Unas horas antes de los festejos centrales de la semana de Carnaval se produjo una declaración del ministro Aníbal Fernández sobre Cristina Fernández de Kirchner, quien en efecto aparentemente se autopercibe proscripta.
Épica farsesca de la proscripción. Banalización de los dramas argentinos y juegos discursivos del oficialismo en el mes del Carnaval. La hora de barrer la hojarasca.
Unas horas antes de los festejos centrales de la semana de Carnaval se produjo una declaración del ministro Aníbal Fernández sobre Cristina Fernández de Kirchner, quien en efecto aparentemente se autopercibe proscripta.
El funcionario se ajustó a lo que dice la ley respecto de los fallos en primera instancia. Dijo que "no está proscripta" lo que equivale a animarse a sostener que "el rey está desnudo" en los dominios del peronismo.
Aníbal fue el primero en hacerlo con todas las letras, frontalmente. No se esperen sutilezas de ese señor aunque tenga sus bigotes más prolijos: encendió la mecha de una bengala de destellos y estruendos en los cielos del gobierno y el oficialismo. Y su declaración completó una secuencia de cuatro intervenciones de distintos integrantes del gabinete nacional, en lo que va de la segunda mitad del celebratorio febrero. Todas distintas.
En un primer turno, Wado de Pedro, Agustín Rossi y luego Aníbal Fernández, es decir, los ministros de Interior, el jefe de Gabinete de Ministros y el titular de Seguridad, opinaron en torno a Cristina y con ello aportaron lo suyo sobre el mito de la victimización de los líderes populares. Seguramente, sus contradicciones confunden aún más al público, que recibe sus voces en el estruendo de los tambores y las proclamas farsescas formuladas dramáticamente, en los altavoces de la política nacional. Cuesta en estos días no pensar en máscaras venecianas, antifaces luminosos de cotillón o en trapitos murgueros de los célebres Payasos de Alto Verde.
Aníbal lo dijo y acusó a los que postulan la idea de que la líder está poco menos que presa en la isla Martín García de querer en realidad "proscribir al presidente".
Un par de días antes, horas después de jurar, Agustín Rossi había dicho lo contrario, ¿o no tanto? "Cristina está proscripta y eso es malo para la democracia", dijo. Pero un periodista le preguntó: "¿CFK puede ser candidata?" y el santafesino respondió: "la vicepresidenta está proscripta por la decisión del fallo judicial. Está proscripta porque ella, inteligentemente, cuando anunció que no va a ser candidata se imaginó que si seguía diciendo que sería candidata lo que iba a hacer la Justicia es acelerar los tiempos y convertir lo que hoy no es una sentencia firme en una definitiva". Que "podía llegar a suceder lo que sucedió con Lula en la primera elección. Él era candidato hasta que no pudo por una decisión judicial. El PT tuvo que improvisar un candidato, que es el actual ministro de Economía, y Bolsonaro ganó las elecciones". En síntesis, CFK "inteligentemente (…) imaginó" que Argentina era Brasil, con bossa, saudade de mayoría, carnaval y todo.
Rossi también sostuvo que sería "singular" que un presidente en ejercicio juegue una interna y advirtió que "no hay inconveniente de que compita en una Paso". El uso de aquel adjetivo es admirable.
Ya había intervenido con su silencio otro ministro, que es el que todo el tiempo debería estar hablando de política partidaria, en nombre del presidente, no de la vice. Pero Wado de Pedro ha hecho saber que si Cristina ha dicho que fue proscripta, lo fue. Y punto.
Curiosamente, las escasas intervenciones del que se supone es el ministro político del titular del Poder Ejecutivo (no de la del Senado) fueron amplificadas por las declaraciones de la última entrevista que el presidente Fernández concedió cuando comenzaba el mes: "no pienso perder ni un minuto para referirme a este tema"; "pregúntele a Wado", le dijo a quien le señaló lo evidente, que ese ministro no es suyo.
El coro no tiene dirección. Los ministros cantan en un mismo espacio político, dentro del propio elenco gubernamental y cada uno define su propia música y letra. Ni si quiera debaten, solo confrontan discursos repletos de imposturas y pretensiones épicas pero son reiterativos y monocordes, como solían ser en los '70 los tambores tristones del carnaval en la Argentina, antes de que se aprenda de nuestros vecinos a sambar y candombear. Sería ciertamente de una banalización lamentable hacer coincidir un operativo clamor con el 24 de marzo. Por suerte ha vuelto Estela de Carlotto, puso las cosas en su lugar.
Hubo una cuarta salida pública ministerial, ya sobre el final del fin de semana largo, a la hora de barrer la hojarasca de papel picado, serpentina, espuma y otros efluvios pegoteados con la resaca musical de alguna cumbia conurbana. Y provino de quien conoce de todo esto y gestiona su "contención" (como se dice desde que se inventaron los planes sociales) en el "territorio", como se dice ahora por casi cualquier cosa para hablar de los pobres sin nombrarlos. La ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, dijo que "el candidato surgirá a partir de las distintas expresiones que tiene el Frente de Todos, pero Cristina Fernández de Kirchner no puede estar proscripta y el presidente Alberto Fernández tampoco", y ciertamente no lo están.
"Todos -dijo la ministra- creemos que la vicepresidenta está proscripta en tanto pesa sobre ella una sentencia que, si bien es cierto que puede ser apelada ante la cámara, entendemos que la Cámara que es la que tiene que revisar la apelación inmediatamente acelera los procesos si Cristina fuera candidata", agregó con la precisión de una vidente. Prefirió callar sobre cuales serían las razones para una proscripción del presidente.