Domingo 2.3.2025
/Última actualización 13:51
I - La Legislatura de Santa Fe, el viernes 6 de diciembre de 2024 convirtió en ley 14384 el dictamen de la comisión sobre los proyectos presentados oportunamente para reformar la constitución. Apenas pasaron unas pocas horas, ese mismo día, el Ejecutivo dictó el decreto 2602 por el cual promulga la norma.
Fue un gesto de manifestación de su indeclinable vocación y de su inocultable ansiedad.
II - Siguiendo la técnica legislativa, en su tratamiento en comisión, todas las propuestas fueron amalgamadas, luego de intensas negociaciones, de forma que se llegó a un dictamen único que emitió la "Comisión de Asuntos Constitucionales y Legislación general", que preside Pablo Farías, al que adhirió la "Comisión de Presupuesto y Hacienda", que preside Jimena Senn.
Y de esta forma, bajó al recinto. Los discursos fueron oportunos y nadie se quería quedar con palabras in pectore de forma que expusieron sobre las motivaciones y la necesidad de intervenir en el texto vigente.
III - De acuerdo a nuestro sistema, la reforma debe pasar por tres estadios: la ley por la cual se dispone la reforma que debe ser sancionada por dos terceras partes; la convocatoria a la elección de 69 diputados para debatir; la convención reformadora que luego resolverá sobre el texto definitivo. Hasta ahora hemos superado la primera etapa.
IV - Desde aquellos primeros escarceos de principios de siglo, se prometieron reformas profundas, siempre para mejorar la condición de la población y la calidad institucional, que fueron sostenidas por otras voces que se sucedieron en el tiempo.
Se ha dado un paso muy importante: la superación de esa situación en donde siempre la oposición presentaba su cerrada negativa a cualquier intento, lo que en términos académicos llamaron "vetos recíprocos".
Si bien ninguna otra gestión tenía una mayoría propia tan contundente como la presente, se ha llegado a un tiempo en donde la reforma es imperiosa; la vieja Carta no observa nuevos derechos –tampoco los rechaza- y luego de 1994 se ha convertido en un imperativo.
Se promete un cambio y no un maquillaje, de forma que la convocatoria alienta fundadas esperanzas de lograr un texto que, partiendo de la tradición recepte los cambios que fue madurando la sociedad y sirva de referencia para el futuro.
Una constitución, al menos con el formato de rígidas como son las nuestras, no es para atender un momento, sino para los tiempos que vendrán.
V - De acuerdo al artículo 114 de la Constitución, la ley que lo establece debe mencionar "los artículos o materias que hayan de reformarse". Con la norma publicada se aventaron esas versiones vocingleras que decían: "será la reelección y algún retoque".
Si bien se descartaron los proyectos o ideas de reforma total, se modificaran 42 artículos de los 116 vigentes. Entre ellos, 12 son de los 28 de la parte de "principios, derechos y garantías".
Los temas están planteados en numerus clausus pero también se aprobó el "sentido", que en cierta forma amordaza o condiciona los debates, si bien será la Convención la que decida.
En buena forma se adoptó el sistema que surgió del denominado Pacto de Olivos, que también disponía de los artículos y el sentido, pero con un compromiso en particular de los constituyentes de los dos bloques mayoritarios de votar algunos temas de cierta forma: el llamado "núcleo de coincidencias básicas".
En algún momento campeaba por nuestros pasillos legislativos la idea de un proyecto en donde se incluya un núcleo de coincidencias básicas con la reelección del gobernador actual, cuya mecánica era la de aprobarse a libro cerrado. Sin dudas, no prosperó y es una buena señal que aporta a la legitimidad de la asamblea.
Con la "cancha marcada", si se permite la expresión, será la ciudadanía la que decida el sesgo ideológico que se le imprimirá a partir de la elección de la opción que más satisfaga sus expectativas dentro de la oferta electoral.
Si bien en los comicios del 13 de abril próximo tendremos en el cuarto oscuro boletas de "constituyentes" junto a las de "ediles", situación para nada aconsejable, de esa compulsa saldrán los que en definitiva escriban la Carta de las próximas décadas.
El texto aprobado debió haber dispuesto que todo el proceso reformador sea con absoluta independencia de toda otra confrontación electoral.
No creemos equivocarnos al decir que en la campaña de los próximos días se mezclaran los temas. Junto a las normas de mayor control o transparencia de los órganos de gobierno se discutirá sobre la imperiosa necesidad de un plan de bacheo.
Si bien los proyectos presentados -que glosamos en la nota anterior- en general pulsan por incorporar derechos, en el recinto se expresarán diseños políticos antagónicos y será parte de la disputa ideológica en el espacio de una provincia donde se respira tolerancia y diálogo, pero en un país donde se ensoberbecen los valores directamente contrarios.
La suerte de la futura constitución comenzó a desandar su cuenta regresiva y la ciudadanía deberá estar alerta para que realmente esta oportunidad, largamente acunada y a la que apontocamos desde el principio, sea la que permita poner en el texto "supra legal" los derechos que posibiliten realmente un salto de calidad en la vida cotidiana.