Queridos Amigos. Una vez más tenemos la oportunidad de leer la Palabra de Dios y reflexionar sobre su significado en nuestra vida. Lo hacemos siguiendo la recomendación del obispo mártir Enrique Angelelli, que antes de ser asesinado nos decía: "Hay que vivir con un oído en el pueblo y otro en el evangelio". La Palabra de Dios nos ilumina, nos cuestiona y nos compromete. En este mensaje dominical hay varias ideas que me gustaría compartir.
En primer lugar, el evangelio de hoy nos presenta la tarea evangelizadora del Maestro de Nazaret. Se nos dice que Jesús recorre pueblos y aldeas anunciando el Reino de Dios. La gente queda fascinada, se entusiasma, se maravilla por sus palabras y por sus hechos. Uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, se arroja a sus pies, rogándole: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se sane y viva".
¿Quién es la niña? La niña no tiene nombre, no tiene apellido. ¿Por qué? Porque en su lugar podemos poner el nombre de cada uno de nosotros. La expresión "la niña está muriéndose", primero, hace referencia a nuestra vida espiritual. En algunas zonas todos nosotros estamos enfermos o semimuertos. En algunas partes de nuestro corazón guardamos odio, resentimiento, violencia, egoísmo, somos esclavos del tener, del poder, etc. El amor, que es el fundamento de la vida humana, quedó con frecuencia reemplazado y disminuido por el odio, por la venganza.
El Papa Francisco, tan cercano a la vida de los hombres nos dice: "El ser humano está en peligro y el peligro es grave porque la causa del problema es profunda, no es sólo una cuestión de economía, sino de ética y de antropología". ¡Qué triste! El hombre tiene tantas cosas y lamentablemente ya muchas veces no sabe para qué vivir.
En segundo lugar, "mi hija está muriéndose", puede hacer referencia a nuestros adolescentes y jóvenes afectados por la droga y el alcohol. Los obispos argentinos, en uno de sus documentos nos dicen: "Observamos con dolor y preocupación el crecimiento del narcotráfico en nuestro país. Nos conmueve acompañar a las madres y los padres que ya no saben qué hacer con sus hijos adictos, a quienes ven cada vez más cerca de la muerte. Lamentablemente dejamos ser un país de tránsito y nos convertimos en el país de consumo". En este contexto, la frase "mi hija está muriéndose", no es sólo una frase, hoy muchos jóvenes y no tan jóvenes que tienen su vida hipotecada.
Mirá también"Tomen y coman, esto es mi cuerpo. Tomen y beban, esta es mi sangre"La hija de Jairo tiene 12 años. ¿Por qué? El número 12 hace una clara alusión a las doce tribus de Israel. La niña que está muriéndose simboliza al pueblo, a una nación que está mal, que camina hacia la ruina, a la muerte. Y ocurre esto porque el padre que representa a las autoridades civiles, a los gobernantes, a los dirigentes religiosos, no ha sido capaz, no ha sabido, no ha podido mantenerla con vida. Los líderes tanto religiosos como políticos han fracasado en la conducción del pueblo. Y esto ocurre hoy también. Muchos de los que nos gobiernan… ¿están a la altura de las circunstancias? No es lo mismo servir al pueblo que servirse del pueblo.
"Mi hija está muriéndose" hace referencia a nuestro pueblo tan bello y tristemente empobrecido. Nuestra Patria hoy se parece al paciente en terapia intensiva que necesita cuidados especiales. ¿Qué podemos hacer? "Talita Kum" (*). Como antes, hoy Jesús nos ordena: "¡Hermano y hermana, levántate, levántate de tantas miserias en las cuales has caído, u otros te han llevado!" Levántate de las miserias económicas, sociales, educativas. Levántate de las falsas ideologías proclamadas y mantenidas por los falsos profetas y salvadores. Dios que resucita a los muertos hoy nos sale a nuestro encuentro con su gracia y misericordia, quiere dignificar la vida de tantos hermanos nuestros postergados, quiere liberar a nuestra Patria de los múltiples males que nos afectan.
(*) "Talita Kum" es una frase que proviene de una expresión aramea, talitha cumi, que se encuentra en el Evangelio de Marcos. Estas palabras significan "muchacha, a ti te digo, levántate". Son las que dirige Jesús a la pequeña hija de Jairo, que yacía aparentemente sin vida.
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