I
I
El horizonte inmediato en Medio Oriente es la guerra. El objetivo de Israel es destruir a Hamás. La consigna para empezar a hablar de paz es la rendición incondicional y la devolución de los rehenes. Es lo que cualquier país exigiría después de haber sido atacado a traición con un saldo de cerca de 1.200 muertos. Pregunto: ¿Qué haría el gobierno de Estados Unidos si México, invocando que California y Texas le pertenecen, invade su territorio y mata, viola mujeres, tortura y toma prisioneros a los que somete a todo tipo de vejaciones mientras multitudes salen a las calles a festejar la "hazaña" de los soldados de Alá? A Pedro Sánchez, tan afligido por la salud de los terroristas, le haría una pregunta parecida. La respuesta en todos los casos sería la guerra, la guerra contra el poder político y militar que inició la ofensiva. Es decir, harían lo mismo que está haciendo Israel con una ventaja a su favor: en el mundo no habría una movilización de la izquierda y de las diversas y retorcidas versiones de judeofobia que provoca Israel.
II
No nos llamemos a engaño ni nos confundamos. El problema es Israel, el problema son los judíos. Pueden cambiar las excusas, cambiar algún adjetivo, pero en lo fundamental la judeofobia, la añeja, sanguinaria e impiadosa judeofobia que recorre la historia de la humanidad, se mantiene intacta. En ese punto Adolf Hitler y Josef Stalin no tienen demasiadas diferencias. "Haga patria, mate a un judío". Unos merecen ser ultimados en nombre de la raza superior; otros, en nombre de la ideología superior. En todos los casos los resultados son los mismos. La esvástica se da la mano con la bandera del martillo y la hoz; la bandera negra con la tibia y la calavera flamea al lado de la bandera roja. No hay vuelta que darle: el mejor judío es el judío muerto. Y lo que nunca se les debe perdonar es que estos infames hayan decidido no dejarse matar, es decir, hayan decidido defenderse y construir las armas y capacitar a sus hombres y mujeres para hacerlo. ¿Cómo pueden ser tan insolentes? ¿Cómo puede ser posible que los asesinos de ese otro judío nacido en Nazareth no aceptan morir mansamente? La judeofobia a la hora de los relatos suele ser de una dudosa y siniestra versatilidad: a los judíos se los odia porque son cobardes y también se los odia porque son valientes; se los odia porque encarnan el rostro más detestable del capitalismo, pero también se les imputa ser los forjadores del bolcheviquismo. Son cobardes y valientes, son religiosos y ateos, son burgueses y comunistas. Son el mal o como me dijera persignándose un curita viejo de mi pueblo: son la peste de la humanidad.
III
Lo cierto es que los judíos están obligados a dar explicaciones porque aspiran a vivir. Deben explicar y, además, pedir disculpas. También deben pedir disculpas porque en Israel las libertades civiles y políticas existen, y existen partidos políticos, y existen elecciones, y existe el derecho de criticar al gobierno. Es demasiado. Tal vez por eso sus vecinos declaran que el objetivo es arrojarlos al mar y matarlos como ratas. Pero a esas amenazas Israel no solo no debe prestarle atención, sino que además debe considerar que efectivamente son verdaderas y justas. Los judíos se tienen que ir por las buenas o por las malas de ese pequeño territorio que a fuerza de trabajo, creatividad, ingenio y sacrificio construyeron en nombre de su fe laica y religiosa. Ayer se les reprochaba no haberse defendido de la barbarie nazi; hoy se les reprocha defenderse demasiado bien. Víctimas o verdugos, siempre se merecen el infierno. "Los judíos asesinan palestinos", les imputan. Pero nadie dice una apalabra acerca de que sus paisanos de Jordania, Siria, Egipto y el Líbano mataron más palestinos que los judíos. La dictadura siria asesinó a mansalva, pero al mundo no se le movió un pelo, porque ya se sabe que lo único que importa es denunciar los supuestos crímenes de los judíos. Los principales corresponsales del mundo siguen con atención minuciosa lo que sucede en Medio Oriente porque saben que un palestino muerto por un judío es noticia mundial, noticia muy superior a las masacres contra africanos, por ejemplo. "Israel está en guerra contra Hamás", rezan los titulares de los diarios. Es verdad, pero es una verdad a medias. Lo que los amantes de la libertad debemos saber, lo que debemos tener presente, es que en esa franja árida, regada con sudor y sangre, con rezos y gritos de guerra, se juega el destino de la humanidad. O somos libres o somos esclavos de la superchería y el fanatismo religioso con su cuota de irracionalidad, delirio, locura y muerte.
IV
La madrugada del 7 de octubre pasado, es decir, hace casi tres meses, los "compañeros" de Hamás ingresaron a tierra de Israel decididos a matar sin contemplaciones. Alguien dirá: es la lógica implacable de la guerra. Hamás está en guerra con Israel y actúa en consecuencia. Ahora bien; ese ánimo combativo, ese espíritu guerrero inspirado en las leyes del Profeta, ¿incluía la violación y el martirio de mujeres y niñas? "Hay que entender el contexto", dicen los judeofóbicos para justificar el horror. ¿Qué contexto social, histórico, político, habilita que una multitud de sátiros y perversos violen a mujeres y luego las despedacen y paseen sus restos por las calles de las ciudades de la Franja de Gaza? Pregunto: ¿Dónde están las feministas movilizadas en las principales capitales del mundo ante semejante acto de barbarie, ante tremenda afrenta a la condición humana? Silencio. Esa es la respuesta. Violar mujeres es malo, es sucio, es sórdido, pero esa condena no alcanza a mujeres judías. Los masacradores de Hamás pueden violar mujeres y no rendir cuentas por ello. Después del 7 de octubre nos venimos a enterar de que hay violaciones justas, que los combatientes de la sagrada causa están habilitados para hacerlo.
V
Se dice de Hamás que es una banda terrorista. Y es cierto. Pero se dice menos que esa banda terrorista es, además, la autoridad política de la Franja de Gaza. Lo es desde 2005. Ganaron elecciones y después se quedaron en el poder previo masacrar a los palestinos que se les ocurrió decir o pensar que esa pretensión no era del todo justa. A sus camaradas de causa los mataron como a perros. Los persiguieron, los cazaron y después, desde los edificios más altos, los lanzaron al vacío. De esos jolgorios nocturnos en nombre del Profeta se sabe poco, porque los únicos palestinos que importan son los que matan los judíos. A los amigos izquierdistas habría que recordarles que en cualquier parte del mundo una organización como la de Hamás sería calificada de extrema derecha. Fanáticos, criminales, teocráticos, misóginos. Y tan corruptos, que a su lado Martín Insaurralde o Lazaro Báez son dos sonrosaditos y atribulados monjes de clausura. Los muchachos de Hamás no se privan de nada y reúnen los requisitos de una ultraderecha cerril organizada alrededor de los valores de la muerte. Aman la muerte y se jactan de ello. Estiman que derrotarán a Israel porque los judíos pretenden vivir, mientras que a ellos supuestamente no les importa morir. Una maravilla de chicos. A las amigas izquierdistas y feministas les recordaría que en la Franja de Gaza las mujeres son lapidadas, linchadas y sometidas a toda clase de violencia y discriminación. A las mismas amigas que con tanto celo defienden la causa de Hamás, les aconsejaría que "ni ebrias ni dormidas" se les ocurra ir hasta la Franja de Gaza a brindar esa solidaridad, porque sin exageraciones les aseguro que ante de las doce horas están expulsadas o algo peor. No exagero cuando digo que una mujer de "occidente" dispone de más posibilidades de vivir jugando a la ruleta rusa con cinco balas en el tambor que mudándose a la Franja de Gaza.