Por Liliana Montenegro de Arévalo
Bicentenario del fallecimiento de Manuel Belgrano (II)*
Por Liliana Montenegro de Arévalo
Recordar la presencia de Manuel Belgrano en Santa Fe, la de su paso hacia el Paraguay en 1810 y 1811; pone de relieve el protagonismo asumido por los santafesinos en momentos de inflexión y de cambio; donde fue menester adherir a la nueva situación política generada, sin dejar por ello de reivindicar las aspiraciones locales de gobernador propio.
Instalada la Primera Junta de Gobierno, luego de los acontecimientos de mayo de 1810, fue necesario dar a conocer los cambios producidos en Buenos Aires, a los pueblos del interior. Por Circular del 27 de mayo se invitó a que cada ciudad o villa, eligiese un representante para integrar el Congreso General.
Hubo villas, pueblos o ciudades como Santa Fe, que aceptaron inmediatamente la nueva situación, pero lejos estaba de ser el común denominador, el acatamiento al nuevo orden.
Dominada la reacción española en la capital, Mendoza y Córdoba; la Junta debió obtener la adhesión de Montevideo, el Alto Perú y Paraguay.
En marcha hacia el Paraguay
El Paraguay, en asamblea popular resolvió reconocer al Consejo de Regencia establecido en la Península Ibérica y crear una Junta de Guerra para defender el territorio de todo ataque. La Junta de Buenos Aires decidió entonces, enviar una expedición militar contra el insurrecto gobierno de Bernardo de Velasco. Con tal motivo designa a Manuel Belgrano en carácter de Comandante en Jefe de las fuerzas expedicionarias.
Belgrano convertido en flamante Comandante en Jefe, inicia su marcha hacia el Paraguay, con un maltrecho ejército, pasando por San Nicolás y Santa Fe.
En Santa Fe el cuerpo capitular reunido en la casa del Teniente de Gobernador Presidente del Ayuntamiento, designó como Diputado a Pedro Aldao para darle la bienvenida, “con demostración del celo y patriotismo de todo el vecindario.”
El 1° de octubre, la columna arribó al paso de Santo Tomé. Luego de cruzar el río Salado el pueblo de la ciudad de Santa Fe, lo recibe demostrando su júbilo y adhesión; “a pesar de ser la noche oscura y del mucho barro que había en las calles”; lo que motivó a Belgrano a darle el título de Noble al Ayuntamiento; nombramiento ratificado días después por la Junta presidida por Cornelio Saavedra.
Desde su alojamiento en el Convento de Santo Domingo, decisión que toma “para no causar gastos a ningún particular” y a cuya Orden pertenecía como hermano terciario, comienza la reorganización de su ejército. Las órdenes firmadas por el Teniente de Gobernador Manuel Ruiz y dirigidas a los ministros de la Real Hacienda, relacionadas con pedidos de entrega de materiales para la expedición, hablan de la ayuda de Santa Fe a la causa revolucionaria.
El apoyo de los santafesinos
Francisco Antonio Candioti, también hermano terciario dominico y futuro primer gobernador autónomo de la provincia, le entrega una primera ayuda de doscientos pesos fuertes. Lo acompañó luego hasta sus estancias de Arroyo Hondo y lo auxilió con 1.350 caballos y con todo el ganado vacuno que necesitó el ejército para mantenerse durante todo el viaje; y con 12 carretas con sus correspondientes boyadas y peones, para conducir una partida de yerba del Paraguay y Salto. Belgrano confiere a Candioti el título de Comandante de Urbanos de Infantería de la Ciudad, quién hasta entonces revistaba como Sargento Mayor.
En nombre del comercio santafesino Francisco Alzogaray y José Clusellas, donan la cantidad de 108 pesos fuertes, real y medio. Las donaciones, no solamente las de Santa Fe, sino las de otras ciudades y regiones del país, fueron publicadas oportunamente por la Gaceta de Buenos Aires.
En muchos casos los vecinos pusieron a disposición de la Junta, persona y bienes. Las donaciones fueron registradas por los oficiales de la Real Hacienda, constando en los libros de Contaduría, conservados en el Archivo General de la Provincia.
Gregoria Pérez de Denis, hermana terciaria dominica; y en su momento priora de la hermandad, ofreció a Belgrano sus haciendas, casas y criados.
Gertrudis Robert, mujer de Juan Garrigó, Alcalde de Hermandad donó medicamentos y otros artículos. Su esposo promovió entre el vecindario la donación de 700 caballos.
Los Blandengues marchan con Belgrano
Ahí no concluyó la ayuda de los vecinos y la ciudad se desprendió de las dos Compañías de Blandengues, que custodiaban sus fronteras, quedando a merced de los indígenas y de las escuadrillas españolas, que comenzarían a remontar el río Paraná.
Al mando del Capitán don Francisco Antonio Aldao marchan los santafesinos. “Los cien leones” aquellos que en evocación historiográfica Ramón Lassaga aspiraba a inmortalizar en bronce; a los que Antonio Zinny ofrendó el incienso de su aplauso: “Los cien Blandengues Santafesinos”. De esos soldados solamente seis o siete regresaron de las selvas paraguayas, entre ellos Estanislao López.
Belgrano en sus comunicaciones a la Junta expresa que existe en el ramo de “Temporalidades” el terreno que dejaron los Mercedarios en su convento (calle 9 de Julio entre Monseñor Zazpe y Gral. López), al trasladarse al ámbito de los Jesuitas expulsos, y que “sólo sirve para iniquidades... A fin de alegrar a los del Cabildo me tomé la libertad de cedérselos, para que con su producto pudieran continuar el edificio de Casas Capitulares y cárcel”. Solicita también a la Junta la correspondiente orden “para que no se entierre más en las Iglesias” y se termine así con “esa inmundicia en todos los templos.”
Dispuso además la organización y establecimiento de un Hospital Provisional, a cargo del Teniente de Protomédico en la ciudad de Santa Fe, Manuel Rodríguez.
El Paraguay caja de resonancia, de las ideas políticas que Belgrano transmite a pesar de su derrota, a los pocos meses, concreta sus aspiraciones de autonomía. La Junta Grande comisionó a mediados de 1811 nuevamente a Belgrano y al Dr. Vicente Anastasio de Echevarría (nacido en el Rosario y asistente al Cabildo Abierto del 22 de Mayo realizado en Buenos Aires) ante el gobierno paraguayo, a fin de formalizar un tratado o acuerdo, aun cuando su separación se resolviera años después.
Francisco Antonio Candioti, le entrega una primera ayuda de doscientos pesos fuertes. Lo acompañó luego hasta sus estancias de Arroyo Hondo y lo auxilió con 1.350 caballos y con todo el ganado vacuno que necesitó el ejército para mantenerse durante todo el viaje.
En muchos casos los vecinos pusieron a disposición de la Junta, persona y bienes. Las donaciones fueron registradas por los oficiales de la Real Hacienda, constando en los libros de Contaduría, conservados en el Archivo General de la Provincia.
Ahí no concluyó la ayuda de los vecinos y la ciudad se desprendió de las dos Compañías de Blandengues, que custodiaban sus fronteras, quedando a merced de los indígenas y de las escuadrillas españolas, que comenzarían a remontar el río Paraná.
* Serie producida para El Litoral por la Junta Provincial de Estudios Históricos.