Hasta hace un tiempo, en los libros y manuales de psicología se hablaba de un periodo entre los 6 y los 12 años, en que la infancia transcurría de un modo apacible… Esto ya no es así. Los niños de este siglo crecen de un modo distinto.
Hasta hace un tiempo, en los libros y manuales de psicología se hablaba de un periodo entre los 6 y los 12 años, en que la infancia transcurría de un modo apacible… Esto ya no es así. Los niños de este siglo crecen de un modo distinto.
En términos generales, podríamos decir que a estos niños se les hace más complicado el quedarse quietos, controlar sus impulsos, bajar un cambio y, por cierto, eso repercute en que sean fácilmente estigmatizados y generen rechazo a su alrededor.
El punto es que la posibilidad de un niño se relacione con sus acciones de acuerdo con la serie causa-efecto es tardía y, en esta clase de chicos, ocurre que una vez dado el episodio son capaces de pedir disculpas y, por lo tanto, todo da la impresión de que entienden, pero en verdad ese pedido de perdón es para anular lo acontecido, no para asumirlo.
Nos escribe Fernando (39 años, Río Grande): "Hola Luciano, te escribo por mi hijo de 8 años, por el que estoy muy preocupado, porque se mete en una detrás de otra. Con mi mujer ya no sabemos cómo retarlo. Y yo a veces hasta tengo miedo de que se me vaya la mano. Te juro que me cuesta mucho no sacarme. Pero es muy desafiante y agresivo, siempre hace una de más y cuando le querés poner los puntos redobla la apuesta. Te diría que es insoportable, si no fuera porque es mi hijo. Es que por donde pasa produce un terremoto. La verdad es que muy difícil. Espero que puedas decirnos algo para ayudarnos."
Querido Fernando, muchas gracias por tu mensaje. Nuevamente la tuya es una consulta que se hace eco con las de otros lectores. Me va a costar decirte algo muy específico, porque es un poquito de material el que tenemos; pero si me voy a animar a generalizar es para que la respuesta sea útil también para los demás.
Primero que nada, entiendo la dificultad de que me hablás. Hasta hace un tiempo, en los libros y manuales de psicología se hablaba de un periodo entre los 6 y los 12 años, en que la infancia transcurría de un modo apacible… Esto ya no es así. Los niños de este siglo crecen de un modo distinto y esto se comprueba en lo que vos me contás.
En términos generales, podríamos decir que a estos niños se les hace más complicado el quedarse quietos, controlar sus impulsos, bajar un cambio y, por cierto, eso repercute en que sean fácilmente estigmatizados y generen rechazo a su alrededor. Esto último es algo que vos mismo sentís y yo te agradezco que seas honesto como para contarlo.
Te lo agradezco, querido Fernando, porque en la medida en que lo comentás tenemos la chance de hacer algo. Un gran problema hoy en la relación entre padres e hijos es que cueste decir que un niño puede volverse insoportable; el punto es que esa sensación se reprime y se compensa reactivamente con un amor impostado, para esconder la culpa que produce sentir que se lo rechaza.
Ahora bien, este amor impostado no es más que la prolongación del rechazo con el que no se quiere saber nada y, creeme, nada bueno nace de un amor basado en la culpa. Cuando no se puede asumir el conflicto en la relación con un hijo, va todo "bien" (muchas comillas) hasta que de vez en cuando la cosa explota. Es lo que me contás de que te cuesta no sacarte y hasta tenés miedo de que se te vaya la mano.
Gracias por contar todo esto, Fernando, porque estoy seguro de que esta respuesta será la vía para no ocurra ningún exabrupto. Y ahí sí, voy a circunscribir mi respuesta a lo que me importa concretamente de tu consulta. Decís que no sabés cómo retar a tu hijo y así es que se me hace la idea de que seguramente, cuando se manda alguna, tratás de que él entienda cuáles fueron las consecuencias de su acto.
El punto es que la posibilidad de un niño se relacione con sus acciones de acuerdo con la serie causa-efecto es tardía y, en esta clase de chicos, ocurre que una vez dado el episodio son capaces de pedir disculpas y, por lo tanto, todo da la impresión de que entienden, pero en verdad ese pedido de perdón es para anular lo acontecido, no para asumirlo.
Me explico mejor. En este tipo de casos, es mucho más importante el trabajo a partir de la anticipación, mucho más que sobre lo que ya pasó, porque es irremediable. No conviene la pregunta que pide explicaciones (del estilo por qué hiciste tal o cual cosa) sino la orientación hacia futuras situaciones (esto ya está, ahora para la próxima). Porque sin darnos cuenta, por la impotencia que sentimos, los adultos podemos suponer que el niño es un sujeto moral que aún no es.
¿Y cuál sería el problema de esto último? Que lo haremos sentir una culpa por la que no puede responder, salvo actuándola y generando nuevas situaciones, que a su vez entran en la serie complementaria con el rechazo que nosotros sentimos. Por lo tanto, tenemos un combo explosivo. Mejor frenar un poco antes y, en particular, desarticular también la sensación de que nuestro hijo es un incontrolable –sobre todo, creo que aquí juega también la comparación implícita que hacemos con nuestra infancia, cuando las cosas eran muy diferentes.
Es muy gráfica la imagen del terremoto. Reconozco que otros padres usan expresiones similares: tornado, huracán, tsunami. Las escuché reiteradas veces en estos años, por eso me parece que vale la pena pensarlas. En principio, porque nombra un proceso natural, es decir, el niño ser convierte en una fuerza impersonal y ajena cuyo estrago solo queda soportar. Es importante, el modo en que hablamos; moldea cómo vivimos.
Para concluir, entonces, cuando estés a punto de perder el control vos y hasta creas que tu hijo te hace las cosas a propósito, te recomiendo que nunca te olvides de que se trata de un niño. Mirá el tamaño de sus hombros y la longitud de sus piernas, te vas a dar cuenta de que en su interior no cabe ninguna catástrofe. En todo caso, aceptar que los niños de hoy tienen otros tiempos y condiciones, ayudarlo a que regule anticipadamente las situaciones, incluso si a veces no lo consigue, es el camino. No solo para que él de a poco pueda vivir más tranquilo, sino para que el vínculo de ustedes sea de amor cierto y profundo y no culposo.
Para comunicarse con el autor: lutereau.unr@hotmail.com