La frase es atribuida a Yabrán. Y, por favor señor corrector, no complete los datos, deje que quede así: Yabrán a secas. Después, en la nota, se explica la mención con solo cinco letras, pero, realmente, quien no sepa de qué se trata o de qué se habla cuando se menciona a Yabrán, o al Caso Yabrán, no sabe del tema Política/Poder/Corrupción y Negociados en el Estado Argentino.
Pero, la cuestión aquí no es la historia de Alfredo Enrique Nallib Yabrán, acaso un ejemplo mayor del juego sucio que nos compromete a todos. La frase, "el poder es impunidad", se le atribuye. Era, como todo cerebro dedicado al mal y a la perversión, un bisturí cortando la realidad cruelmente y, por tanto, puede ser que la haya dicho. Es una frase dura que hace reflexionar. No es nueva la sentencia. El poder corrompe.
Desde el fondo de los tiempos las sociedades tienen una cita con la cúspide, con lo más alto, con la cima del poder. Con la corrupción, con la oscuridad de los pasillos y la traición como estandarte. La lucha en las sociedades es por el poder. Se supone que para sostener, mejorar la sociedad. La historia nos devuelve una carcajada. En la cima lo que aparece es la posibilidad del libre albedrío. Se compra, se viola, se mata con total impunidad. No existe pecado en lo alto del poder.
"Pegarle a las minas"
Aparecida en la segunda mitad del siglo XX, la condena social en nuestras sociedades -en otras aún no (judicial, con leyes, digesto, etc)- por pegarle a una mujer y el consiguiente cambio de modos, usos y costumbres -o, si prefieren, el cambio de paradigmas-, arrastra una falsedad: la pena que se impone por este crimen. Parece una broma. Pienso muy mal: los castigos los escribieron varones golpeadores y los aceptaron mujeres distraídas o cómplices. La única salida, que no es la mejor pero es la única, es la condena social.
El caso particular, el de Alberto Ángel Fernández, porteño… y abogado, remite a esa salida. No tendrá pena, la condena social es mayúscula. No alcanza pero es lo que hay. Duda: ¿La violación, la violencia, las cachetadas, las borracheras, las infidelidades y los años de manoseos, toqueteos y francachelas quitarán atención a su calificación: corrupto con pruebas visibles y la posibilidad de una condena por muchos años? Donde la cuestión, como sociedad, adquiere otra dimensión es en dos puntos: lo sabían y lo aprobaban. Lo perdonaban y compartían con él. ¿Qué compartían? El Poder (así, con mayúsculas). El Poder.
Mirá tambiénJavier Milei o cómo sobrevivir a los FernándezDesde el jueves 8 de agosto de 2024, que la situación se convirtió en cosa pública, el golpeador Fernández fue tema central; una seguidilla, prácticamente una cadena nacional. Ex presidente golpeaba a su mujer. El tema adquirió una dimensión que nos pone en el punto antes mencionado. Era impune. La impunidad se terminó. Descubierto su juego, Yabrán, el hijo de aquellos inmigrantes libaneses y maronitas, acomodó una escopeta sobre su garganta y se suicidó. En su tango "Desencuentro", Cátulo Castillo da otra salida: "Ni el tiro del final te va a salir".
Donde es necesario pararnos es en el "todos sabían". ¿Quién, cuándo, cómo? Asombra escuchar a colegas periodistas sosteniendo que el tema era conocido. El de las infidelidades y el de las golpizas. Lo sabían pero no lo investigaron. De los compañeros de ruta de Fernández ni hablar. El juez Julián Ercolini, encargado de investigar un robo, un tráfico de influencias y una corrupción de Alberto Fernández, su secretaria y el marido de su secretaria, ve ciertas fotos y sospecha ciertas cosas.
Salió a tirarle/cazar patos con una escopeta de perdigones y volteó un elefante que venía volando. No es sencillo de explicar. Perdigones matando elefantes. Hum. Más fácil es explicar las filtraciones. En el juzgado de Ercolini es difícil esconder un elefante. Rompió una regla de la historia: "Lo que sucede en Las Vegas se queda en Las Vegas". Lo que sucede en Olivos, la residencia presidencial, se queda en Olivos. Sí. No. Veremos. Está por verse.
Soy "un normal". Creo que la golpeaba, que su mujer estaba prácticamente secuestrada, que su vida corría peligro, que Alberto Ángel Fernández es una persona que denigra la condición humana, abusando de la impunidad que otorga ser poderoso, así sea poderoso por delegación (la poderosa siempre fue CFK). También, lo repito, el castigo por estas iniquidades es mínimo comparado con el revuelo que provocan por eso, por lo infrahumano y por la impunidad de quien los realiza.
Preguntas, preguntas y más preguntas
La crónica nos debe varias respuestas. ¿Cómo vive Fabiola y quién lo paga? ¿Cómo vive Fernández y quién lo paga? ¿Cómo vivirán desde ahora y hasta el día del Juicio Final? ¿Se recuperará Fabiola de este trauma? ¿Podrá salir a la calle Alberto Fernández? ¿Seguirán las causas contra él por temas que sí tienen cárcel y condena?
Ojo, hay más preguntas. ¿Es esto una pantalla de humo inmensa por cuestiones que le convienen esconder a Javier Milei? ¿Queda Milei solo en el escenario debido a estas cuestiones pedestres, menores si las comparamos con la hambruna y el mal vivir argentino? Oscuras preguntas. ¿Pagó alguien -joven- del "grupo Milei" para que esto saliese sobre esta fecha y en estas condiciones (repito, prácticamente cadena nacional)? El peronismo sabía y consintió. ¿Cuántas personas viajaron a España antes del mes de agosto y por qué?
Es necesario detenerse en otro juego de roles y de códigos. A juzgar por todos los trascendidos, Alberto Ángel Fernández era un hombre "mariposón"… buscando en cada mujer una posible conquista. Una mariposa aleteando de flor en flor. Estado de sospecha permanente. Eso pone a toda persona, toda foto, toda visita de una mujer a Fernández Presidente, Fernández Ministro, Fernández Profesor (ojo con esto, Profesor por muchísimos años) en "estado de sospecha". Y el eje es este: eso es privadísimo.
No es ya que le pegue a su mujer, que están discutiendo si es federal o civil el delito. Ufff. No. No señor, de lo que se trata, como extensión, es de la totalidad de sus encuentros. Se ha roto un código. Y es necesario puntualizarlo ya, ya mismo. No importa tanto con quién, cuándo y de qué modo esos encuentros amorosos se realizaron (todo mal, si quiere entenderlo así) sino que ha quedado la puerta abierta para los encuentros que acaso tengan -no lo sé, pero puedo suponerlos- las actuales autoridades.
Vaticino un futuro de fotos y filmaciones de los dueños actuales del poder: Javier y Karina. "El poder es impunidad", sostenía impávido Yabrán. Bueno, puede ser. Impunidad no es eternidad. Eso es seguro. La puerta está abierta. ¿Se conocerán alguna vez, si es que existen?
No me pregunten a mí, soy periodista, soy el que hace las preguntas.
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