Por Graciela Pacheco de Barbastro (*)
En menos espacio geográfico que tiene la Argentina, Perú posee todos los climas, todos los paisajes, las frutas que también son nuestras pero no conocíamos y sobre todo... un orgullo bien afianzado por ser un país de leyendas.
Por Graciela Pacheco de Barbastro (*)
Perú es tierra de asombros. Llegar allá es descubrir con propios ojos todos los infundados conceptos que uno tiene antes de conocerlo.
En menos espacio geográfico que tiene la Argentina, Perú posee todos los climas, todos los paisajes, las frutas que también son nuestras pero no conocíamos y sobre todo... un orgullo bien afianzado por ser un país de leyendas.
Como las lecturas que una haya hecho, la definen en gusto y en las elecciones que hace en determinado momento, "El bosque que llora" (1), leído en una infancia devoradora de libros, encaminó mis pasos al reino de la siringa, que casi en estado de concubinato con la Amazonía, parieron ciudades tan increíbles como Iquitos, y en Brasil, Manaos.
El trabajo de campo para el cazador de leyendas es muy fácil, brotan con facilidad en muchas bocas, y como si fuera poco, llegando al parque de la laguna de Quistococha, un gran letrero en la entrada, sobre tablones de madera, cuenta las leyendas que atesora y explica el lugar de sus muchos misterios. Porque leyendas podrán ser, pero periódicamente aparecen víctimas, o desapariciones ante los mismos ojos de quienes estaban mirando.
Algo de eso debe haber ocurrido para que perdure la leyenda, los sucedidos en torno, dentro y fuera, de la laguna de Quistococha.
Quisto significa Cristo y cocha: laguna. Ese nombre dejó escapar otra leyenda de terror y misterio, pero hermanada con otra; "La maldición de Yacuruna"(2).
Pero más que leyenda, este mito pareciera estar alimentado por sucedidos, por casos y también de los cuentos "que dicen las viejas tras el fuego"(3).
Pero para ser veraz, debo decir que las desapariciones han sucedido y que, al tiempo de haber regresado de Perú vi la noticia de la ¿"abducción"? de una docente a orillas de la laguna.
Yacumuna pertenece al panteón mitológico de la Amazonía peruana. Es un deambulador nocturno de ríos y lagunas.
Andariego del agua, viaja montado en un "lagarto" (4) negro. Pero tiene la capacidad y picardía de transformarse en un apuesto joven, salir sigilosamente del agua y enamorar a las muchachas incautas, que caen bajo su seducción.
Muchos aseguran que al igual que el Bufeo Colorado (5) se siente atraído por el olor a la menstruación de las mujeres. El puro y atrayente olor a hembra, a mujer que no puede en ese momento quedar embarazada, aunque caiga rendida ante este ser.
Yacumuna tiene poderes, es amo y señor de las aguas, a él obedecen los animales que viven en ella. Ordena los cardúmenes, conoce las variaciones de la luna, que aprovecha para saber de las crecientes y para estar preparado en luna llena, porque el plenilunio, con esa luz brumosa y plateada, lo atrae a la orilla, a caminar por el poblado, buscando a la mujer que está sangrando en su período, sangre que esta vez será su perdición.
Casada o soltera, virgen o experta, la muchacha no se resiste. ¿Qué palabras engañosas susurra este ser monstruoso? Nadie lo sabe. Tal vez exhala un olor que promete extremos deleites.
Fuertemente abrazados, caminan indefectiblemente hacia el agua. Y entonces, Yacumuna besa intensamente a la mujer, beso largo y poderoso que al mismo tiempo la va sumergiendo en profundo placer y... en profundas aguas del reino poderoso de Yamuna.
¿Muere esta mujer? Aseguran los viejos que no, ¡que se transforma!, logra respirar en el agua y su cuerpo va cambiando.
Pero Yamuna tiene la precaución, en aquellas que detecta que desean regresar a la aldea, en hacer girar su cabeza. Mirando hacia atrás, nunca encontrará el camino.
Hay otras que se transforman en sirenas, ellas tendrán como misión seducir a los hombres para que trabajen en los palacios de nácar que habita Yacumuna.
Si es un cuento de traición oral el que escuché. ¿Cómo termina? No tiene fin. Cuando alguna otra muchacha desaparezca cerca del agua, no faltará quien diga: ¡Volvió Yacumuna a buscar mujer!
Literatura folclórica, folclore literario, oralidad centenaria, cinematografía, novelas, todo escrito, narrado, plasmado en el palimpsesto de los tiempos.
¿Guillermo del Toro escuchó de niño algún sucedido con el Hombre del Agua, se dejó capturar por Creature from the Black Lagoon de Jack Arnold? ¿Leyó la documentada historia del Hombre Pez de Liérganes, Cantabria? Y los video juegos se han inspirado una y otra vez en seres monstruosos del agua.
Pero, ¡a no dudarlo! en cualquier momento estaremos asombrándonos de la noticia periodística. Algún testigo asegurará haber visto a una sirena, o a un hombre con escamas sumergiéndose en las aguas de la memoria.
(*) Presidente del Instituto de Cultura Hispánica de Santa Fe y Triunvira de la Cofradía del Sombrero.
(1) "El bosque que llora". Libro de Vicki Baum.
(2) Yacuruna, en quechua "Yaku": Agua o río y "Runa": hombre o gente; literalmente "Hombre del río", "hombre acuático". Pertenece al grupo de los humanoides piscinos y anfibios (Fish people) del folclore y la mitología. Se conoce como "humanoides anfibios y piscinos" a las personas con las características de peces o anfibios, han aparecido en toda la mitología, la criptozoología, el folclore y la ficción; como Tritón el hijo de Poseidón (Wikipedia)
(3) "Que dicen las viejas tras el fuego". Citado de "Refranes que dizen las viejas tras el fuego" del Marqués de Santillana.
(4) "Lagarto" en la Amazonía peruana así llaman a los caimanes, al yacaré (Yacaré, que en guaraní significa "el que asoma la cabeza", en alusión a su costumbre de nadar dejando ver sobre la superficie del agua sus ojos y el hocico)
(5) Bufeo Colorado: otro ser mitológico amazónico, asociado en realidad con los delfines rosados de río.
En menos espacio geográfico que tiene la Argentina, Perú posee todos los climas, todos los paisajes, las frutas que también son nuestras pero no conocíamos y sobre todo... un orgullo bien afianzado por ser un país de leyendas.
Yacumuna tiene poderes, es amo y señor de las aguas, a él obedecen los animales que viven en ella. Ordena los cardúmenes, conoce las variaciones de la luna, que aprovecha para saber de las crecientes y para estar preparado en luna llena.