Hubo en Santa Fe un grupo de mujeres luchadoras en el arte. Mujeres con temple y fibra, que se movilizaron hace quince años en defensa del patrimonio santafesino. La cuestión patrimonial en la ciudad de Santa Fe es compleja, y a veces indivisa. Cuestiones que recaen sobre la gobernación de la provincia en algunas ocasiones y sobre la municipalidad en otras. En tal sentido, conviene recordar que la capital provincial concentra, en un perímetro realmente muy reducido, numerosas edificaciones que son testimoniales de hace siglos, cuando Santa Fe emergía con su formato ya casi moderno.
Allá por 2008, aquellas valientes mujeres resolvieron adoptar una firme defensa de la vivienda que perteneciera a la protopintora santafesina Sor Josefa Díaz y Clucellas. De ese grupo de entusiastas impulsoras estaba a la cabeza la artista plástica Graciela Amante Frías Pupkin, acompañada por Silvia Bournissent, Lidia Ferré de Peña, Mabel Serafino, Vero Fenoglio, R. Paredes, Cris Vallejos y Manu Canale.
Un abril diferente
Un día de otoño de aquel año, el domingo 14 de abril para ser más precisos, amaneció nublado y frío; gruesas nubes corrían por el firmamento. Algunos sacaron los gamulanes y otros, los tapados. La convocatoria había sido para las 16 en la esquina de San Luis y La Rioja. La situación de la Casa de Sor Josefa Díaz y Clucellas no daba para más: en su interior se notaban las huellas de un incendio provocado por los cirujas y se hacía cada vez más evidente el deterioro de muros y paredes. Esta delicada situación patrimonial fue el punto culminante que llevó a este grupo a proponer una tarde de "protesta activa" y actividades en el lugar.
De la misma manera como los músicos protestan en la vereda del Teatro Colón, los protagonistas de esta historia llevaron sus atriles, dibujos y pinturas para hacerse sentir. La vereda contigua a la tienda "Ultramar" se vio copada literalmente por este movimiento grupal que parecía sacado de una obra de Toulouse Lautrec. El frío que provenía del Puerto de Santa Fe -con escasos ultramarinos- traspasaba los camperones y todo resguardo. Una fría llovizna empapaba la ropa, vulneraba la cinta scotch y aflojaba los cartones. Todo parecía poco ante la ventisca, la humedad y el frío.
Al caer la tarde
El crepúsculo caía aceleradamente por el cielo plomizo. Pero eso no era obstáculo para el grupo, con su idea de instalar los atriles en la ochava y con precarias fotocopias llegar ante las ventanillas de los automóviles. Algunos entendían, otros no. Hubo quienes tocaban el claxon ante esta pintoresca "troupe". A viva voz, las integrantes explicaban: "¡Estamos defendiendo el patrimonio de Santa Fe!".
Se instaló un pasacalle sobre el muro lateral de calle La Rioja. En realidad era una pancarta de color blanco, con letras artísticas hechas a mano por las precursoras. Todavía no era el tiempo del sistema Android y nuestros teléfonos de avanzada solo permitían SMS; en algún caso más de vanguardia, algún mensaje multimedia.
Para esa época, en la que las cámaras no llegaban a la medida de un megapíxel, el envío de una foto de 512 KB consumía los créditos o ancho de banda. En ese entonces se usaban tarjetas prepagas, compradas en los kioscos; si era feriado, o fin de semana, la cuestión se complicaba para encontrar un punto de abastecimiento. Todo lo expresado refuerza la gesta de estas mujeres, que con un sistema primigenio de comunicación lograron reunirse, organizarse y llevar a cabo una verdadera performance en la histórica esquina.
Nudo gordiano
Esta firme y decidida acción, sentó el primer precedente de defensa de este patrimonio. Poco tiempo antes, en diciembre de 2007, Martín Balbarrey había dejado la intendencia en manos del ingeniero Mario Barletta y Hermes Binner había asumido la gobernación santafesina. De esta manera se reacomodaban los esquemas funcionariales que regirían el destino de Santa Fe en el próximo decenio.
La Casa de Sor Josefa Díaz y Clucellas interpela a todos, porque pareciera ser un verdadero "nudo gordiano" en el entramado social e histórico de la ciudad y la provincia. Lilia Valentinuzzi de Pusetto nos da un enfoque preciso de ello en su libro "El Barrio del Puerto", donde brinda, con un pormenorizado análisis y los detalles de rigor, información precisa sobre este enclave cultural. A su vez, para los memoriosos quedará establecida esta fecha, el domingo 14 de abril de 2008, como el día en el que un grupo de valientes levantó la voz en defensa del patrimonio santafesino.