Lunes 14.8.2023
/Última actualización 11:25
“Pero en el fondo de todo esto, hay una discusión no saldada sobre el alma del peronismo, si tal cosa existiera. Hace muchos años que el peronismo está dividido por ideas distintas que no logra sintetizar. Ese proceso se inició en el año 2008 durante el conflicto con el sector agropecuario y no frenó hasta el día de hoy. La crisis entre el Presidente y la Vice es una expresión más de esa cadena de episodios que siguen la misma lógica, como las derrotas de 2009, 2013, 2015, 2017 y 2021, además de la crisis actual.
El peronismo tiene esas cosas. Tuvo una identidad clara, en los cincuenta. Desde el 55 hasta el noventa, se retorció hasta que encontró otro liderazgo, en Carlos Menem. Cuando la estrella de Menem empezó a apagarse, volvió a retorcerse hasta que Néstor Kirchner le dio un perfil distinto y tan popular como el de Menem. Con la progresiva pero lenta declinación de Cristina, han vuelto los retortijones”.
Un cronista, enfermo de antiperonismo, escribió ese texto hace tiempo. Lo rescato. Lo tenía guardado hace un año. Olvida el ’73 y un número: 64% de los votos. Olvida Menem 25, más NK 23, más Rodríguez Saa 12 en el pos De la Rúa. La cifra era esa: 65% de los votos posibles o positivos. Supongo que le agradaba la cercanía del final. Se le dio.
Trizas, el jarrón hecho trizas, vidrios por el suelo. No es posible pegotear. En el medio de la confusión, sin embargo, hay una constante: el peronismo define la contemporaneidad de Argentina y, habida cuenta de las horas donde nos paramos, el mañana se define con una formulación más diferente y acaso singular. Es su agonía, acaso su muerte, la que defina lo que vendrá
Estas horas, que aún transcurren, tienen un fenómeno que es eso: fenomenal. En estas elecciones el país se ha detenido para contar los votos del porvenir, para definir cómo será el relato desde el 11 de diciembre del 2023 pero cuidado… también de los meses hasta octubre, acaso noviembre por el balotaje y de lo que se trata, entonces, es de un folletín en tres capítulos.
Sin fantasía, esta semana del 13 al 20, desde ahora al próximo domingo de agosto, las cosas no serán sencillas. Nada es sencillo en las salas de velatorio. Quien es el viudo y quien ofrece su sentido pésame.
Planteadas las cosas como un dramático novelón que sube a escena las cosas son durísimas. En este primer capítulo se definen los actores y, según quien pague a los cronistas, estos definirán el héroe y el villano. También el actor de carácter y por qué no, por qué no… la damita joven y la anciana dama.
Hay algo que me resisto a creer pero la realidad me da bofetón tras bofetón: Javier Milei. No soy honrado porque sí, soy desesperadamente honrado, me gustaría tanto tener razón y que Milei no suba y suba como indican los cómputos… No es necesario buscar viejos escritos: la carcaza de la democracia muestra una quilla hundida. Es mi barco. Pensé, analicé, evidentemente me equivoqué en las estimaciones. Javier Milei con el 20% era más que suficiente para sacudir la modorra. Cada persona un voto y la suma ya dice otra cosa. A revisar los libros. No es consuelo que otros hayan leído, como yo, un libro equivocado.
Con Javier Milei en un 30% de votos posibles el país es otro y está claro que el peronismo no es aquel, ni cercano. No hay dogma, apotegmas, las 20 verdades, el “síganme”, el NK y el CFK del viento de cola. Nada. Héctor Cámpora vuelve a ser ese amodorrado dentista del “sí mi general”. Los Montoneros ni con 100 libros contando otra vez la guerrilla pueden levantar lo que yace...
Balbín dijo “…este viejo adversario despide a un amigo”… Ja. Los herederos de aquel Balbín están con la mochila de oxígeno y la bigotera de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Desaparecido el peronismo como opción electoral, como Partido Político, las variantes “movimientistas” no van a la contienda de las Elecciones Generales, ni será octubre el tiempo; el tiempo es el que transcurre desde el cierre del domingo y hacia algún lugar. Ni raro ni imposible, derivación de la catástrofe de la dirigencia.
Una vieja ecuación provinciana que indicaba que todo el peronismo sumaba el 38%, toda la oposición el 50% y el resto las fracciones minoritarias ha volado por los aires. Milei no tiene existencia partidaria en la provincia, solo hojarasca, estructuralmente hablando, pero en consolidación de fe, de queja, de decisión inapelable, lo suyo no tiene excusas. Un huracán. Admitamos: existe y es un viento fortísimo. Muchos piensan que ese viento no altera los votos provinciales. Hum.
El único dirigente que, desde el sur, cercano al peronismo pero sin pertenecer a su estructura aún cree en el voto positivo posible, por eso acepta la realidad, declara: “Sí. Es producto de la distancia cada vez más grande entre la gente y la política”. Quiere ser intendente… todavía.
Está cerca el 10 de septiembre como el domingo de octubre donde las cosas aparentemente serán -según esta encuesta del 13 de agosto- difíciles pero, ay, ay, ay, en estas horas pienso mucho en un viejo comentarista deportivo, desarrollista, que cada vez que lo saludaba tenía la misma respuesta. “¿Qué hacés Juan…? Y… vivo en Argentina”. No hay una respuesta más apropiada.