Rogelio Alaniz
Rogelio Alaniz
“La patria está en peligro”, proclaman los kirchneristas y en particular los actores kirchneristas. Me expreso bien: lo proclaman, es decir, lanzan una proclama. Y hay que decirlo entonces sin eufemismos: a los muchachos les falta la gorra para ser milicos a tiempo completo. Todos los golpes de estado en la Argentina se hicieron a través de proclamas y afirmando que la patria estaba en peligro.
“La patria está en peligro”. Entonces los militares se consideraban la reserva moral de la nación. Los salvadores de la patria que, por supuesto, estaba en peligro. Hoy los salvadores pretenden ser los kirchneristas. Hoy esa reserva moral se la atribuyen los kirchneristas. ¡Ellos justamente! La reserva moral incluye como jefes naturales o comandantes en jefe a Cristina, a sus hijos y a moralistas impenitentes como Julio de Vido, el Morsa Fernández, Amado Boudou, Lázaro Báez y sus oficiales y jefes de tropa. Ellos vendrían a ser la encarnación misma de la patria y, por supuesto, sus salvadores. Atribuirse ese rol también está en sintonía con las más caras ilusiones de los milicos.
“La patria está en peligro”. Finalmente se animaron a decirlo. Las conclusiones que siguen caen por su propio peso: si la patria está en peligro, no queda otra alternativa que salvarla apelando a lo que sea. Todo vale, en definitiva, si la patria, nuestro hogar, nuestra madre, está amenazada. El general Franco y el camarada José Antonio algo sabía de estas cosas. Y les aconsejo a las huestes juveniles de esta cruzada que retornen a esos libros, a aquellas lecturas que, dicho sea de paso, algunos de sus jefes nunca abandonaron.
“La patria está en peligro”. Proclaman los actores. Pregunto: ¿Se creen protagonistas de un drama de Shakespeare o extrañan los beneficios contantes y sonantes de tiempos no tan lejanos. ¿La patria está en peligro o ellos son un peligro?, como le gustaba decir a la amiga de mi tía.
“La patria está en peligro”. Y admito que los que así lo proclaman creen en lo que dicen. Algunos por convicción; otros por conveniencia; unos cuantos porque si la patria dejara de estar en peligro ellos dejarían de estar entre rejas o alejarían para siempre el fantasma de la prisión. En todos los casos, al peligro le corresponde la salvación. Proclama que la patria está en peligro es entonces un acto de salvación. Quieren salvarse de la cárcel. Puede que también quieran salvarnos. ¿De qué o de quiénes? ¿Del neoliberalismo, del FMI? Pregunto: ¿No pueden esperar hasta las próximas elecciones? No, no pueden hacerlo, imposible hacerlo porque si la patria está en peligro hay que actuar con urgencia. Y que Dios y la patria nos lo demanden. Uriburu, Onganía, Videla, pensaban más o menos lo mismo. Con argumentos diferentes, pero movilizados por la misma pasión salvífica.
“La patria está en peligro”. Pero algunos están más en peligro que otros. “La que te Dije”, sin ir más lejos, es la más expuesta a estas torvas acechanzas. Dicho sea para despejar sombras: los riesgos de Ella no provienen del amor a la patria y otras ternuras por el estilo, sino de su amor a lo ajeno, como le gustaba decir a la amiga de mi abuela. El amor a los ajeno, claro está, y esa pasión irresistible de ella y de su marido- por acumular billetes. No deja de ser sugestivo, al respecto, que la única vez que contamos con el privilegio de verlo a Él arrodillado fue ante una caja fuerte. Ni las ilustraciones más pedagógicas respecto del “pecado del dinero”, hubieran expresado con más nitidez y elocuencia ese sincero e irresistible acto de idolatría.
“La patria está en peligro”. Es probable. Claro que es muy probable. Sobre todo si, continuando con las enseñanzas de Johnson, admitimos a continuación que en ciertas circunstancias la invocación a la patria es la coartada, el refugio de los sinvergüenzas. Y de los tontos, agregaría a continuación, para salvar el principio sacrosanto de no meter a todos en la misma bolsa.
“La patria está en peligro”. ¿Es tan así? Yo diría que tenemos problemas. Que la historia de la patria es la historia de sus problemas y también de sus resoluciones, de sus justicias y sus injusticias. Pero a la patria, aunque a los salvadores no les guste, no se la “salva”. ¿Es necesario recordar que no nos ha ido bien con los salvadores de la patria?. De derecha o de izquierda. A la patria se la honra, claro está, pero se la construye todos los días con trabajo, con esperanzas, con decencia. En política no hay “salvaciones”. Dejemos esos deseos a los religiosos que saben de lo que hablan. Porque en política todo llamado a la “salvación” es siempre un tributo al mesianismo, una convocatoria, un llamado implorante al déspota.
“La patria está en peligro”. La arenga se proclama un 25 de Mayo para sugerirnos que la proclama cuanta con el apoyo, tal vez la complicidad de los padres de la patria. Nada nuevo bajo el sol por parte de los amigos devotos de desfilar cara al sol ,como le enseñaron sus, para algunos, desconocidos maestros. No es la primera vez. Y me temo que no será la última vez que se recurre a la historia para prestigiar dudosas y miserables ambiciones políticas. No es la primera vez que la historia es la coartada preferida de los canallas para manipular conciencias y sentimientos.
“La patria está en peligro”. ¿Alguna vez lo estuvo? Claro que lo estuvo. Y en el siglo veinte para no irnos tan lejos. Estuvo en peligro con cada uno de los golpes militares. Estuvo en peligro cuando pensar, disentir podía significar la pérdida de la libertad o una condena a muerte. Estuvo en peligro cuando asesinar en nombre de una causa u otra se hacia invocando precisamente esos peligros. Estuvo en peligro cuando marchamos a una guerra irresponsable; estuvo en peligro cuando estuvimos a punto de mandar a nuestros hijos a morir en otra guerra contra nuestros hermanos chilenos; estuvo en peligro cuando un Brujo y una bailarina decidían los destinos de la Argentina.
“La patria está en peligro”. No. La patria no está en peligro. Si un peligro nos acecha es el de la inseguridad, la corrupción, la indigencia, las injusticias cotidianas, las dificultades para resolver problemas que arrastramos del pasado. Corrijo. No hay peligros, hay problemas, hay desafíos, hay compromisos. Problemas que se transforman en peligros cuando persisten y, sobre todo, en este caso, cuando los peligros se dramatizan, se exacerban, se manipulan con objetivos inconfesables.
“La patria está en peligro”. Y lo dicen porque se está gestionando un acuerdo con el FMI. Veintiséis acuerdos se celebraron con el FMI desde 1956 a la fecha. Nueve los hicieron los gobiernos peronistas. Pero claro, los hacían en nombre de la patria libre, justa y soberana. “La que te Dije” habló de catástrofe, tragedia y traición a la patria. Justamente ella. La abogada exitosa y multimillonaria, la consumidora compulsiva de créditos usurarios otorgados por Venezuela; la que no está entre rejas porque se atrincheró detrás de sus fueros.
“La patria está en peligro”. El único peligro que nos acecha es la salvación de los salvadores. Pero admitamos que puede que a la patria haya que salvarla todos los días. ¿Quiénes la salvan? Por supuesto ese honor no le corresponderá a la familia Moyano o a la familia Kirchner. Los exclusivos “salvadores” de la patria que podemos permitirnos son aquellos que Borges nombra con palabras sabias: “Un hombre que cultiva su jardín como quería Voltaire/ El que agradece que en la tierra haya música/ El que descubre con placer una etimología/ Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez/ El ceramista que premedita un color y una forma/ El tipógrafo que compone bien esta página que tal vez no le agrade/ Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto/ El que acaricia un animal dormido/ El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho/ El que agradece que en la tierra haya Stevenson/ El que prefiere que los otros tengan razón/ ESAS PERSONAS, QUE SE IGNORAN, ESTÁN SALVANDO EL MUNDO”.