Por Ignacio A. Nieto Guil
Uno de los intelectuales de mayor renombre actual, es crítico de la era tecnológica y de la sociedad digital que reina en nuestros días. Las redes sociales, el big data, el constante flujo informativo, los likes, las selfies o la pornografía son algunas cuestiones que aborda en sus libros.
Por Ignacio A. Nieto Guil
Byung-Chul Han nació en Corea del Sur, país hoy mundialmente conocido por la serie "El juego del calamar" -serie digna de un ensayo crítico-, una tierra que nos resulta lejana y casi extraña a occidente, marcada por la producción tecnológica a gran escala mundial, pero que no ha dado a luz a grandes filósofos. Sin embargo, de quien nos ocuparemos en esta nota es uno de los pensadores más renombrados e influyentes del S. XXI. Nativo de Seúl, su crítica cultural a la "sociedad moderna" ha trascendido en la esfera del pensamiento.
Debió emigrar a Alemania, uno de los países que más filósofos aportó al mundo, sin saber nada del idioma ni mucho menos de filosofía; oficio que adoptó en la etapa final de sus veinte y tantos años cuando estudiaba en la Universidad de Friburgo. Se doctoró en 1994 con una tesis dedicada al pensamiento de Martín Heidegger y actualmente está volcado a los estudios culturales en la Universidad de Berlín.
Byung-Chul Han, se posiciona como uno de los intelectuales de mayor renombre actual. Resulta paradójico, sin duda, por su gran crítica a la era tecnológica y a la sociedad digital reinante en nuestros días: las redes sociales, el big data o dataísmo, el constante flujo informativo, los likes, las selfies o la pornografía, son algunas cuestiones que aborda en sus libros. Temas que, ciertamente, el pensamiento debe ir poniendo en jaque cada vez más, entendiendo los grandes males que conllevan y avecinan para la humanidad.
Además, sostiene que la sociedad genera cada vez más adeptos al cansancio y a la depresión por la "auto-explotación" y el "auto-rendimiento" que los individuos se infringen a sí mismos a causa de la presión del sistema «ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose», afirma el filósofo. En efecto, en la "La expulsión de lo distinto" asevera que el mundo vive bajo un "terror de lo igual", expulsando a quienes se diferencian a partir de una verdadera autenticidad que no es aquella impuesta y conforme al sistema. El ejemplo más palpable se encuentra en las redes sociales que es "una comunidad de lo igual" donde se reproduce el "yo" de manera incesante, al tiempo que, absurdamente, los sujetos buscan ser distintos a los demás en un vano esfuerzo para no parecerse a nadie. No obstante, en esa supuesta "diversidad" afluye el "infierno de lo igual" donde todos se asemejan. En este mundo de lo igual antes descrito se reprime el "silencio y la soledad" que el espíritu necesita para reflexionar y estar en sí mismo; verdadero ámbito de realización del ser ahogado en estos tiempos líquidos por la "hipercomunicación" y el "mundo del trabajo".
En uno de sus últimos ensayos publicados, "La sociedad paliativa", hace una elocuente crítica a la era de la positividad y del imperativo "sé feliz" (casi como un imperativo categórico kantiano o mandamiento moderno universal), donde los seres humanos se encuentran en un estado de anestesia permanente donde se esquiva el dolor. En "La agonía del eros" destaca «la exposición como mercancía intensifica lo pornográfico, pues no conoce ningún otro uso de la sexualidad». Y "En el enjambre digital" hace hincapié en que los individuos se aíslan, carecen de alma, no se manifiestan en una dirección o en una sola voz y se distancian, principalmente, del "otro" al mismo tiempo que los sujetos están hipercomunicados de manera virtual. Ya no existe la mirada, el rostro o el contacto interpersonal; las personas actualmente viven bajo la tiranía del narcisismo porque se carece de un "otro" de manera real en la sociedad del "yo" del "exhibicionismo" y del "consumo", entre otros.
Traducido a múltiples idiomas, de ensayos pequeños, oraciones cortas y citas a pensadores de donde toma conceptos centrales que han sido desarrollados en mayor profundidad que el autor surcoreano, sirviendo, de esta forma, como base para expresar sus ideas críticas a la sociedad globalizada.
En su último ensayo publicado en estos días, que se titula "No-cosas: quiebras del mundo de hoy" de editorial Taurus, el autor afirma: «Hoy estamos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas. No son las cosas, sino la información, lo que determina el mundo en que vivimos». Volviendo a acaparar los grandes temas que viene desarrollando en sus ensayos previos, nuevamente intenta arremeter con ingenio contra los aspectos negativos del "tecnologismo" que es, a mi criterio, el nuevo tirano ideológico cautivante de la "sociedad de masas" o, en términos del autor, se trata de un "enjambre digital" sin alma, sin sentido y sin expresión, atraídos por un ruido sin coherencia.
Estas nuevas formas de vivir en la era digital desarraigó al hombre de los aspectos más profundos de su vida. Es una invasión constante de estímulos que aleja a las personas de su raíz más íntima, es decir, de aquello que lo hace humano y por ende le permite trascender. En consecuencia, la tecnología pareciera reducir al hombre a un mero receptor de nuevos y renovados estímulos que no perduran en el tiempo, donde se «desmaterializa y descorporiza el mundo» falseando la realidad.
Byung-Chul Han es un autor que vale la pena a pesar de que enfoca gran parte de sus males contra el "neoliberalismo", pues, en este sentido, sería mejor hablar de "mundo moderno" o "posmodernidad". Es reduccionista arremeter con un slogan que suena como una etiqueta de puro tribalismo ideológico. Quizás se debería entender que el autor hace referencia más bien a la "sociedad de consumo" y aquellas pautas que hoy dirigen nuestras vidas y que se arraigaron con mayor firmeza luego de la caída de la cortina de hierro que dividió al mundo con independencia de estar apelando a una interpretación sistémica e ideológica de la realidad. Creo que esto es más propio de un sociólogo y no de un filósofo (con el mayor respeto a los sociólogos).
Más allá de ello, es certero en criticar a la "sociedad del placer" en esa búsqueda de analgesia permanente contra el presente para esquivar el dolor, la responsabilidad o la autenticidad. Así pues, el autor surcoreano pereciera esconder una metafísica en su crítica cultural que, si no es mucho pedir, debería emerger con mayor soltura para no quedar en la mera superficie de los estudios culturales que están de moda y de esta manera seguir desnudando los males verdaderos y profundos de los que muchas veces no somos conscientes pero que, sin embargo, están latentes en las complejas sociedades del S. XXI. En definitiva, si se entiende esto último, Byung-Chul Han será un autor que contribuirá a entender la revolución digital de nuestros días.
Los individuos se aíslan, carecen de alma, no se manifiestan en una dirección o en una sola voz y se distancian, principalmente, del "otro" al mismo tiempo que los sujetos están hipercomunicados de manera virtual.
Ya no existe la mirada, el rostro o el contacto interpersonal; las personas actualmente viven bajo la tiranía del narcisismo porque se carece de un "otro" de manera real en la sociedad del "yo" del "exhibicionismo" y del "consumo".