No son islas. Es una palabra que, como todo aquello que se corresponde con los pensamientos mas profundos, significa demasiadas cosas, imágenes, palabras, gestos. Malvinas.
No son islas. Es una palabra que, como todo aquello que se corresponde con los pensamientos mas profundos, significa demasiadas cosas, imágenes, palabras, gestos. Malvinas.
Dos frases escribí con frecuencia diaria en el cuaderno de los primeros grados de la escuela pública, en Santa Fe. "Año del Sesquicentenario del Nacimiento del General San Martín". "Las Malvinas son Argentinas". No había dudas. No las hay.
Vernet, el "Gaucho" Rivero, las historias sobre la Plataforma, el eje del Atlántico Sur, el Krill, la pesca clandestina, demasiadas cuestiones lejanas a mi calle, mi cuadra, mi barrio, mi vida. "Las Malvinas son Argentinas". La frase es una historia de patria. Las cuestiones de táctica y estrategia del mundo van por otro lado. Saber que existen es bueno. Punto. Soy Malvinas.
En el año 1982 escribimos, presentamos, una "Cantata Rosario", relator, cantantes solistas, músicos, el Coral Fisherton. Una vez el relator Ignacio (Nacho) Suriani. En otra oportunidad Quique Pesoa. Autores Raúl Acosta, presente y Néstor Mozzoni, también presente.
El relator arrancaba diciendo: "Es cosa de la memoria andar queriendo olvidar, es cosa de memoriosos no tener qué (otras cosas) recordar…". No hay otra Cantata a Rosario, ni otra Canción al Monumento ("El Monumento a Juan", que después cantó Liliana Herrero). Era parte de aquello. Un mundo que se venía encima. El Mundo Malvinas.
Argentina quiere olvidar el 1982. Elige qué recordar. Selecciona. El autoengaño es nuestra vida diaria. Así somos.
En febrero de 1982 se presentan 12 recitales de "la negra" Sosa, Mercedes, en Buenos Aires. Aparecen los que no podían entrar (ella, ella misma) los escondidos, los que se habían ido, los prohibidos. Es el acontecimiento musical del 1982. Es más. Asombra la distracción, el descuido por aquello que fue.
La movida de Grinbank, la guita, sus juegos de mentira y verdad en las empresas y la música van por un lado y qué me importa; Mercedes. Chau. Otra cosa es otra cosa y a otra cosa… mariposa.
Esos recitales avisan al mundo, abren un mundo. Fusiona el rock, el folk, la canción popular. Charlie y Tarragosito. Todos. Nadie podía y nadie pudo chupar, matar, esconder, dejar fuera de la vida a ninguno de los que "la negra" puso allí, que "Blanqueó". Es el 1982 y cambió todo. El año de Malvinas. Cómo olvidar sin un esfuerzo deliberado… cómo…
Argentina se propone olvidar el 1982 y no quiere que la democracia, florecida en 1983, tenga una deuda con el General Dipsómano. LA DEMOCRACIA (con esas mayúsculas) es intocable pero, vamos, se ata a una cuestión tan delirante como puede derivarse de un bebedor de Old Parr. Soberbio borracho. Seguramente asesino. En ese borracho se acuna, cuando babea al fin de la noche, la democracia que sirve para comer y educar, etc.
No lo vi nunca en directo, pero de su estancia en Rosario, Leopoldo Fortunato Galtieri dejó anécdotas con muchos de mis amigos que sobrevivieron a las persecuciones. Otros no. Ninguna de esas historias es grata, ninguna es buena. Ni siquiera la de los sobrevivientes.
Argentina se esconde y borra las fotos del 1982. La Plaza de Mayo llena de argentinos festejando la Guerra y El Balcón mal usado son imágenes que nadie quiere recordar, que andamos queriendo olvidar, pero… aplicamos los sistemas perfectos. Somos carne de diván. Yo no fui. No estaba. Siempre me opuse. Malvinas está allí. Nosotros estamos allí.
Desde el 1986, por varios años, llenábamos El Monumento con la recordación de Malvinas y Cecilia Petroccelli cantaba, a dúo con un joven cantor, una Carta desde Malvinas, un relato de un joven muerto allá y su madre en tierra firme. "Aquí estoy vivo, en esta tierra donde no muero, soy el que vuelve, soy el que sueña…". Lágrimas en cada 2 de abril a la nochecita.
Los oficiales están muertos o muy viejos y los soldaditos del 82 cargan 40 años más. Un día dejaron de armar los recitales por Malvinas. De a poco se fue olvidando la evocación popular y se convirtió en un reclamo económico. Nunca lo pensé así. No es el dinero. No. Siempre pensé: Malvinas. Hoy la evocación es un negocio. Cobran mucho los artistas por la gesta… hoy. Todos esquivan qué hicieron cuando la colecta, já, la colecta… Cheee ¿te acordás…? Uy. Sí. No me "hagás" acordar.
El 1982 trae otra cuestión que escondemos pero allí está. "No vayás", le dije a una persona amiga mía y con responsabilidades deportivas de alto vuelo. No deberíamos ir, dije por la radio. Pienso aún: no teníamos que ir.
Escondemos el Mundial 82. Locura al galope. Estábamos en guerra bichito de luz, en guerra. Argentina jugaba al fútbol, pateaban a Maradona en el tobillo y peleábamos. Mirábamos un Mundial, donde nos aceptaron como participantes, éramos el último Campeón Mundial. Jugaban con un brazalete. Malvinas. Después el noticiero y los partes del día, optimistas y ganadores. La vida era una película donde participábamos de la misma pesadilla.
El 1982 altera las relaciones con Occidente. Beligerantes. Argentina era un país invasor, es necesario reparar en este punto: nos calificaban de país invasor. Una empresa farmacéutica dejó de enviar insulina y decidieron armar un laboratorio argentino que reemplazase al que traía -importaba- la droga. Una población santafesina fue la elegida para producirla. Ensayamos oscurecimientos. Una cadena informativa daba cuenta de las batallas día por día. Guerra. No era la tontera de los historiadores, la discusión aquella de nuestra definición en el 1944/45/46 y el vaivén pro nazi y pro aliado. Nada. Old Parr. Galtieri. Los otros Generales. La mentira del Ejército. Los partes inventados. Aprendimos lo peor. Se podía mentir, para confundir al enemigo. Nosotros estábamos en Guerra. La Guerra de Malvinas.
En Rosario algunos muchachos inventaban canciones desde el 1980, aproximadamente. En Castellano. Derivados de Canto Popular Rosario, una generación después, atrevidos, eran buenos músicos, muy buenos cantantes pero… dormían sus materiales en las compañías grabadoras pero… pero… pero… se prohíben los discos en inglés, no se difunde más rock del enemigo. Listo. Terminada la cuestión, no se hable más. Aparece La Trova Rosarina. Triunfan. Se quedan. Aún festejan sus 40 años de aquellos discos primeros. Es el 1982. No jodamos. Duele. Es Malvinas.
Quien la haya escuchado sabe de qué se trata cuando vuelve a escuchar: "bajo un manto de neblinas…"
Tengo demasiadas sensaciones juntas, una certeza y una sospecha.
La sospecha: quieren escondernos de Malvinas su mugre y su bajeza y la bisagra que fue para llegar a LA DEMOCRACIA. Quieren viejos soldados emocionados y listo. No fue eso.
La certeza: moriré sin entender porqué razón la quiero si nunca fui, nunca iré y debo insistir: ando queriendo olvidar pero se irá mi vida sin entender porque no puedo, no podemos, digo, mientras sigo en la presunción: no estoy solo en esta niebla que no se asienta. Malvinas…
Escondemos el Mundial 82. Locura al galope. Estábamos en guerra, en guerra. Jugaban con un brazalete. Malvinas. Después el noticiero y los partes del día, optimistas y ganadores. La vida era una película donde participábamos de la misma pesadilla.
Old Parr. Galtieri. Los otros Generales. La mentira del Ejército. Los partes inventados. Aprendimos lo peor. Se podía mentir, para confundir al enemigo. Nosotros estábamos en Guerra. La Guerra de Malvinas.