Murió Carlos Gabetta. Un amigo. Un amigo rosarino y de izquierda. Fue periodista, escritor, militante y muchas cosas más, cosas que lo ennoblecían. A principios de los años ochenta fue director de El Periodista. Y en otro momemto dirigió Le Monde Diplomatique.
Después está su vida, su afectividad, su inteligencia. La última o la penúltima vez que le escribí a Carlos le conté una historia en la que el protagonista fue su hermano Néstor, cantor de tangos y rosarino.
A Carlos la historia le gustó mucho y yo ahora, en homenaje a su ausencia y en homenaje a aquellos tiempos, a aquellos amigos y aquellas mujeres, la comparto con ustedes.
"¿Sos hermano de Néstor Gabetta? Una anécdota de aquellos años. A fines de 1974 la policía allanó mi casa, en realidad un bulín de estudiantes donde los libros de Lenin y Gramsci se confundían con barajas de póker, algún viejo tablero de ajedrez y panfletos subversivos con alguna carta de amor escrita por alguna mujer con ganas de enamorarse de causas perdidas.
La cana entró luciendo sus habituales buenos modales, pero mi amigo y yo pudimos escaparnos por los techos (increíble los reflejos y la velocidad que teníamos hace cincuenta años) y después los compañeros nos escondieron por un tiempo -hasta que pase la bronca o hasta que los abogados arreglen-, en una casa de campo, cerca de Rincón y no muy lejos del río. Allí estuvimos cerca de dos semanas esperando que se despeje la tormenta (...).
Con mi amigo, conversamos, leímos novelitas menores (no había otra cosa) y nos aburríamos juntos. Y nos aburrimos hasta que encontramos de casualidad una colección de discos del dueño de casa -creo que era del Readers Digest, pero no estoy seguro- y allí fue cuando descubrí al Trío+Tango.
De aquellas jornadas campestres en Rincón, recuerdo el canto de algunos pájaros a la mañana, los lejanos ladridos de los perros, el olor de los naranjos, algunas noches de tormenta, la incertidumbre de que en cualquier momento caía la cana y se podría todo, la dieta de sopas, picadillos de carne y sardinas acompañadas de agua de la canilla.
Y en esa penumbra, la felicidad de los tangos cantados por tu hermano. Curiosa labor proselitista la suya. A mi amigo no le gustaba el tango, pero a partir de ese momento y en ese clima de fugitivos, se hizo tanguero (...).
En la memoria evoco la voz de Néstor cantando "Viejo ciego", "Los mareados", "Nieblas del Riachuelo", "A Homero Manzi", "Tú"....y mientras escuchábamos en un viejo tocadiscos, con la arboleda del patio y el perfume de los eucaliptos como paisaje de fondo, pensaba si este señor Gabetta sabrá que en una casa perdida en el monte y no muy lejos del río, dos subversivos perseguidos por la policía disfrutaban de un momento de felicidad escuchando sus tangos.
Nunca olvidaré ese inmenso sentimiento de saudade que nos dominó un sábado a la noche de luna y brisa del río. Pensaba que mis amigos a esa hora estaban tomando cerveza en los bares de bulevar o preparándose para ir a alguna peña o boliche, o encontrándose con su mina, o hablando al pedo en algún bar, mientras nosotros seguíamos escondidos y solos como unos perros en medio del campo.
Y sin embargo, esa noche precisamente, la voz de tu hermano nos acompañó y nos hizo sentir que a pesar de todo seguíamos vivos y que la revolución y alguna hermosa mujer nos esperaban a la vuelta del camino".