Lunes 22.7.2024
/Última actualización 1:13
Nunca, como en estos días de julio en Argentina, se ha visto que el presente es eterno, que complica el pasado y anula el porvenir. Que las corrupciones no cesan y que, por el contrario, como en el famoso jardín de don Jorge Luis Borges, simplemente se bifurcan. Ya es una constante en los políticos, los actores políticos de primera categoría y el periodismo, los actores políticos de segunda categoría, la escritura y la re-escritura permanente del pasado. Se sabe que toda traducción es una traición, pero le hemos agregado que toda re-escritura es una invención. Queremos reinventarnos y fracasamos.
Re-escribir los años de CFK dotándolos de perspectivas positivas según porcentuales de macroeconomía y econometría son eso: re-escrituras, relato sobre un relato que escondía lo sensible, que los índices de pobreza crecían. Ah, pero eso es microeconomía… y bien ¿qué define la vida de una sociedad? Se supone que la alimentación en primera instancia (conserva la especie) y la instrucción como posibilidad de crecimiento después de la panza llena. Ni una cosa ni la otra, solo un relato que sale al cruce de otro. La justicia social perdía por goleada en esos años. En los de Mauricio Macri también, en los de Alberto Ángel Fernández, porteño y abogado, peor. No han mejorado estos indicadores. Nos caemos y nos caemos…
En julio hemos re-escrito el Mundial de Fútbol y el fracaso de AFA, usamos una Copa América en Yankilandia, una farsa en la que hasta los socios del esquicio se quejaban. Marcelo Bielsa, diciendo "Scaloni no habla y yo sí", es eso, una verdad dicha por un transgresor que perdió… y le duele y lo cuenta. Ojo, en Argentina con algo por detrás; detrás hay un posible, solo posible, sistema de sociedades anónimas que terminaría con el "yo no fui" de fundir a los clubes (los dirigentes ineptos) y no pagar con su patrimonio, para dar inicio, con el sistema sugerido, el camino del lavado de dinero claro y transparente y los litigios para cobrar las deudas que esas sociedades originarán. Atención: que patrocine una empresa de timba el deporte más popular es una definición inatajable. A propósito de inatajable, los jugadores que promocionan comida chatarra… ¿están a favor de una vida saludable? ¿Comen ellos esas hamburguesas?
Las metas inflacionarias. Las visitas de auditores de organismos internacionales de crédito de quienes dependemos en nuestra economía. Eso se ha multiplicado, sólo ha caído la virulencia de los que se enojan por la dependencia que se torna visible y, también, definitiva. Se repite: "neocolonia con desarrollo capitalista dependiente". Por ahí va la cosa. La relación/distorsión y dependencia que deviene de Argentina Distrito Electoral Único (unitarismo en estado de máxima pureza) se acrecentó. Gobernadores a los que se les dice "aceptan estas condiciones o no reciben nada" es una moneda que antes se escondía y hoy es una medalla de anverso y reverso de sumisión por una cara y sodomía del gobierno central por la otra.
Los mensajes de los protagonistas de la política socio-económico general y particular son los conocidos. No hay otro relato. El rol de las Fuerzas Armadas de ayer en el mañana se congelaron (no quieren ni que desfilen, no apoyan sus actualización en armamento y tecnologías, las quieren tan serviles y asesinas como en los 60 y 70). Son otras, pero quitan relato si se modernizan y las usa el Estado.
Una muerte particular y misteriosa, una separación y ocultamiento es una novelita por entregas. Difícil creer en la seriedad de un país donde en uno de sus territorios (habría otros dos, Formosa y Chaco) sobrevive el derecho de pernada, "el criadito", el entenado y las patronas que a "las chinitas" de los mandados, a la mañana, le hacen tomar una pastillita, para cuidar que no aparezcan hijos naturales y meses sin poder exigirles trabajo de 24 horas por 365 días a cambio de ropa, zapatos, casa y comida. Distancia exacta que lleva del aborto clandestino al delito y la libertad de vientres.
Le agregamos, en una seguidilla que agobia e impide respirar sin sobresaltos, los avances de las adicciones definidas en el narcomenudeo que pasa a mayores, la corrupción como novela manuscrita… pero caramba, con manuscritos perdidos, perdidos y fotografiados y nombres y fechas y detalles de un ayer que no quiere retirarse. Se queda. ¿Qué se sabe de los "Cuadernos de Centeno"? ¿Los empresarios no son más coimeros?
Somos este presente que apenas enumeramos. Siempre hay más. Sueldos inconcebibles que hace treinta años que se cobran y que recién ahora se denuncian, perdón: con el correspondiente enojo de quienes pusieron sus familiares en esos cargos y no se sonrojan, sino que se enojan porque se supo. El dólar como un eje tan inatajable que semeja una deidad y acaso lo sea. La lluvia y la sequía como las causas de los fracasos.
Borges, que no quería explicar lo que escribió (le encuentro razón, la lectura no se puede explicar porque es una reinvención en otras conexiones, y lo que deriva de sus textos menos explicable por el autor), ante un pedido de síntesis intentaba aclarar -oscureciéndola, obvio- una de sus más bellas historias, como toda su obra, crecida interpelando el tiempo como destino y la realidad como una imaginación equívoca. Y de ese modo define, en 1941, cuando lo escribió, nuestro presente nacional: "El jardín de senderos que se bifurcan", donde se entiende, en aproximación incompleta, que es una imagen incompleta, sí, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts'ui Pên.
Borges, a diferencia de Isaac Newton y de Arthur Schopenhauer, no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Creía en "(...) Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades". Eso, en definitiva, es lo que dice una estudiada interpretación de su texto. Y queda más que claro que si se bifurcan finalmente se abarcan, por las derivaciones, todas las posibilidades. Somos ese universo borgiano.
En Argentina la corrupción de la princesita hija de CFK que dice "yo no fui", que deviene de la de Yaciretá, de los pollos de Mazzorin, del Trigo Candeal, de los bajos de Ezeiza convertidos en aeropuerto en zona de nieblas permanentes, la de Madero y Huergo, la coima y el Puerto de Buenos Aires, los fusiles truchos del Martín Fierro, los trenes que nunca, las autopistas que jamás; Juan Manuel de Rosas, el dueño del saladero, y quien definía que el país era a la vez contrabando y aduana que dan, en la suma, una espantosa matriz. Le agregaron la ineptitud. Fernando De la Rúa asumió en esas condiciones.
Ni siquiera hay novedades para este boletín. Los tiempos de la corrupción abarcan todas las posibilidades. La ineptitud no es incompatible con el robo. El pecado es acogedor. Javier Milei sostiene que trae una sierra para frenar el Estado y que La Empresa es heroica. ¿Sí? Bueno. ¿Con qué margen de ganancias? ¿Con qué devolución de impuestos? ¿A qué país? ¿A qué pueblo? ¿Al de Loan? Así, destinados a vivir en un eterno presente que al re-escribir el pasado se altera y deforma y deforma y altera como constante queda eso: la imposibilidad de una ley física que asegure que la manzana caerá en la cabeza de Newton. En Argentina… Hum… ¡No se sabe!
Veamos. La mamá de la princesita, convengamos, entró con 6 pesos y se fue con 6.000 y no es posible quitarlo de la constatación. El Mauricio entró sin conocer lo que pasaba y en cada discurso aparecía la confesión griega: solo sabía que no sabía nada. Alberto Fernández entró como representante de CFK, que finalmente le revocó el poder y se lo dio a Sergio Massa, que nos llevó derechito, derechito hasta Milei y su estandarte: La Empresa es mejor que el Estado.
No podemos, siquiera, cantar un tango elemental: "Cuando la suerte, que es grela, fallando y fallando te largue parao"… Si la suerte es mujer y es falluta, como resalta Enrique Discépolo, de lo que se trata es de una ofensa de género. Han sido abolidas del uso sin culpa. Se denuncian. Es delito. Por fin. Ni una menos. Ya comenzaremos a revisar también el tango, todos los tangos. El siglo XXI trajo lo suyo. Se llega al convencimiento por el algoritmo que descifra tu personalidad por medio de tu IP. Nadie es mejor que lo que define su computadora y telefonito. Que, es obvio, el Gran Hermano ausculta, revisando pasado y presente. Sugiere después. Manda forever.
Nuestra encrucijada es eterna, Borges lo resuelve en un poema. En su segunda estrofa dice: "Siglos de siglos y solo en el presente/ ocurren los hechos;/ innumerables hombres en el aire,/ en la tierra y el mar,/ y todo lo que realmente pasa me pasa a mí". Es cierto, no advertimos que le está pasando al país, creemos que nos está pasando a nosotros. Borges estaba casi ciego, sí, pero veía mejor que muchos: nuestro verdadero "ser nacional" es una matriz de corrupciones que se bifurcan.