo) propusieron un juego, en cada una de las mesas un papel y una lapicera, invitaban a que pusiesen el nombre de quien les parecía que ganaría las elecciones. Los metían en una caja a los papelitos y al final de la partida se leía y se hacía la suma. Mínima broma, encuesta de grupo muy focalizado. Obvio, Milei le ganó a Patricia. Y no había más.
Dos amigos de mis nietos, tres en realidad, se asomaron a la mesa de sobremesa dominical: "Abuelo,... ¿para qué partido juega Milei?". Perdón por el sectarismo y la discriminación. Son relatos, no son encuestas. Son sensaciones. En todo caso, advertido que la magia anda en el aire son mis oídos, con deformación profesional, atentos a qué se dice. El elemental quién, dónde, cuándo y por qué. Milei es la magia convertida en personaje; el personaje en vértigo y el vértigo en imán…
No hay en Javier Milei otra realidad que sus explicaciones teóricas sobre economía, su eslogan de Libertad/libertaria y el indicativo: ellos son "la casta". El Bien y El Mal. Lo escribí antes, en otras notas, pero cualquiera lo advierte. El uso de los medios de comunicación trae otra vez la magia, el arte de birlibirloque. Los alquimistas. La piedra filosofal. Resta el… ¿por qué no?
Hace algunos años, muchos años, tantos que quien escribe era joven, circulaba un chiste con final retardado. Los moradores de un sitio de salud se subían al trampolín y se tiraban a la pileta al alegre grito de: "¡Qué lindo va a estar el jueves!". Un extrañado visitante, al observar lo que pasaba, le pregunta por qué gritaban eso al encargado responsable del lugar y este le aclaraba: "El jueves la llenan, le ponen agua".
Milei es el jueves de muchos que marchan hacia el trampolín para alejarse de desengaños, equívocos, cansancios, desvelos y traiciones. Queda un hito que no se mueve y ojalá no lo hagan. Ojalá no lo "troque" nadie. El voto popular. Cada argentino un voto. Si las mediciones, las predicciones y los cantos son reales un lunes de octubre tendrá que decretarse jueves. Lo aconsejo desde ya.
Hace algunos años, muchos años, tantos que quien escribe era joven, circulaba un chiste con final retardado. Los moradores de un sitio de salud se subían al trampolín y se tiraban a la pileta al alegre grito de: "¡Qué lindo va a estar el jueves!". Un extrañado visitante, al observar lo que pasaba, le preguntó por qué gritaban eso al encargado responsable del lugar y este le aclaró: "El jueves la llenan, le ponen agua". (...) Milei es el jueves de muchos que marchan hacia el trampolín para alejarse de desengaños, equívocos, cansancios, desvelos y traiciones.