Sábado 4.11.2023
/Última actualización 14:26
Allá por los años ochenta, en Santa Fe había muy pocas cosas para decir del arte. Todo en la ciudad se movía en un rígido esquema montado por las autoridades de un gobierno de facto que agonizaba. Roberto Enrique Casís le entregaba su mandato a Exequiel González Bertero, quien conduciría la transición hasta el momento en el que asumió como lord mayor de la ciudad Tomás Camilo Berdat.
En ese marco de inundaciones y festivales, una institución señera en la ciudad, el Liceo Municipal Antonio Fuentes del Arco, formaba jóvenes. Entre ellos, Nury Guarnaschelli y quien esto escribe. La santafesina, nacida el 15 de noviembre de 1966 en la capital provincial, puede decirse que dejó el biberón para tomar la boquilla del corno.
Nury Guarnaschelli en un paseo marítimo junto a su esposo Rudi -también músico- y su hijo Michael.Antes de los 8 años, su mundo se transformó por la magia sutil de su abuelo: el venerado maestro Antonio Di Biasio. Quedan para el recuerdo, sus blancas sienes en la sinfónica, entrando a la Sala Brahms con su corno Kalyson y sus carpetas bajo el brazo, mientras su figura zigzagueaba entre pesados atriles con pie de fundición, cuyas enhiestas maderas, enlacadas con oscuros barnices, sostenían la "partichela" con alguna ópera de Giuseppe Verdi o Gaetano Donizetti.
Infante con cuna de pentagrama
"Mi primer corno no tenía marca. Lo que sí recuerdo, es que tenía un agujero en la campana", cuenta Nury a través de la videollamada. A través de la pantalla se alcanzan a ver los caballos de su granja en Alicante (España) en donde entre perros y galopes transcurre su vida, la que alterna con su propia academia para cornistas, que van a perfeccionarse. Hizo un sello de Santa Fe para Europa: la Brass Academy.
La vida de Nury se pobló tempranamente de corcheas y semifusas. Su estuche marrón del corno con su maleta, pasó a ser la divisa en los aeropuertos. Mate por medio, ella misma nos narra emocionada sus primeros pasos. Desde 1979 hasta 1984 cursó estudios en Buenos Aires con el maestro Guelfo Nalli, pero en 1981 fue becada en Nueva York para estudiar con el maestro Antonio Iervolino.
Papá y mamá dejaron sus ensayos en la sinfónica para acompañar a su hija, solicitada por Euterpe, en esta aventura por las tierras americanas. Justo en ese año, en la costanera, hacía su presentación inicial la Banda Municipal de Santa Fe, instancia superadora de la Orquesta Juvenil del Liceo Municipal, que afiló las garras de los pequeños leones instrumentistas que después pasaron a ser verdaderos gladiadores en los orfeones del mundo.
Algunos de los maestros en el liceo eran, entre otros, María Esther Ianelli de Vaca Cardozo (Audio Perceptiva e Historia de la Música), Juan Mannarino y Neda Giaccomino. La institución funcionaba por aquel entonces en calle San Martín 2084/2086, con una voluminosa escalera en caracol que había que transitar para llegar al piso superior. Contiguo al sur estaba el Museo Sor Josefa Díaz y Clucellas. Con la firma en la cerámica de Juan Ramón "Peti" Lazzarini, el olvidado por las gestiones.
Una familia diferente
La familia Guarnaschelli entró en la historia grande santafesina con letras de oro. Su papá, Rubén, fue un cellista y director de coros que paseó los repertorios más variados de la música por toda Europa. Su madre, Vilma Di Biasio, fue solista de viola en la sinfónica local. Guillermo Bonet Müller marcaba al aire los dos tiempos, buscando una "anacrusa", o un tiempo "tético", que pondría de manifiesto la plena vigencia de la teoría de la música de Alberto Williams, que por entonces era destronada sutilmente por el método Maurice Martenot y la polirritmia, los cuales ingresaban por un imaginario arco de triunfo al liceísmo municipal, de la mano de Vaca Cardozo.
Paul Hindemith detrás de un piano, también hacía de las suyas. No sin la anuencia implícita de Nicolái Rimski-Kórsakov. Casa Camussi proveía de ediciones europeas a Santa Fe y el sello Ricordi era gobernanza en nuestra comarca de los ochenta.
Berlín en los 80 y el muro de la discordia
Nury pone un VHS en donde se puede ver cómo era la Alemania que le tocó vivir en los años 80. Mucho pero mucho antes del derrumbe del muro que separaba las dos Alemanias, la santafesina ya estaba becada por la Academia Karajan de la Filarmónica de Berlín bajo la guía del maestro Gerd Seifert. Esto sucedió entre los años 1984 y 1986. La máxima exponente del corno muestra los pasajes de subtes que se usaban para cruzar de un lado al otro.
Para llegar a la parte oriental de Berlín era indispensable tener visa -cuenta la entrevistada- cruzando por "estaciones fantasmas". Un guardia imaginario abre un atado de 43/70 extrayendo un casette TDK entre sus ropas. Wolfang Amadeus Mozart vio revivir a través de la santafesina sus mejores obras. Y fue la filarmónica berlinesa con las batutas de Herbert von Karajan, Lorin Maazel, Ricardo Mutti, Maris Jansson, Daniel Barenboim, James Levine, Claudio Abbado y Sergi Ozaw.
Su hoja de vida es prolífica. Formaciones orquestales dirigidas por el maestro Alberto Lysy en el Teatro Colón de Buenos Aires, Festival Menuhin de Gstaad, Ginebra (Victoria Hall), Londres (Queen Elisabeth Hall) y España , actuando en los festivales Torroella de Montgri y Wien Modern.
El mar, en compañía de Rudi y Michael
Cruzando el albardón de los 50, Nury vive desde hace un tiempo en España, donde creó su propio reducto, rodeada de palmeras, caballos, la naturaleza y cerca de la inmensidad del mar, a la vez que dio a conocer su particular estilo de enseñanza. Solo sale para conciertos y clases magistrales de su escuela. Y en ese mar tan azul, que contrasta con las turbias y marrones aguas de la Setúbal -que dibujara Juan Arancio y pintaran César López Claro o César Fernández Navarro-, ella navega cada tanto en compañía de su hijo Michael y su esposo Rudi (nacido en Austria), de profesión trompetista.
Eolos, empuñando una zampoña imaginaria cual un George Zemfir, trae cada tanto la melodía de "Le mer", de Claude Debussy ("Tres bocetos sinfónicos para orquesta"). Curiosa comparación: Debussy no le puso número de opus a sus obras; Nury no le pone un número a sus millones de reproducciones en youtube. Tampoco le ha puesto número o límite a los interminables días, horas, meses, que duró esta entrevista, la que se originó hace bastante, en la Argentina del ayer. Una Argentina que hoy ya no existe.
(*) Bloguero y fotógrafo.