Hay cosas que, entiendo, deben decirse. Isabel fue la Reina de los Piratas. Murió. La India sabe muy bien de qué se trata. Mahatma Gandhi, también. Detalle: es asombroso oírnos y leernos, citamos a Gandhi como apóstol de la no violencia y olvidamos contra quién se rebelaba.
El Imperio es anterior a Isabel. El imperio sigue. Es una de sus características, la expansión. También se sabe: lo que es bueno para el Imperio se sigue, se persigue, se defiende.
Es cierto que a la reina no se la toca. Es una deidad. El protocolo es tanto o más poderoso que el del Papa y vamos, es titular de una Iglesia que armaron para resolver casamientos y sucesiones. Es una reina. Es La Reina. Todo inglés es su súbdito. No son iguales ante la ley.
Alguien tendrá que explicar, psiquiátricamente, la doctrina liberal sobre las libertades individuales y el "Dios Salve a la Reina"… que no es igual ante la ley, es superior y, al cabo, la reina es La Ley. ¿No se ve? Los ingleses son liberales hasta un punto y laboristas a un punto. El reino es el Aleph.
Mirá tambiénVideo: así comunicó la BBC la muerte de la reina Isabel IILa relación del Imperio con el Río de la Plata es anterior a cualquier república y forma parte de una pelea histórica entre aquel imperio español y el inglés. Todos sabemos que el Imperio Británico otorgaba Patente de Corso. Es decir, de corsario. Robaban para la corona. Sir Francis Drake. Un pirata ladrón que robó tanto que lo hicieron Caballero del Reino.
Nada serio provendrá del olvido de estas cosas. Y cuando digo estas cosas hablo de la propiedad, de las riquezas territoriales, del territorio, de sus habitantes, finalmente, de sus vidas. Nuestras vidas. El concepto de propiedad y de libertades es diferente y cuesta, aún cuesta la igualdad.
Sobre finales del siglo XIX y, claramente, sobre el siglo XX el hospital en Montevideo, que atendía a los enfermos que venían de Islas Malvinas, daba una muestra pública de cómo entiende el Imperio las relaciones con este lado del Río de la Plata, muy diferente a cómo actúa sobre la Banda Oriental.
El imperio siempre tuvo los años venideros como proyecto. Podríamos aprender. Usa el pasado como argumento y desarrolla planes para el mañana. Planes. Estrategias imperiales. Eso son: un Imperio. Crecí escribiendo en el cuaderno "Las Malvinas son argentinas". Sé quién fue "El Gaucho Rivero".
Conozco de las impotencias y las excusas, de las estrategias globales sobre guerra y dominación.
Abomino profundamente un circuito nefasto: Leopoldo Fortunato Galtieri y sus decisiones. En la provincia de Santa Fe fue necesario improvisar una empresa/laboratorio farmacéutico porque debido a la "Guerra de Las Malvinas" no llegaban remedios para los enfermos de diabetes. No son humanitarios los imperios y suelen ser inflexibles. Tienen planes. Son previsores.
Murió la Reina de los Piratas. Tiene remplazo. La coyuntura lleva a la exageración. Programas enteros de televisión, suplementos especiales. No lo sabíamos, había un imán debajo nuestro que subyuga, muchos quisieran ser súbditos y cantar el "Dios Salve a la Reina" y también, convengamos, una quita de centralidad a Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, que hace varias semanas es el eje de las noticias desde Casa Central, en Buenos Aires.
Ya la serie sobre La Corona (The Crown) había repuesto la atracción sobre la reina. Se suma a la historia de la princesa que quería vivir (estoy citando el título de un filme con Audrey Hepburn) pero que, en rigor, quería irse al diablo, abandonar esos protocolos que no impedían la traición sino cómo comportarse ante la falsía. Lady Di sirve, aún hoy, a La Corona.
Estaría bueno detenerse en el tema que trae la diferencia. Es protocolo o simple y llana hipocresía, dejar hacer, dejar pasar lo malo porque hay otros fines ulteriores que justifican tanto la traición como la humillación. Es "La Corona". Es otra cosa. Sadomasoquismo. Bipolaridad. ¡Nooo, es La Corona estúpido!
El punto donde corresponde. Visiblemente diferenciada del comportamiento humano. No es inhumano, es superior a la calidad de los comunes (Já. Cámara de Los Comunes) de mortales. El mensaje es claro: es inmortal la corona, al reino no se lo mata nunca. ¿Qué cosa no se entiende de la "inmortalidad"?
El Papa y La Reina son iguales. Se les reza de modo diferente. La sumisión es la misma, es cuestión de fe. Hay una curva peligrosa que debemos advertir. El reinado me asombra, no lo detesto, siento aprehensión. Tal vez una gota de sangre ácrata corre por mis pensamientos más profundos.
No era bueno "Todo el poder a los Soviets". No era bueno. No era bueno Rasputín. No fue bueno. No fueron buenos ni Adolfo ni Benito. Uno muy asesino. El otro, asesino.
No es buena la sumisión ni el tema único. Mucho menos el partido único. Esta semana que pasó entré en flagrante contradicción. Estaba cansado de un tema tratado como un serial infatigable: Fallido asesinato de Cristina (menos mal y gracias a Dios, el Cielo y todos los santos).
El remplazo por la muerte de la Reina de los Piratas trajo alivio a tanta congestión informativa. El suspiro (aliviado, por fin paramos un poco de tanto dar vueltas al magnicidio fallido: repito, gracias a Dios) trajo ése problema. Entender la muerte de la reina Isabel II como un remplazo al tema central y encontrar un respiro.
Si me analizase sería un buen motivo para consultar con el profesional a cargo pero soy muy argentino, a los habitantes de las pampas chatas (diría Brascó) no nos arregla ningún diván.
Es cierto que a la reina no se la toca. Es una deidad. El protocolo es tanto o más poderoso que el del Papa y vamos, es titular de una Iglesia que armaron para resolver casamientos y sucesiones. Es una reina. Es La Reina. Todo inglés es su súbdito. No son iguales ante la ley.
Todos sabemos que el Imperio Británico otorgaba Patente de Corso. Es decir, de corsario. Robaban para la corona. Sir Francis Drake. Un pirata ladrón que robó tanto que lo hicieron Caballero del Reino.