Allá por el año 2000, de cada mil bebés que nacían en el mundo, 76 morían antes de cumplir los 5 años. Ahora, en cambio, son muchos más los que llegan al quinto cumpleaños. Ahora son 37, de cada mil, los que mueren. La mortalidad infantil de menores de 5 años, entonces, se ha reducido a la mitad.
Esto no es casualidad, ni son sólo cifras. Es el resultado de un plan de trabajo inteligente e incansable, organizado y programado, de muchos agentes sanitarios, especialistas en salud pública, gestores de la sanidad, enfermeras y enfermeros, parteras y pediatras, cuasi-parteras y cuasi-pediatras, médicos generales y cuasi-médicos, madres y padres de familia, vecinos, gente con buena voluntad. Gente que no sale en la foto porque tiene otras cosas que hacer.
La reducción de la mortalidad infantil se registra en casi todos los países del mundo, pero es más marcada, y por tanto más meritoria, en los países de renta media y baja, entre los cuales está Argentina.
Hoy sobreviven entonces muchos más bebés y niños pequeños que hace un cuarto de siglo. Para entender por qué, o gracias a qué hoy sobrevive el doble de chicos hay que observar que buena parte de este logro se debe a las vacunas y a la capacitación de cada vez más personas en la atención de los adolescentes, de las embarazadas, del parto, del recién nacido y del niño que crece.
Más personal capacitado, unos servicios de salud cada vez más accesibles y las vacunas para todos, ésta es la clave. A esta clave hay que sumarle las mejoras socio-económicas en general, pero éstas, por sí solas, no logran tanto como logran todas las medidas en conjunto.
Con respecto a la capacitación, a la formación de nuevos profesionales de la salud, cabe recordar que Santa Fe mantiene activa una amplia oferta formativa. Aquí me permito destacar, por meritorias, las varias sedes que imparten la tecnicatura en enfermería. Me constan sus esfuerzos, y me consta también que no pocos de sus alumnos se han ofrecido como voluntarios para, organizados por los centros de salud, luchar contra el dengue, inminente.
Pronto será primavera, en efecto, y luego verano, y con los primeros calores volverá el dengue, o más bien reaparecerá como quien no se ha ido. El problema no es menor, puesto que el verano pasado no lo fue. Y hay que prever que esta vez puede ser peor. Entonces hay que prepararse, es decir, arremangarse y arrimar el hombro.
Mirá tambiénSobre la violencia infanto-juvenilEl mes pasado, el ministro de Salud de la Nación presentó el "Plan estratégico de prevención y control del dengue 2024-2025". Busqué el plan en internet, pero no lo encontré, tal vez porque la web oficial del Ministerio de Salud sólo remite a un documento que no es el Plan sino un breve resumen, al que consideran "resumen ejecutivo". Pero este es un documento mínimo y defectuoso de diez páginas, dos de las cuales son tapa y contratapa. No constan autores o responsables, ni dice qué instituciones científicas independientes los asesoraron para diseñar las estrategias que proponen. De la única referencia bibliográfica que aporta como fundamento, este resumen le copia textualmente, sin comillas, una frase entera.
Parece poco serio que la autoridad nacional presente un Plan pero que del plan no ofrezca más que un breve resumen. Resulta sospechoso. Tiene que presentar un texto válido y completo para que lo puedan valorar las instituciones científicas, el periodismo y cualquier otra persona. Estoy seguro de que lo hará pronto, puesto que todos tenemos derecho a la información, y a una información creíble y transparente.
El resumen del Plan propone una serie de medidas, pero deja claro que "este documento tiene como finalidad brindar lineamientos que sirvan como base para la elaboración de planes ... según la realidad epidemiológica local". Es decir, no se compromete, sino que sólo ofrece lo que llama "recomendaciones técnicas". Propone, en efecto, "fortalecer la capacidad de atención de los servicios de salud y garantizar una rápida atención a los pacientes", pero no dice cómo ni cuándo, ni con qué, ni con quién.
El resumen del Plan admite que "en Argentina, la situación epidemiológica del dengue ... es compleja dado que existen regiones que se encuentran en constante circulación del virus además de presentar tasas de incidencia y de mortalidad elevadas".
Resulta paradójico comprobar que el mundo lucha con mil esfuerzos para controlar la mortalidad infantil, y lo consigue. Y aquí admiten una mortalidad elevada por dengue pero, no obstante, seguimos en modo foto, en modo silla, en modo sólo papel, sólo palabras, en modo promesa. En modo resumen, eso sí, ejecutivo. Huele a naftalina.
La vacuna Butantán
El resumen del Plan del Ministerio de Salud de la Nación propone vacunar contra el dengue, pero solo de manera "focalizada" y a partir de los 15 años de edad. Entonces no piensa vacunar a los chicos, tal vez porque no le interesan, tal vez piensa que vacunar niños escolares no vale la pena. El ministro de Salud de la Nación es cardiólogo, y en abril de este año afirmaba que la vacuna "no es de utilidad, no es efectiva para mitigar un brote". Se equivoca, y así se lo hicieron saber los que saben.
Pese a las palabras legas del ministro, la vacunación contra el dengue está prevista, y supongo que la de Santa Fe comenzará este mes. La vacuna contra el dengue prevista por la Nación y por la Provincia es la japonesa Qdenga. Es una vacuna efectiva y segura, que se administra en dos dosis separadas por tres meses. Se puede vacunar a niños a partir de los 4 años. La eficacia es del 80% para prevenir los cuadros de fiebre por dengue, y del 90% para evitar la hospitalización por dengue o sus complicaciones. Esta eficacia es similar a la vacuna anti-dengue del Instituto Butantán (Brasil), que aún no está comercializada, pero los estudios, que ya están avanzados y llevan varios años, demuestran que es efectiva y segura.
Según se publicaba en febrero al más alto nivel, la vacuna Butantán demuestra ser efectiva y segura con una única dosis, que se puede administrar a partir de los dos años de edad. Lejos de ser un resumen mínimo, el informe que se publicó sobre esta vacuna está completo y bien detallado, pasó por diversos controles internacionales de calidad, figura quiénes son los autores o responsables, ofrece un correo electrónico para contacto personal y está a disposición de quien quiera valorarlo ("Live, attenuated, tetravalent Butantan-dengue vaccine in children and adults" NEJM, febrero 2024).
Hay que observar que el Butantán es una institución pública de Brasil que tiene más de un siglo de trayectoria y que goza de un prestigio incuestionable. Entre otras cosas, fabrica ocho de cada diez de las muchas vacunas que se administran en el vecino país. La vacuna contra el dengue del Instituto Butantán es toda una promesa, tal vez porque de entrada pensaron en los chicos. Porque son el futuro.
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