Por Carlos Rozen y Leonardo Etchepare (*)
En países donde no existe una intención seria y continuada de luchar contra este flagelo, la suma puede superar el 7% del PBI y el 5% en promedio a nivel mundial.
Por Carlos Rozen y Leonardo Etchepare (*)
El Litoral
La Asamblea General de las Naciones Unidas en una famosa Resolución del 2003 decidió que, a fin de aumentar la concientización respecto de la corrupción, se proclame el 9 de diciembre Día Internacional contra la Corrupción.
Ha transcurrido un año más, y nuevamente sobre esta fecha nos preguntamos ¿Cómo se encuentra la Región en esta materia? Al respecto, un reciente estudio publicado por Transparencia Internacional revela que más de la mitad de los ciudadanos sostienen que la corrupción está empeorando en su país mientras que el 77% de los encuestados considera que pueden marcar la diferencia contra la corrupción.
Dicho de otro modo, creemos que estamos cada vez peor, pero tenemos la convicción de que podemos revertir la situación.
Efectivamente, como docentes de la Certificación Internacional en Ética y Compliance, advertimos un creciente interés por Compliance edición tras edición, no sólo en virtud de los contenidos propios de todo programa sino también en relación a la convicción de distintos profesionales de variada edad e industria- por generar un verdadero cambio cultural.
¿Cómo se explica entonces que estemos peor? ¿Cuáles son los incentivos que debemos entender para actuar de inmediato en esta batalla contra la corrupción?
Entre muchos otros, se nos ocurren:
Si bien es complejo tener a ciencia cierta el monto pagado en sobornos, numerosos estudios estiman que, en países donde no existe una intención seria y continuada de luchar contra este flagelo, la suma puede superar el 7% del PBI y el 5% en promedio a nivel mundial. Sin embargo esto es la punta del iceberg, pues debajo se esconde una maraña de hechos lamentables que afectan a todos gravemente, moral y económicamente, y que el genial Carlos Nino, quien nos abandonara hace más de 25 años, llamó la “anomia boba”. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se calcula que en los países en desarrollo se pierde, debido a la corrupción, una cantidad de dinero diez veces mayor que la dedicada a la asistencia oficial para el desarrollo.
La corrupción es un delito grave que frena el crecimiento económico y social en todas las sociedades. Ningún país, región o comunidad es inmune.
Las organizaciones que cuentan con programas de compliance reales y efectivos para prevenir actos ilícitos no sólo aumentan su valor, sino que además cuidan el activo más valioso, su reputación, el que no sólo despierta interés en inversores sino también en profesionales interesados por aplicar allí sus conocimientos y desarrollar sus carreras.
Pensamos que esto último es extrapolable a un conjunto más grande de ciudadanos, incluso a un país todo. Y esa forma de vivir en el trabajo y fuera del mismo, de inculcar un comportamiento virtuoso, puede incluso ser la llave para transitar por un camino hacia el progreso de una nación.
En general la conmemoración de fechas como ésta tiene un sentido concreto: pretenden llamar la atención de los medios para que recuerden a la opinión pública que existe un importante problema sin resolver. Se busca como fin último que los gobiernos tomen medidas, y entonces se intenta que los ciudadanos conozcan mejor la problemática y exijan a sus representantes que actúen. Así lo dicen muchos de los foros expertos. Sin embargo, no nos conforma que la supuesta solución del problema se base en que el privado le pida al gobernante y ya; sino que, además, pongamos en práctica esa convicción que surge de la encuesta con la finalidad de revertir la situación en la que creemos estar cada vez peor.
La citada anomia boba supone que muchísima gente (incluidos los privados) provocan focos de corrupción de todo tipo y tamaño que erosionan la capacidad de desarrollo de un país.
Si bien es complejo tener a ciencia cierta el monto pagado en sobornos, numerosos estudios estiman que, en países donde no existe una intención seria y continuada de luchar contra este flagelo, la suma puede superar el 7% del PBI y el 5% en promedio a nivel mundial.
(*) Carlos Rozen es socio de la firma BDO y Director de la Certificación Internacional en Ética y Compliance de la AAEC y UCEMA
Leonardo Etchepare es socio de la firma Legal & Ethics e integrante del Comité Académico de dicha Certificación Internacional.