Por Raúl Emilio Acosta
Por Raúl Emilio Acosta
Cuando en su discurso de asunción, sobre diciembre de 2019, Perotti habló de narcotráfico, corrupción y cuentas por revisar, si algo faltaba que se quebrara con el socialismo, en ése instante se quebró.
Está claro, pero lo puntualizamos otra vez. El socialismo no es el radicalismo y el FPCyS era una alianza y hoy, si se mantiene para las elecciones de 2021, será otro.
La que es única y nos pertenece es la provincia. El excesivo jugueteo es peligroso para todos nosotros. Para todos. Cuidado. Lo que sucede no es bueno.
Lifschitz desea que a Perotti le vaya mal y retornar al poder perdido; ése síndrome de abstinencia no ha sido resuelto por el dirigente socialista y sus delegados.
No hay, en tales deseos de retorno, una infinita maldad y si, en cambio, una permanente desconfianza de partes y un deseo inatajable. Si a Perotti le va mal es posible que volvamos. Que vuelva yo, podría decir Lifschitz en una invocación personalísima. Perotti lo observa.
Lifschitz no fue y no será peronista. Hay una eruptiva con tal remoquete para el ingeniero, aún cuando algunos, en ciertas usinas juveniles del Instituto Patria, sueñan con cuestiones cercanas a la pesadilla.
Volver a la gobernación, allí está el asunto. Tal oscuro objeto del deseo personal acompaña a los mas cercanos a Lifschitz. Los radicales de la provincia, en un número que siempre será cercano a 500.000, no se expresan del mismo modo y no han resuelto una adicción al pequeño grupo de socialistas que comenzó con Binner, siguió malamente con Bonfatti y con estrépito con la Gobernación Lifschitz que, se recuerda, con un conteo "interruptus" obtuvo el cargo por menos de 1.500 votos. Es enfermizo y burocrático (ñoquis, puestitos, prebendas) el juego radical/socialista. Es visible.
Los radicales, en sus diferentes tonos de boina, tienen muchísimas intendencias y comunas, pero no poseer Rosario ni de pinta; ni la ciudad de Santa Fe mediante testaferros, pone a estos radicales en condición de caciquejos de un territorio extendido y un peso específico relativo. Muy relativo. Valen sus votos en el Senado a la hora de gobernar y sabotear. En las elecciones generales muy poco, todos confiesan la dependencia del presupuesto para Obras Menores mucho y muy mucho. Lifschitz debería advertir que el fracaso final de Bonfatti lo puso en esta situación : no manda sobre Jatón y Javkin. Perotti tampoco.
OTRA BOTA
Perotti gobierna, sus problemas y preocupaciones son los propios de una gestión y tiene dos destinos: gobernar bien una provincia que no recibió en buen estado y lograr una continuidad peronista en 2023. Es muy visible que su mirada sobre la provincia es diferente y sus obligaciones también. Sobre esas tareas opera Lifschitz.
Para febrero del 2021 el juego se complica para Lifschitz y se alivia (aparentemente) para Perotti. La llegada de Sukerman a un ministerio político, desperdiciado con Esteban Borgonovo, pone a un sureño con espaldas ideológicas y capacidad de gestión en la pedana. Nada es sencillo con Sukerman, que en las "chicanas" devuelve golpe por golpe. Además gestiona. Tiene espaldas familiares, es segunda generación de políticos. No es la sonrisa de Alejandra Rodenas de Llonch. Pesa. Lifschitz solo no alcanza. Tampoco los tuiteros. Corach y Pusineri son dos ministros tiempo completo que suman cuerpo al discurso de Perotti. Se suman a la Martorano y al ministro emplumado, que ya no divierte ni enfurece a los opositores. Hay otro juego mediático. Corruptos a juicio, charlatanes a la feria.
¿Quién ayuda a Lifschitz? Bonfatti, que debe resolver desde la nada misma la primera elección, la del PSP, acaso pida protección a Lifschitz. Perdón: hay elecciones para 1500 socialistas. Já. Bonfatti es pasado. Su almanaque compartido con "Los monos" lo deja expuesto al cachetazo. No es un salvavidas, todo lo contrario. Nadie cree que sirva Bonfatti para definir candidaturas o mandatos al ser titular nacional del PSP, como tampoco serviría que la primera mujer en la lista de Diputados Nacionales, cargo en disputa, por personeros y familiares, entre Mónica Fein y otra militante. Nadie, en el sur, cree que Fein colecte votos. Demasiado cerca su fracaso: fundió la Intendencia de Rosario. Se reconoce que, en grado de conocimiento, lo suyo es 100 por 100. No la recuerdan con alegría. Hoy ella encabezaría las ganas de la lista de Diputados Nacionales del FPCyS. Perotti no es quien define esa lista por el peronismo. La suya es una opinión. Patria y Balcarce también opinan.
Eduardo Di Pollina pide jugar mas. Sabe y puede. Tiene historia. Los muchachitos que vienen a conversar con Javkin creen que son los que gobiernan y en rigor son hijos o sobrinos de militantes y nunca, nunca jugaron a la descubierta. Crecieron con sus padres siendo gobierno. La vida se vive diferente con una cuenta sueldo que libera las dudas en el Súper Market. Largar esa teta fue/es/ será traumático.
Día por día se reúnen los viudos del socialismo mientras Javkin y Jatón conversan protocolar y económicamente con Perotti y atención. También con Balcarce 50.
LA PESTE NO AYUDA
Así como la Peste demoró un año la gobernación Perotti, el repaso de las declaraciones de Lifschitz sobre Covid19 lo dejan, al igual que a CFK, en un plano lejanísimo de la aflicción y el compromiso.
Llegaremos a las elecciones con la Peste encima y las vacunas a media asta. Perotti gobernando se salva. No tiene que robar ni entregar las arcas, con eso alcanzaría. Lifschitz, sin candidaturas personales, no la tiene sencilla. La pregunta que le hacen es : ¿Miguel, con quien enfrentamos el nuevo gabinete y su discurso? Cri.Cri.Cri.