Jueves 18.7.2024
/Última actualización 23:54
La oposición no parece confiable. ¿Qué puede esperarse de la oposición en tiempos modernos? Que audite, controle, denuncie y se prepare, ya que la alternancia es fundamental en los sistemas "bipartidarios" o "bifrentistas". Pero… ¿Argentina tiene las dos opciones? Duda. Y sí, surge la duda porque no parece clara la oposición en Argentina. Entonces repreguntamos: ¿Estamos incluidos en el sistema que, por reducción, denominamos "bipartidismo", o vamos al partido único? ¿O quizás peor: al "No Partido"? Un entramado de trampas, denuncias, conformismos y un pragmatismo que algún día alguien cobrará (se paga, seguramente que se paga históricamente) le ha dado algunas herramientas, imperfectas, al "Proceso Milei".
Es la corrupción estructural, más el lenguaje siglo XXI bien usado, más una corriente mundial de rechazo a los estados omnipresentes la que trae estos fenómenos, esta rareza sostenida: rechazan el Estado pero lo hacen sentados sobre los poderes constitucionales… del Estado. Así, Javier Milei camina sobre la nación jurídicamente organizada y dice abominar de ella. Y en dicho contexto, el "Proceso Milei" ha torcido un dogma de menor cuantía y mucho uso: la política subordina a la economía. Tal parece -en rigor no es cierto- que Milei apabulla con sus parrafadas económicas, economicistas, econométricas y sus números y encuestas.
Cuando Milei dice "íbamos para una inflación del 17.000 %", todos lo aceptan. En realidad parece un personaje de Molière azotando en latín eso, parrafadas de imposible probanza. Digresión: "(…) Para hablaros con toda franqueza, nuestra profesión cerca de los grandes no me ha parecido nunca deseable, y siempre he creído que era mejor, para nosotros, quedarnos con el público. El público es cómodo. No tenéis por qué responder a nadie de vuestros actos; y mientras sigáis la corriente de las reglas del arte, uno no tiene por qué preocuparse de lo que pueda acontecer. Por el contrario, lo desagradable cerca de los grandes es que, cuando están enfermos, quieren absolutamente que sus médicos los curen" (Molière, haciendo hablar a un médico, Diaforius).
Hay más: "Vuestra sabiduría es tan sólo quimera. Estos frágiles remedios cuyo inmenso secreto cree el vulgar inocente poseéis, no son la curación de mi calvario. Vuestra garrulería sólo admitirla puede Un enfermo imaginario. Vuestra sabiduría es tan sólo una quimera, médicos poco doctos y ligeros; No os es dado aliviar con grandes latinajos el terrible dolor que me enloquece: vuestra sabiduría es tan sólo una quimera". (Otra vez Molière, respondiéndole a un médico). En rigor, Argentina no oferta un mensaje que se pueda leer, o entender, de manera clara, tanto en el oficialismo como en la oposición. Balbuceos, sí. Contradicciones, muchas. ¿De qué nos cura Milei? Y peor: ¿Quién puede alzarse contra este "matasanos"?
Horacio Rodríguez Larreta era un acompañante de Macri y este, el Mauricio, un personaje que farfullaba cosas obvias y poco comprensibles en relación a los problemas que había, según el libreto del programa de Jorge Lanata. No había escape. Era divertido Larreta como el personaje recontra "alcagüete" de Mauricio en aquel esquicio cómico. Sin dudas una exageración, de la que Larreta jamás dijo nada. Eso habla bien de él, pero no quita la potencia de aquel mensaje. ¿Superó Larreta aquella etapa de dependencia con el "Mauri"? No sé. Como siempre digo: no tengo respuestas, soy periodista… soy el que pregunta (aunque la realidad promueva una respuesta).
Sergio Massa fue parte del entramado que colocó a Milei por sobre todos. Es el gran "cuotapartista", junto a Macri, CFK y la señora Patricia Bullrich, la dueña de cien banderas, pero acaso la verdadera representante del político argentino. Las elecciones divididas en muchas provincias, fuera de la fecha de las elecciones nacionales, puso a prueba las alianzas y los nombres. Julio, septiembre, tal vez antes, cada quien apostó en 2023 su juego de supervivencia. Omar Perotti solo salvó algunos pactos prexistentes (casi personales) y sepultó al peronismo. Maximiliano Pullaro sonríe delante de Milei. ¿Piensan lo mismo sobre el país un radical y un economista sin formación política, pero con relaciones empresariales muy firmes? Insisto, no me lo pregunten a mí.
¿Piensan lo mismo Martín Llaryora, Axel Kicillof, Jorge Macri? Tal vez el mismo miedo y el mismo pragmatismo. Los gobernadores son prácticos. Solo se trata de alambrar el feudo. Muchos candidatos nacionales llegaron a octubre desvencijados, irritados por tener que arrastrar el cuerpo en esos territorios donde nada fundaron, nada hicieron y solo pasearon su rostro un domingo cualquiera. En ese contexto, una extraña figura mediática, Milei, gozó de la impunidad de los MdeC nacionales. Creció su potencialidad, al mismo tiempo que resulta al menos inquietante (aterrador, diría aterrador) que un voto de castigo a la ineptitud del oficialismo y la oposición terminara en ese canasto.
¿Cuánto del peronismo hay en el triunfo de Milei? ¿Y cuánto de una oposición que confió en un médico porque se sabía enferma (de una enfermedad imaginaria según Molière), y entregó todas las banderas de la política a una contradicción fenomenal: "anarco capitalismo"? Aún hoy no se sabe qué plan, o qué programa tiene Milei para la salud, la escuela y el trabajo, o para la seguridad. "Por los frutos los conoceréis". Asombra que los contractualistas no aparezcan. Acaso han fallecido y hoy duermen junto a la tumba de Juan Jacobo.
Milei es la pesadilla que un bipartidismo onanista y sin vuelo, egoísta y vacío, ha podido conseguir. Creo en el valor del voto. Me gustaría no ser agnóstico y cantar con Discépolo: "solo me falta, 'pa´completar', más que ir a misa e hincarme a rezar". El voto consagró, por cansancio, revólveres en las sienes de las doctrinas políticas del siglo XX, algunas del siglo XIX. Acaso era necesario, tal vez inevitable. Hoy todo está consagrado.
Los nombres provinciales de Milei eximen a este cronista de cualquier calificación que se intente. Por lo demás calificar a Milei es apurado. Los votos autorizaron, legitimaron a Milei…y al país que, con sus dirigentes, sumó otro abismo a los existentes. Un país no es un esquema ni un friso. Su presidencia fue/es posible y caramba: sucede. Volvemos al punto: votos son amores y no buenas razones.
La oposición enfrentará el pan duro del porvenir. Está claro que no quedará una economía grande en buen estado ni habrá tantos empleados en blanco y aportando, como tampoco estará quieta la inflación del pan y los fideos de diciembre de 2023 a diciembre de 2024. Fideos viejos y pan duro. "La yerba de ayer secándose al sol". El pesimismo no trae lectores. Perdón. Y un aviso descarado: "Quiero la mayoría parlamentaria en el 2025" dice Milei. ¿Más "Casta"? Sí.
La economía ha provocado un nuevo oficio, muy visible, el de los ministros de economía de la televisión. De Roberto Cachanovsky a Juan Carlos de Pablo todos explican, todos solucionan. Se los ve felices. Participan del observatorio de cristal, fuera del compromiso real. Bien comidos y muy esclarecidos. Algunos hasta fueron parte de algún gobierno en algún período. Todos se acicalan y estrenan corbatas y pañuelos. Cualquiera sabe que la economía no se soluciona en un set televisivo, pero es un proyecto rentable por las conserjerías que brinda o ayuda a conservar.
No hay modo de ocultar ese agujero negro: la economía informal. Raro misterio, el 55% del conglomerado triunfante fue con los votos del "lumpenaje", o economía informal de ese "masacote": Conurbano y CABA. En el país hubo fenómenos similares. Pero esos votos fueron decisivos. Representantes del pueblo que sostienen la muerte de la meritocracia y el lema, igualemos para abajo, mientras más pobres tanto mejor, no encuentran oposiciones serias. La miseria no asusta. La ignorancia tampoco. Se insiste: sucede. Hoy sucede.
El claustro universitario está tomado por una discusión -estéril, claro está- sobre el rol de la enseñanza, la transmisión de conocimientos y ay, ay, ay, el avance de los algoritmos sobre las bibliotecas y las cátedras adormecidas. Eso y reivindicar el populismo como la panacea política. Pregunta: ¿puede la oposición entender su rol? El trabajo de reconstruir paredes, pisos, espacios seguros de estudio, confrontación y decisiones no es tarea menuda, ni de divisiones. No se ve un panorama claro: asusta. Asustan. ¿Son parte de un pensamiento único?
Se repite una duda: no parece clara la oposición en Argentina. Repreguntamos: ¿Estamos incluidos en el sistema que, por reducción, denominamos "bipartidismo"? ¿O vamos al partido único, tal vez peor: al "No Partido"? ¿Qué sentido tiene sostener que los que están son malos o corruptos? Ya no hay, por fuera de los relatos de acá o de allá, una existencia luminosa. La luz es un camino o el camino debería estar iluminado. Volvamos a Molière. El enfermo imaginario no tiene cura.