Por la Dra. en Cs. Químicas Noemi Zaritzky de Ghener (*)
Por la Dra. en Cs. Químicas Noemi Zaritzky de Ghener (*)
Télam
La ciencia y la igualdad de género son aspectos importantes para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La comunidad internacional en los últimos años ha tratado de promover la participación de las mujeres en la ciencia. En este sentido el 22 de diciembre de 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia para reconocer la trayectoria de todas aquellas mujeres que han contribuido al avance de la ciencia y la tecnología y además para que exista participación plena y equitativa de las mujeres en esas áreas.
En la actualidad a nivel internacional de acuerdo a datos de la ONU las mujeres sólo representan el 35% de los estudiantes de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas y menos del 30% de los investigadores del mundo en esas áreas.
En Argentina y específicamente en el Conicet, la presencia femenina en la carrera del Investigador Científico es del 53,8% de sus miembros. Sin embargo a medida que se asciende en la jerarquía este porcentaje decrece llegando al 24,51% en la categoría más alta (investigador superior). Tengamos en cuenta que en nuestro país, solamente el 23 % de los alumnos que estudian ingeniería son mujeres y también que una de cada 10 mil mujeres se recibe de ingeniera. Por lo tanto hay un largo camino por recorrer; sin duda la educación es el medio que permite igualar posibilidades de crecimiento en todos los aspectos y tiende a disminuir las diferencias de género.
Sin embargo hay que tener en cuenta que históricamente esto no fue así. En el siglo XI se fundaron las primeras universidades pero las mujeres fueron excluidas de la educación universitaria. Durante siglos, las mujeres han hecho aportes en el ámbito de la ciencia, y en muchos casos, esos aportes han sido muy poco valorados. Marie Curie fue a la primera que se le reconoció su trabajo en el campo de la ciencia y por ello se le otorgó el Premio Nobel en Física y Química.
Se menciona frecuentemente el efecto Matilda, que fue la invisibilización de las mujeres en las llamadas "ciencias duras", lo cual se manifiesta atribuyendo los avances científicos alcanzados por las mujeres a los hombres con los cuales trabajaron. Este efecto fue descrito por primera vez por Matilda Joslyn Gage en el siglo XIX. La historia ha brindado muchos ejemplos de mujeres que han sido claves para la obtención de un premio Nobel y que ni siquiera fueron consideradas. Por ejemplo, el caso de Rosalind Franklin que falleció en 1958, y que no tuvo en su momento el debido reconocimiento como colaboradora principal en el descubrimiento de la estructura del ADN en 1953 y por el cual Crick y Watson, recibieron el premio Nobel en 1962.
También en ese sentido hay que recordar que desde que se comenzaron a entregar los premios Nobel en 1901 solamente el 3% de los premios en ciencias (química, física, medicina y economía) han sido recibidos por mujeres (sólo 25 mujeres lo recibieron).
Una de las iniciativas que sirve para reconocer y dar visibilidad a la labor de la mujer en ingeniería y tecnología, que muchas veces es muy poco difundida lo constituye el Premio Ada Byron. Este premio se originó en la Universidad de Deusto en España y se entrega desde el 2014. En 2019 se comenzó a entregar en México y en 2020 se instituyó en Argentina por iniciativa de la Universidad Tecnológica Nacional y la Universidad Católica de Córdoba. El premio rinde con su nombre, homenaje a una mujer que no fue convencional para su época. Byron también conocida como Ada Lovelace nació en Inglaterra en 1815, era hija del poeta Lord Byron y fue matemática y escritora. Ella desafió las limitaciones que imponía la sociedad de aquel tiempo, al desarrollo intelectual de la mujer y fue pionera en sistemas informáticos y programación de computadoras. Muchos la consideran como la madre de la programación informática.
En noviembre de 2021 tuve el honor de recibir el Premio Ada Byron a la mujer Tecnóloga en Argentina. En esa oportunidad me preguntaron qué significaba para mí ese premio considerando mi trayectoria. Mi formación es Ingeniera Química de la UNLP (1971) en una época en la que pocas mujeres estudiaban ingeniería; Doctora en Ciencias Químicas de la UBA, Profesor Titular de la Facultad de Ingeniería (Universidad Nacional de La Plata, UNLP) y posteriormente Profesor Emérito de dicha Universidad, Investigador Superior del Conicet, Directora durante 13 años del Instituto CIDCA (Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos, Conicet - CIC UNLP); con amplia actividad en la formación de recursos humanos, dirección de numerosas Tesis Doctorales, con patentes y realización de trabajos de transferencia al sector industrial. Además me preguntaron cómo consideraba este premio después de haber recibido reconocimientos tales como haber sido la primera mujer que fue incorporada a la Academia de la Ingeniería de la Provincia de Buenos Aires (1997), la primera mujer que fue Miembro Titular de la Academia Nacional de Ingeniería (2007), haber recibido el premio Consagración de la Academia de Ingeniería (2006); el Premio Consagración de la Academia Nacional de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (2010); el premio Bunge Born en Ingeniería de Procesos en 2015 (siendo la primera mujer en recibirlo en 50 años), el premio Houssay al Investigador Formado (2006) y a la Trayectoria (2015), el premio Investigador de la Nación (2015), el premio internacional TWAS otorgado por The World Academy of Sciences en 2019 en Ciencias de la Ingeniería, Miembro de TWAS (2020), Premio Moulton Medal Award del Institution of Chemical Engineers Inglaterra (2021) entre otros.
Mi respuesta fue que me sentí muy orgullosa al recibir el premio ya que considero relevantes sus objetivos que son: visibilizar la actividad de las mujeres en el campo de la Ingeniería y la Tecnología y además alentar a las mujeres que tienen vocación por carreras tecnológicas a que sigan carreras universitarias en esas áreas del conocimiento en las cuales pueden sin duda contribuir con su actividad al desarrollo tecnológico del país.
La mujer tiene un rol importante en las ciencias y la tecnología en muchos países y también en Argentina. En las últimas décadas ese rol es cada vez más destacado. Esto indica que la mujer tiene que seguir trabajando y esforzándose para ocupar el lugar que se merece.
(*) Investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA, CONICET-EXACTAS UNLP-CICPBA) y profesora titular del Departamento de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata.
En nuestro país, solamente el 23 % de los alumnos que estudian ingeniería son mujeres y solo una de cada 10 mil mujeres se recibe de ingeniera. Por lo tanto hay un largo camino por recorrer.
Desde que se comenzaron a entregar los premios Nobel en 1901 solamente el 3% de los premios en ciencias (química, física, medicina y economía) han sido recibidos por mujeres (sólo 25 mujeres lo recibieron).