Por Ricardo A. Qüesta
Por Ricardo A. Qüesta
La denominada "Ley Ómnibus", presentada por Javier Milei al Congreso de la Nación, tiene artículos que debieran discutirse, porque son inadmisibles y porque tendrían que ser examinados exhaustivamente para bien del país. El hecho de que no sean aceptados no tiene que verse como una oposición destructiva, aquella que se opone a todo sin fundamento. Hay que pensar más bien que el proceder de los diputados -en su mayoría honestos- es un aporte positivo y beneficioso para el país y el buen funcionamiento del Congreso y de las instituciones para el perfeccionamiento incesante de la democracia.
Al presidente Milei no le conviene tampoco asumir la responsabilidad exclusiva de las consecuencias que pudiera tener la aplicación de esa ley sin la aprobación del Congreso, porque en el caso de la reforma laboral sobre la cual hay consenso entre la mayor parte de los empresarios y de la población, si sale por decreto no va a tener autoridad y poder para enfrentar a los gremios que no quieren perder sus privilegios aunque sea beneficiosa para el país y faciliten las inversiones en nuevos emprendimientos y bajen la desocupación; los gremios en su mayoría no ven o no quieren ver la evidencia porque no les conviene a ellos y no les interesa el país.
Sería muy bueno para él y también para el país que no se vuelva egocéntrico y autoritario y querer el solo ser el depositario exclusivo del mérito de que el país comience un proceso de resurgimiento que esta vez parece que va a ser sostenido y sin retrocesos o interrupciones como sucedió con Mauricio Macri que dejó el país en inmejorables condiciones para su desarrollo y sin embargo, y lamentablemente, perdió las elecciones por la difamación de la que fueron objeto su persona y su gobierno, por no haber explicado la desastrosa situación en que tomaba el país y no haber respondido con vigor, firmeza y fundamento las difamaciones de que fue objeto. Pero gobernó con maestría y la solvencia de una persona que desde muy joven dirigió organizaciones teniendo a su lado grandes maestros que lo guiaron antes de su iniciación y al comienzo.
Probablemente no haya en Argentina otra persona con la misma experiencia que Macri, quien dejó el país con un superávit de la balanza comercial de alrededor de 16 mil millones de dólares, superávit fiscal primario y una innumerable cantidad de obras públicas hechas con solvencia, calidad y sin corrupción y una importante cantidad de reservas en el Banco Central. Además reconoció los errores cometidos que fueron solucionados no con la rapidez que hubiese sido necesario, porque se tardó seis meses en lograr que el FMI acepte las bandas cambiarias que proponía Guido Sandleris para intervenir en el mercado de cambios. Una vez lograda autorización del Fondo para implantar esas medidas se logró estabilizar la economía. De haberle concedido el Fondo autorización para hacerlas enseguida que se las solicitó, Macri no hubiese perdido las elecciones y hoy estaríamos en una muy buena situación económica.
Creemos que Macri hizo tanto mérito para cambiar el país que los argentinos deberían reconocerlo y darle una vez más la oportunidad de que vuelva a ser presidente. Es bueno recordar esto a Milei para que lo tenga en cuenta y sepa responder a sus rivales, que querrán hacerle lo mismo o destituirlo. Debe responder a las críticas con serena firmeza, con más razón a las difamaciones; pero siempre mostrarse flexible, calmo, saber escuchar a la gente para introducir reformas a su programa de gobierno y ver entre otras cosas que Macri pudo lograr superávit fiscal, sin dejar de hacer obras públicas.
Tampoco disminuir el presupuesto a las universidades y menos aún al Conicet, al INVAP y a las investigaciones espaciales, para lo cual debe dialogar con los directivos de la CONAE que le expliquen la importancia y utilidad de las investigaciones en materia satelital y poder pronto lanzar al espacio un satélite con un cohete argentino, como está por hacerlo Brasil.
Tampoco es conveniente para el país, ni para el gobierno mismo que se le deleguen facultades por dos años, prorrogables a todo el mandato. Eso entra en contradicción con las ideas de libertad que postuló Milei durante toda su campaña electoral e implica un retroceso democrático inadmisible en un momento en que se debería estar buscando mecanismos y reformas para ir evolucionando a una democracia participativa porque la democracia representativa ha entrado en un descrédito total y progresivo ocaso.
Por lo tanto, lo más conveniente sería que tampoco se apruebe este artículo o que el propio gobierno lo retire. Sería más congruente con las ideas de libertad que Milei se ponga al frente de un programa de transformación gradual y perfectible de una democracia representativa a una democracia progresivamente más participativa para lo cual habría que convocar a los mejores especialistas en ciencia política ,económica , sociólogos, juristas y especialidades afines a discutir en forma multidisciplinaria un programa de reformas para ser luego presentado al congreso de la nación para su discusión y aprobación.
Otros artículos que no deben ser aprobados por el congreso son los referidos a las subas a las retenciones a la soja y otros productos de las economías regionales. Al contrario. Milei debe reunir a los productores y decirles que no sólo no va a subir las retenciones a la soja sino que si ve que los productores incrementan la producción y el empleo se las va a ir reduciendo gradualmente hasta un cierto límite. Además impulsar la producción de abonos de modo de abaratar los costos de éstos insumos. Estas medidas van a contribuir a bajar la desocupación y a traer más dólares al país.
Otra cuestión que debe debatirse es la prohibición de que extranjeros compren tierras en nuestro país. Muchos países, como Japón, Tailandia y otros de Extremo Oriente prohíben a los extranjeros comprar tierras en sus respectivos países, y eso no ha impedido que haya radicación de capitales extranjeros en ellos. Igualmente, algunos estados de Estados Unidos tienen igual prohibición, y si algún extranjero compra, así sea una hectárea, lo obligan a venderla.
También debe discutirse en el Congreso qué se hace con las tierras de extranjeros como los Soros, Tompkins, Benetton y otros que poseen miles de hectáreas cada uno. Lo más adecuado sería darles un tiempo razonable para que las vendan o las compre el Estado, y luego venderlas a ingenieros agrónomos y veterinarios argentinos jóvenes para que las produzcan al máximo, dándole facilidades para ello. Suponiendo que los extranjeros posean dos millones de hectáreas (en realidad serían muchas más, ya que, según estimaciones confiables, alcanzarían un 10 % del territorio argentino) y se entregaran parcelas de 200 hectáreas a cada profesional, serían 10.000 argentinos los poseedores de dichas tierras. Y si cada parcela toma sólo dos empleados sería un total de 20.000 nuevos puestos de trabajo que se adicionan a los diez mil anteriores.
A Milei se lo ve extremadamente estresado, lo que podría afectar su salud. Para evitarlo, tiene que tener confianza en sí mismo y saber compartir responsabilidades. Además, debe dialogar y confiar en sus colaboradores, no infundirles temor para que expresen sus ideas. Y no enemistarse con el Congreso de la Nación; ni verlo como enemigo si no aprueban o modifican sus propuestas, sino más bien como algo necesario para que perfeccionen sus proyectos. Y por encima de todo, debe defender incondicionalmente el interés nacional.
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