El rostro humano de Mónica en su más genuina expresión. Es la que conserva con el paso de los años en su reducto de San Pedro, provincia de Buenos Aires, rodeada de la naturaleza y los recuerdos de César Mascetti, su gran amor y compañero de esa entrañable aventura productiva. Gentileza El Cronista
Miércoles 9.10.2024
23:10
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Mónica Cahen D' Anvers, la legendaria periodista y conductora de televisión, recientemente premiada por la Academia Nacional de Periodismo, desciende de encumbradas familias, tanto paterna como materna, y ha sido protagonista de un gesto ejemplar que la enaltece. Hija del conde Gilbert Georges Louis Cahen D'Anvers -aristócrata francés- que llegó a la Argentina como director de una compañía de aviación (la Aeropostal, fundada por Antoine de Saint Exupéry), y de la argentina María Elina Lainez Peralta de Alvear, cursó sus estudios secundarios en el Northlands School de Olivos y los universitarios en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Con posterioridad, obtuvo diplomas al mérito en la entrega de los premios Konex en 1981 y 1987 por su labor periodística y veinticinco premios Martín Fierro, a los que debemos agregar el recientemente otorgado.
Cuando Mónica cumplió 18 años edad lo festejó en un castillo francés que había pertenecido a sus antepasados; Pierre-August Renoir retrató a sus tías abuelas; unas rosas llevan el nombre "Condesa Cahen D'Anvers" en honor a su abuela, y su bisabuelo paterno, Manuel Lainez, fundó los periódicos El Diario y El Día de La Plata, además de ser autor de la Ley 4874, de creación de escuelas públicas primarias, que se conoce como "Ley Lainez" y por ese costado fue pariente del gran escritor Manuel Mujica Lainez. Tuvo una vida rodeada de lujos, incluida una niñera inglesa y hasta un chofer, a los que renunció para dedicarse a tareas que completaran su personalidad, como la actuación, decisión que su familia no veía con buenos ojos.
Luego de terminado su secundario en el Northlands School de Olivos se trasladó a Inglaterra para completar sus estudios en la Universidad de Cambridge. Fue allí donde conoció a Iván Mihanovich, polista y arquitecto, también perteneciente a la alta clase social argentina, descendiente de Nicolás Mihanovich, nacido en el Imperio Austrohúngaro, y fundador de la importante empresa naviera que llevaba su apellido. Con Iván, su compañero de estudios, Mónica tuvo dos hijos: Iván (h), músico, y Sandra, la famosa cantante.
Luego de años se divorció de Mihanovich y, más adelante, contrajo matrimonio con su habitual compañero de tareas televisivas, César Mascetti, radicándose al cabo ambos en San Pedro, provincia de Buenos Aires para dedicarse a tareas productivas en contacto con la naturaleza. En el curso de su carrera periodística, el conocimiento de idiomas le dio a Mónica la posibilidad entrevistar a importantes personajes internacionales como Bill Bradlee (el editor del Washington Post que guio la investigación del escándalo Watergate), a Sofía Loren, Henry Kissinger, entre otros.
No hace mucho tiempo, visitó el Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí de Buenos Aires (Cidicsef), en el que disertó Helene Gutkovsky, oportunidad en la que sostuvo que los Cahen de Amberes y los Camondo eran importantes familias banqueras judías ennoblecidas de origen sefardí, condición que se le ocultó hasta los 15 años, queremos suponer que a causa de su niñez trascurrida en plena Segunda Guerra Mundial, momento en el que algunos de sus familiares fueron deportados por el nazismo. El origen sefardí de los Camondo es algo totalmente comprobado por el lado paterno, mientras que esos orígenes fueron más trabajosos de demostrar en el caso de los Cahen D'Anvers, pero uno de ellos se unió en matrimonio con un miembro de la familia del banquero triestino Morpurgo, también descendiente de judíos españoles.
En este punto nos detendremos para resaltar las historias de antepasados de las familias Camondo, Cahen D'Ambers y Reinach que sufrieron la tragedia de la deportación a Auschwitz de cuatro de sus miembros- Beatriz de Reinach y sus hijos Bertrand y León, que fueron asesinados en ese campo, así como de su marido, también apresado cuando trataba de huir a España. Además, en la época del caso Dreyfuss en Francia, particularmente los Camondo fueron vapuleados por una importante ola de antisemitismo, comandada, en cierto modo, por el tristemente célebre antisemita Edouard Drumont. Esa circunstancia tiene que haber impactado fuertemente en los Cahen D 'Ambers, lo que hace totalmente comprensible ese ocultamiento.
Hay que destacar el amor de los Camondo por las artes, ya que fueron coleccionistas en su lujoso palacio, que imitaba "Le Petit Trianon" de María Antonieta en Versalles, y llevaba el nombre conde Moisés de Camondo, edificio que luego fue donado al Estado francés en homenaje a su hijo Nissim, muerto como soldado en la Primera Guerra Mundial. Hoy es uno de los museos más visitados de la Ciudad Luz. En su momento fue un ámbito habitual para la familia Cahen D'Anvers que emigró a la Argentina convertida al catolicismo. Y de esa familia proviene nuestra conocida periodista.
El diario Clarín titula esa historia como "Guerra, desamor y fortuna, y el vínculo con Argentina más secreto de París". Lo de desamor refiere a que ambas familias resuelven casar a su hija, la bella Irene D'Ambers (grafía originaria), con Moisés Camondo, entrelazándose así para constituir lo que en Francia se conoce como "Maisons de Haute Banque". Y al hecho de que, después de casada, Irene abandona a su marido para, luego del divorcio, casarse con el conde Italiano Sampieri y convertirse al catolicismo con la repulsa de su familia. Sin embargo, ese matrimonio la salvó de las persecuciones del nazismo, ya que su nuevo apellido de casada le permitió pasar inadvertida. Suerte que no tuvo su hija Beatrice.
Quiero destacar el gesto de Mónica, al acudir a aquella conferencia, porque además llevó a toda su familia, su hija Sandra y sus sobrinas Dolores y Paula. Como miembro de esa institución, me tocó recibir a su sobrina Paula quien nos dijo que hasta ese momento desconocía su ascendencia judaica y hasta se permitió un gesto de humor con el comentario de que allí encontraba el origen de su amor por la ropa, habida cuenta de que es una conocida diseñadora. Asumir esa genealogía fue un acto de sinceridad, porque podría haberlo ocultado dado que no hay medio alguno que lo informe. También podríamos decir que fue un acto de dignidad. Es que asumir la ascendencia judaica no es algo fácil por razones que serían muy largas enumerar y que excederían este limitado espacio periodístico.
(*) Miembro de honor del Centro de Investigaciones y Difusión de la Cultura Sefardí (Cidicsef).
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