Hubo dos estudios científicos para establecer las causas de la masiva muerte de peces en el Salado. Uno fue ordenado por la Procuradoria de la Corte Suprema y su titular, Dr. Jorge Barraguirre, y se encuentra a disposición del periodismo y la ciudanía en general.
La investigación restante fue realizada a expensas del gobierno provincial. La misma está sellada por una cláusula de "confidencialidad" entre un equipo investigador de la FIQ-UNL (que desconocemos) y el Ejecutivo, con lo cual es inaccesible al periodismo, al ámbito científico y, por ende, a la comunidad.
Dada la imposibilidad de contrastar, resultados, métodos entre ambas conclusiones, compartimos la información disponible.
Es por eso que, hasta que no se levante el secreto del informe y se conozca el equipo interviniente en el estudio ordenado por el gobierno provincial, nos remitiremos al pormenorizado trabajo, realizado por científicos de renombre y amplia trayectoria que han rubricado, con su firma, la investigación encomendada por el Dr. Barraguirre.
La aparición de la Procuradoría de la Corte Suprema, como institución activa en asuntos ambientales, visibilizó la precariedad con que los gobiernos abordan los delitos ecológicos, pero además funcionó como caja de resonancia de científicos santafesinos que han dedicado su carrera a investigar el daño y las posibles consecuencias para la vida humana y silvestre que acarrea el profundo cambio en la matriz productiva del agro, la incursión de los transgénicos y la "cajita infeliz" de agrotóxicos que conlleva la efectividad de la producción.
El 19 de enero, pasado, el Dr. Jorge Barraguirre, Procurador General de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, convocaba a una conferencia de prensa para comunicar los resultados de los estudios realizados "tendiente a confirmar las sospechas según las observaciones preliminares de los expertos" en relación a las causas que podrían haber motivado la enorme mortandad de peces en el río Salado, a la vez que afirmaba "creímos que se podían encontrar agroquímicos, pero no en la cantidad que reveló el estudio en cuanto a la toxicidad antropogénica (generada por la actividad humana)".
En la presentación del informe, el Dr. Barraguirre, mencionó a los responsables de la investigación: Dr. Rafael C. Lajmanovich (Investigador Principal del Conicet y profesor de la cátedra Ecotoxicología); la Dra. Paola M. Peltzer (Investigadora Independiente Conicet); y el Dr. Maximiliano A. Attademo (Investigador Independiente del Conicet), en el Laboratorio de Ecotoxicología de la FBCB.
El río "isopado" por especialistas
En la información, de interés público, facilitada a la prensa, literalmente expresa la preocupación de los especialistas por los altos niveles de "contaminación de tipo bacteriológico que se produce por los desechos humanos y animales principalmente, ya que los agentes patógenos se encuentran en las heces, orina y sangre, causantes de muchas enfermedades y epidemias." Los valores hallados son de hasta 10 veces mayores a los establecidos y habituales para el consumo humano en posteriores tratamientos convencionales de potabilización, para actividades recreativas y para el cuidado de la fauna ictícola.
A su vez que reconoce que en las muestras no se detectaron valores, por encima de lo normado, en 11 plaguicidas tomados de aguas superficiales del río.
Es en este punto del estudio en que los especialistas se detienen para analizar la relación de causalidad entre la mortandad de peces, los agrotóxicos hallados y las especies más perjudicadas por el evento.
En el 100 % de las muestras de sedimentos recolectadas se encontraron valores del herbicida, glifosato, en hasta 60 ug/kg -a la altura del Barrio "Los Molinos". 6 veces más del máximo establecido por investigaciones relacionadas a la afectación, grave, de la vida acuática.
Los especialistas resaltan que el 80 % de los peces muertos, detectados en la superficie, son de la especie conocida como "Sábalo" que, precisamente, se nutren exclusivamente de los sedimentos depositados en el fondo de los espejos de agua. La harina de este pez es empleada como alimento para pollos de criadero, que lo comen en forma de pasta, por lo que si estos están contaminados lo propio se traslada a las aves y pueden culminar en los humanos como cadena final del alimento.
Algunos peces depredadores, como el surubí y el dorado dependen del sábalo para su superviviencia por lo que el daño, de su mortandad, es exponencial y traslativa a demás especies ictícolas
Otro de los agentes hallados es el Clorporifós, que, al ser un compuesto hidrofóbico, la persiste en los sedimentos de sistemas hídrico como ríos y lagos. Es muy común desde hace décadas que se lo relaciones como el causante de muertes masivas de fauna acuática en especial de peces.
En peces neotropicales, como lo son los de nuestra región, se han hallado lesiones en branquias, hígado, riñón y encéfalo a concentraciones sub-letales de clorpirifos provocando explosión respiratoria (conocido también como estallido o explosión oxidativa que se caracteriza por un aumento muy violento en la demanda de oxígeno y en el consumo de energía a nivel celular).
Tejidos y vísceras de peces
"En branquias e hígado de Prochilodus lineatus (sábalo) se encontró el herbicida 2,4-D en una concentración de 20 (± 10) ug/kg y el insecticida organofosforado clorpirifos con 80 (± 40) ug/kg.
El herbicida 2,4-D por sus efectos tóxicos y genotóxicos en peces, se puede clasificar como una sustancia muy nociva para los organismos acuáticos (categoría III) siguiendo los criterios de clasificación propuestos por las directivas de Naciones Unidas (ONU, 2011). El 2,4-D se puede considerar como un compuesto que puede causar efectos perjudiciales duraderos para la vida acuática (en especial para peces), de acuerdo con las categorías de evaluación de riesgo de peligro de las directivas de la Unión Europea
El informe, de marras, destaca que "...por último y más importante, se detectó la presencia en branquias e hígado de la especie estudiada, residuos de un potente y letal insecticida organfosforado (OP). El clorpirifos es el insecticida OP neurotóxico de amplio espectro más utilizado en Argentina - principalmente en cultivos de soja, maíz, trigo y girasol - para controlar plagas. Actúa inhibiendo la acetilcolinesterasa y causando la muerte por colapso del sistema nervioso. Debido a sus grandes riesgos para la salud humana y animal (sus exposiciones crónicas pueden causar déficits cognitivos y conductuales) en enero de 2020 la Unión Europea prohibió el uso del clorpirifós".
En tal sentido los especialistas destacan los "movimientos de natación erráticos (convulsivos, torsión eje-axial, aletargamiento y espasmos posteriores) y respiración prolongada en la superficie sobre la margen del río, al realizar la selección de ejemplares para su estudio".
"En los ejemplares sábalos eviscerados, se observó agrandamiento de la vesícula biliar, distensión intestinal sin alimento, hígado amarillento, mientras que externamente se detectó pupila dilatada, hemorragia epidérmica y falta de mucus".
La primera conclusión es de tipo social, cultural y, especialmente, del ejercicio del periodismo como mediatizador entre el saber científico - su vocabulario y terminología- y el público. Los comunicadores podemos ser contaminados, cuando las afirmaciones o la simple descripción es manipulada a partir de la "información masticada" que proporcionan los funcionarios públicos, en temas de gravedad extrema como lo es la desertificación ictícola. Grave porque es público y notorio que se ha acelerado en nuestros ríos durante las últimas décadas, mientras que a marcha pachorrienta se traslada la conciencia social que lejos está de ser la apropiada.
En segundo lugar, podemos celebrar la aparición de instituciones y funcionarios públicos que se involucran, de lleno, en la temática y cumplen su función de unir saberes y popularizarlos -en tiempos de precariedad educativa- dejando al descubierto cierta apuesta, dirigencial, a la ignorancia como patrón de la indiferencia.
Por último y quizás lo más importante, es la toma de conciencia de la magnitud del desastre, su persistencia en el tiempo y el vínculo de este ecocidio que guarda relación directa con la fragilidad del ser humano en su relación con su entorno. El boomerang que esto significa es evidenciable en todo tipo de catástrofes siendo la pandemia, que sufrimos hoy, pasible de ser catalogada como sindemia y relacionada, también, al cambio climático.
Que el discurso gubernamental afirme, temerariamente, que un evento de estas características, sintomatizado en el río, pero perceptible en la sucesión de "emergencias" hídricas en nuestra región, es un emergente que nos está indicando la necesidad de políticas públicas que trasciendan los tiempos electorales.
"...como primera medida de mitigación se plantea la urgente necesidad de aumentar la distancia de los cultivos transgénicos dependientes de plaguicidas de los ambientes acuáticos", culmina el informe de los científicos, hijos de nuestra Universidad (pública) del Litoral.
Difícilmente pueda entenderse, esto, como un daño irreversible a la ecuación económica de la producción agrícola. No es tanto lo que piden, sugieren y hasta suplican los que saben.