El futuro de la economía argentina está hoy, en realidad desde hace mucho tiempo, en el centro del debate público porque la gente la tiene como su principal preocupación, después de ocho meses de gestión de Javier Milei, en la que una parte importante de los argentinos ha visto deteriorada las condiciones de su vida cotidiana como consecuencia de una pérdida del poder adquisitivo del salario, con caídas históricas en la mayoría de los sectores productivos, fundamentalmente en la industria y la construcción, que impactó en un aumento creciente del desempleo.
En ese contexto, desde distintos sectores de la sociedad con visiones distintas discuten públicamente respecto de qué tipo de país debería ser Argentina y cuáles las políticas que deberían aplicarse para que este se transforme en el que imaginan, mientras no hay día en que no haya una consultora o entidad que publique reportes sobre el estado actual de la economía del país, donde muestran sus preferencias y sus expectativas sobre lo que vendrá.
Mirá también"Diles que no me maten"En este sentido, en las últimas horas, el presidente del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), Santiago Mignone, ratificó el optimismo sobre el futuro del país porque prevén una mejora de los indicadores económicos, tal como lo revela la Encuesta de Expectativas de Ejecutivos de IDEA que presentó, aunque advirtió que hasta que no se quite el cepo de la economía, no habrá nuevas inversiones, sino solo las necesarias para mantener el nivel de actividad.
"Sin una política cambiaria clara y definitiva es difícil pensar en una lluvia de inversiones; sí hay un incremento en una mayor toma de crédito en el sector bancario, inversión de mantenimiento o de crecimiento pero dentro de una lógica de capital de trabajo estable. El resto de las inversiones van a venir por el RIGI que te libera del cepo y da certidumbre o cuando el régimen cambiario sea definitivo", expresó Mignone.
¿Cuáles son las expectativas favorables de los Ejecutivos que participaron de esta encuesta? En primer término que el nivel de expectativa para el año próximo supera los niveles de todas las ediciones anteriores, arrojando el valor más alto desde el 2013 y, pese a la profunda recesión en la que está sumido el país, por primera vez para los empresarios la situación económica estuvo por encima de las expectativas que se habían reflejado en la encuesta del año pasado.
En este contexto, nueve de cada 10 ejecutivos consideró que la situación económica del país estará mejor en los próximos 12 meses en comparación con la actual: el 72 % de los ejecutivos consultados proyectó que en los próximos 12 meses la situación económica será "moderadamente mejor", mientras que el 18 % indicó que será "mucho mejor", mientras que solo el 10 % restante estimó que la situación se mantendrá igual o peor.
"La desaceleración de la inflación, el ordenamiento de las cuentas fiscales y la percepción que identifica cierta tendencia a estabilización de la macro son los factores que más inciden en la evaluación positiva de la situación actual", son las razones que el titular de IDEA enumeró como las causas de esta percepción.
La visión opuesta
Desde otro sector, el Informe de Coyuntura Mensual del Instituto de Trabajo y Economía Germán Abdala publicado este jueves está lejos de la visión optimista de los ejecutivos de Idea respecto de la situación actual y lo porvenir.
El informe indica que después del "volantazo" que pegó el gobierno respecto de su política económica que "con la excusa de cerrar 'la última canilla de emisión', pasó de acumular reservas, a intervenir en los mercados de cambio paralelos"; por lo que resta de 2024 y aun cuando mantenga la misma política "el escenario externo no se verá estresado", pero este exceso de confianza se agotará en 2025, salvo que el blanqueo aporte todos los dólares que necesita. Si esto no sucede deberá salir a pedir prestado para cumplir con sus compromisos o reprogramar sus vencimientos.
Mientras tanto, dice el informe, el ajuste fiscal sigue firme, siendo las jubilaciones y pensiones los principales afectados, mientras el gasto público se encuentra en niveles de 2006, mientras que otros gastos de capital como las transferencias a universidades y provincias están en los valores de los '90.
"Más allá de cuestiones ideológicas sobre el Estado y el sector privado, a una economía con 30 % menos de gasto público le está costando recuperarse de la última devaluación. La caída de la actividad es a su vez funcional al principal objetivo de corto plazo del gobierno: bajar la inflación. Hay algunos esbozos de recuperación en algunos sectores (en realidad ralentizaron el ritmo de su caída), pero el consumo no repunta y la recesión es profundamente desigual", dice.
Finalmente, para los economistas del Instituto Germán Abdala, el plan económico del gobierno nacional no cierra sin una elevada recesión y no tienen el mismo optimismo que los ejecutivos de IDEA porque eso no haría otra cosa que inducir un rebrote inflacionario. Todo esto hace que el poder de compra de los salarios siga por el piso y la recuperación del consumo necesaria para volver a poner en marcha la economía no sucederá por lo que no hay razones para esperar mejoras.
"El enfoque de Milei para frenar la inercia inflacionaria se basa en inducir una caída en la actividad económica. Una recuperación rápida no solo podría incrementar las demandas salariales y trasladarse a precios, sino que también debilitaría el ancla cambiaria. Niveles más altos de producción generarían una mayor demanda de importaciones. Dado el contexto de un BCRA que ya está en una situación delicada, esto resultaría en una menor acumulación de reservas, una brecha cambiaria más amplia, mayores expectativas de devaluación, y, en última instancia, presiones inflacionarias crecientes ", concluye el informe.
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