Un cambio en un hijo siempre nos despierta dudas y preocupaciones. Es significativo, porque impone la necesidad de que nosotros nos pensemos a nosotros mismos, además de a ellos.
Si el desarrollo de un niño acontece de manera saludable, podemos estar seguros de que incluso a una edad tan temprana como la de 4 o 5 años, su vida ya no podrá explicarse linealmente a partir de sus padres, sino por rasgos de personalidad que fue adquiriendo por su propia cuenta.
La rigidez no es necesariamente patológica. Mucho menos si la reconducimos a la situación de la calle o la cuestión del pronóstico.
Nos escribe Alejandra (39 años, Villa Gracia): "Hola Luciano, te escribo para consultar por una cuestión de mi hijo. Tiene 4 para 5 años y de repente es como si se hubiera puesto muy rígido. Le cambió el carácter y está muy hincha en que quiere que las cosas se hagan de un solo modo. También me pasa que empezó como a retarme y esto no sé si está bueno. Te doy un ejemplo: me dice 'Estás cruzando mal la calle', cuando no es que cruzo por la mitad, sino por apenitas antes de la esquina. O si escucha en la radio que va a llover, dice que no hay que salir porque va a llover y por ahí el pronóstico se equivocó. No sé si preocuparme, pero a veces me agarra duda, me da miedo que sea así porque decidí tenerlo sola y tal vez él crea que tiene que hacer de figura masculina y padre conmigo. ¿Tendría que llevarlo a un psi?".
Querida Alejandra, muchas gracias por tu consulta. Lo primero que te diría es ¡sí que es difícil orientarse con el servicio meteorológico! Quizá sea mucho más complicado que criar a un niño.
En principio, me resulta interesante lo que me contás de un cambio de carácter. En ese punto, en efecto, es que algo ocurrió. No tiene que haber sido nada traumático, alcanza con el desarrollo de algún proceso psíquico novedoso. Lo que tenemos que interpretar, en todo caso, es el efecto.
Decís que está "hincha" y que te "reta". Son dos cosas muy diferentes. Quizá la palabra que mejor designa el fenómeno es la que usaste primero, que está "rígido". Ahora bien, esta rigidez no es necesariamente patológica. Mucho menos si la reconducimos a la situación de la calle o la cuestión del pronóstico.
En estas dos circunstancias, lo que yo entiendo es que tu hijo plantea que existen reglas. Mejor dicho, que hay un principio que funciona como una Ley y que es preciso que no solo se aplique a él, sino también a todos –incluida vos.
Esto último me parece relevante, porque implica una toma de distancia respecto de tu palabra. Lo diría de este modo: hasta hace un tiempo, tal vez la voz de la autoridad provenía solo de tu nombre, mientras que ahora tu hijo entiende que hay una instancia superior, podría ser el código urbanístico o las normas de tránsito, como el ciclo del agua que explica la lluvia y la necesidad de llevar paraguas.
En cierta medida, entiendo que tu duda puede prevenir de este cambio que no solo le toca a él, sino también a vos, respecto de tu posición. Esto es significativo, porque muestra la manera en que un cambio en un hijo siempre nos despierta dudas y preocupaciones.
Es significativo, porque impone la necesidad de que nosotros nos pensemos a nosotros mismos, además de a ellos. Respecto de él, me da la impresión de que se trata de un niño que está creciendo y que incluso ya está dejando de ser un pequeño, para entrar en cierta idea de lo común y modo de relación con la realidad más allá de la figura parental como filtro para descifrar qué ocurre a su alrededor.
Tal vez su rigidez sea indicadora de que este niño será un futuro obsesivo, que tendrá que aprender a reconocer excepciones y no quedarse apegado a su punto de vista; pero nada de esto puede ser malo; es más, diría que es la puerta de entrada a un trabajo que él tendrá que hacer con su propia vida, sin que ya pueda decirse que es como es por la madre.
Destaco este último aspecto, porque es crucial. Si el desarrollo de un niño acontece de manera saludable, podemos estar seguros de que incluso a una edad tan temprana como la de 4 o 5 años, su vida ya no podrá explicarse linealmente a partir de sus padres, sino por rasgos de personalidad que fue adquiriendo por su propia cuenta.
En este punto, sí pareciera que a vos te cuesta prescindir de esta interpretación lineal y que reenvía a su nacimiento. Tal vez este sea un momento privilegiado para ver cuánto creció este niño, al que ya no se puede pensar como el bebé que fue. En efecto, vos planteás que el hecho de haber decidido tenerlo sin una pareja, por lo que entiendo, llevaría a que él quiera hacer de padre, pero mi punto de vista es otro.
Te lo comparto: creo que, a través de este recurso a la Ley, como algo que va más allá de la instancia del vínculo (materno) con vos, tu hijo muestra que no le falta un padre y que la función paterna está cumplimentada. Incluso diría que está creciendo muy bien como futuro varoncito.
Sí me llama la atención que vos destaques que su virilización, es decir, el modo en que se va convirtiendo en una figura masculina, sea algo referido a vos. Por esa interpretación sí que estaría bueno que se despliegue una pregunta personal. Me preguntás si acaso tenés que consultar a un profesional y yo te diría que, en principio, más que por él hagas la consulta por esas inquietudes que surgen en relación al cambio de posición que te afecta a vos.
Querida Alejandra, no sé si actualmente concurrís a un espacio terapéutico, pero lo que restaría decir –en el caso de que no– es que hacer una consulta de este tenor no es porque esté pasando algo malo, sino para reformular algunas preocupaciones en términos que permitan que las pensemos sin ansiedad, para sacarles un mayor provecho. Te envío un abrazo fuerte y felicitaciones por ese varoncito que crece.
(*) Para comunicarse con el autor: lutereau.unr@hotmail.com.