Por Daniel Gabriel Otero | Bloguero y fotógrafo. Miembro fundador del Museo Ferroviario Regional y de la Banda Sinfónica Municipal.
Por Daniel Gabriel Otero | Bloguero y fotógrafo. Miembro fundador del Museo Ferroviario Regional y de la Banda Sinfónica Municipal.
Andrés Alejandro Andreis fue miembro fundador y primer presidente del Museo Ferroviario Regional. Falleció el 19 de julio de 2020, a los 84 años, luego de dar la última batalla contra un fatal ACV. El deplorable estado de la Casa Hüme, habría contribuido a esto último. Peleó en los noventa con el Museo Nacional Ferroviario que quería llevarse los bienes a Buenos Aires.
Andrés creó, casi sin darse cuenta, el primer Museo Ferroviario Federal de la provincia; intentó traer una locomotora a Santa Fe para patrimonio y escribió un libro que fue editado por Extensión Cultural de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en el año 2000. También quiso hacer correr un tren desde Laguna Paiva y San Cristobal a Santa Fe; intentó reactivar ramales y preservar la Estación General Manuel Belgrano como estación de cabecera, y hasta quiso volver a utilizar los ramales a puerto.
Lamentablemente para él, las cartas del siglo XXI ya estaban echadas, y los actores en silencio ya fileteaban sus garabatos en dossiers con números y fideicomisos: sonaba más pintoresco un "Puerto Madero" que una estación fluvial que compitiese con los puertos de Rosario -que generan trabajo a miles de personas-, y un Centro de Convenciones en lugar de una estación de trenes que fue cabecera de una red ferroviaria que llegó a tener más de 34.000 kilómetros de extensión (ocupando el segundo lugar en Latinoamérica).
Una curiosa paradoja enmarca la lucha ferroviaria que encabezaba Andrés. Los gobiernos locales que en su momento contribuyeron a sepultar las vías de los ferrocarriles y el transporte ferroviario, hoy se sientan sin problema a la mesa de las negociaciones nacionales, para ver cómo el incipiente programa de recuperación nacional de vías férreas puede alivianar y solventar los costos de transporte en la región. Todo ello, ante la agonía del transporte en colectivo y el certificado de defunción del camión, sistemas residuales dependientes de un combustible fósil que parece haberse "detonado" con la guerra en Ucrania y aporta sus decimales en la inflación diaria en la Argentina. Santa Fe pudo haberse salvado de eso, pero la indolencia y visiones acotadas pudieron más.
El libro de Andrés Andreis editado por la UNL se titula "El ferrocarril. Lo que el tiempo no borró". Hacia 1999, Andrés sintió la necesidad de condensar en un trabajo escrito todas sus historias. Dueño de una memoria prodigiosa, me encargó personalmente ese proyecto.
Todo el material que formaría parte del libro provenía de su propia producción para un programa que se emitía a través de una frecuencia modulada y que estaba a cargo de un productor/locutor de apellido Meyer. Hombre afín a los licores, este último, cada tanto pasaba a brindar por las tardes por el museo. De esa forma, los rieles, la vida, el amor, la poesía, pasaron a ser motivos para alzar una copa y empezar preparar el programa para cada domingo.
Por ese entonces, Florencia Núñez (flautista) integraba un grupo de cámara que ensayaba en los altos del museo ferroviario. Su padre, Rubén Núñez, era el titular de la Asociación del Personal No Docente de la UNL (APUL).Durante una visita al museo se ofreció para interceder ante Extensión Universitaria, de la cual era secretario José Corral. Así, en una audiencia con el mismo -enfundado en un riguroso traje gris- , la UNL decidió encarar la primera impresión del libro, con 2.000 ejemplares. El título y la portada del libro fueron diseñadas por quien esto escribe.
El libro "Lo que el tiempo no borró" fue presentado en el año 2000 en las instalaciones de APUL, coincidiendo –justamente- con la inauguración de la nueva sede institucional. Fue cortado el tránsito en toda la calle, y decenas de invitados formaron a lo largo de la misma. Junto a Rubén Nuñéz y Andrés Andreis también estaba Jorge Obeid. Los tres fueron los oradores de esa jornada.
El ferrocarril estaba ya destinado a entrar en la historia y el fundador del Museo Ferroviario lograba meter "una cuña" en el contexto regional y nacional, creando lo que para nosotros era un verdadero "best seller", que fue un "manjar" para los profesores de Historia de la UNL, alumnos, conductores de programas y la gente común. Un año después, la APUL se encargó de hacer la reimpresión de esta importante obra.