Miércoles 30.10.2024
/Última actualización 22:44
Las políticas tecnológicas fomentan el desarrollo y el empleo de tecnologías para mejorar la calidad de vida de la población. Tienen impacto en diversos campos, como ser economía, seguridad, salud, medio ambiente, educación y gobernanza. En ese contexto, para impulsar y encausar las iniciativas públicas de Investigación, Desarrollo e Innovación, (habitualmente indicadas por las expresiones I+D+I o I+D+i), es fundamental la articulación entre los sectores privado, público y académico.
Las soluciones de Govtech y Civictech son la clave. Las primeras incluyen tecnologías para aumentar la eficiencia interna de los gobiernos; las segundas se enfocan en el uso de tecnologías para fortalecer la participación ciudadana. La incompatibilidad entre sistemas es un punto crítico, ya que los gobiernos suelen implementar soluciones tecnológicas sin considerar la interoperabilidad con sistemas existentes, lo que puede generar ciertas redundancias. Otras vulnerabilidades son las carencias de habilidades digitales de los recursos humanos, la resistencia al cambio y la elevada dependencia de proveedores externos.
Las smart cities contemplan el uso de tecnologías para mejorar los servicios municipales, la concertación con diversos actores sociales, la toma de decisiones basadas en datos, el cuidado del medio ambiente, la movilidad sostenible, poniendo especial énfasis en el peatón, en ampliar la accesibilidad a bienes y servicios públicos, y en garantizar la igualdad de oportunidades. La Unión Europea (UE) es un gran promotor de innovación y desarrollo de ciudades inteligentes. El 75% de la población de la UE vive en zonas urbanas (en América Latina la población urbana es del 93%).
La UE prioriza el cuidado del medio ambiente. En 2022 anunció las ciudades que participarían en la misión "Cien ciudades inteligentes y climáticamente neutras de aquí a 2030". Las ciudades tecnológicas que más destacan en Europa son Copenhague, Estocolmo, Munich, Berlín, Londres y Barcelona. Cada una se enfocó en un campo singular. Copenhague se caracteriza por la innovación vinculada a las energías renovables; Estocolmo se especializa en biomedicina y tecnologías aplicadas a la salud; Munich se destaca por su innovación centralizada en grandes empresas innovadoras como BMW o Siemens; Berlín es muy atractiva para emprendedores e inversores de riesgo vinculados con la tecnología, y Barcelona tiene su valor diferencial en la biomedicina y las TIC.
En Argentina la ciudad de Córdoba presenta un modelo interesante de articulación orientado al desarrollo sostenible. La ciudad capital impulsa el surgimiento y fortalecimiento de asociaciones públicas privadas académicas. Cuenta con un ecosistema compuesto por universidades, industrias, un polo tecnológico que abarca diversas verticales, startups, incubadoras de empresas, aceleradoras, y una marcada cultura orientada a la colaboración entre sectores productivos.
Un valor diferencial es la existencia de la Agencia para el Desarrollo Económico de Córdoba (ADEC), organismo mixto (público-privado) que trascendió diversos gobiernos, convirtiéndose en una política de Estado. Córdoba, además, posee el Fondo Córdoba Ciudad Inteligente, creó la Secretaría Ciudad Inteligente, desarrolló el Laboratorio de Innovación Pública CorLab y apuesta a la recuperación de espacios públicos. Las particularidades se completan con el peatón como figura central en materia de tránsito, digitalización de trámites, aplicaciones para ver el recorrido de colectivos, ciclovías, economía circular, y un creciente proceso de internacionalización.
En Estados Unidos se desarrollaron ciudades como Boston, que cuenta con más de setenta universidades y es líder en patentes per cápita y en inversión de capital riesgo per cápita. Se destaca por su avanzada digitalización, por el empleo de cámaras para el tráfico y el uso de sensores acústicos para identificar disparos de armas. Y San Francisco, en la otra costa, presenta un robusto ecosistema empresarial; la proximidad a Silicon Valley explica bastante el desarrollo de esta ciudad inteligente. Otro caso es Nueva York, que figura en todos los rankings de ciudades inteligentes, ya que emplea tecnologías para mejorar la infraestructura urbana. Fue pionera en la adopción de vehículos eléctricos y desarrolló un gran ecosistema empresarial: Silicon Alley. En esta ciudad se utilizan sensores para medir el consumo de agua, los niveles de residuos en los cubos de basura, y la calidad del aire.
En el caso de Rusia, aunque posee muchas ciudades, aproximadamente dos tercios de ellas son pequeñas localidades. Solo Moscú, San Petersburgo y Kazán se encuentran en la etapa de desarrollo denominada "Ciudad Inteligente 3.0", lo cual implica la participación de los ciudadanos en la innovación. Varias ciudades rusas cuentan con sistemas de pago electrónico y seguimiento del transporte público. Moscú opera casi 500 autobuses eléctricos como parte de una iniciativa de transporte público verde y utiliza sistemas de videovigilancia para la identificación criminal en multitudes.
En Japón, Fujisawa Sustainable Smart Town es un proyecto de smart city construido por Panasonic. Es un barrio de Fujisawa, situado a unos 50 kilómetros de Tokio. En este lugar, todas las casas cuentan con paneles solares y sistemas inteligentes de monitorización, lo que posibilita medir en tiempo real el consumo de energía, tanto en el hogar, como en la comunidad. En términos de sostenibilidad, la localidad se fijó objetivos vinculados con la reducción de CO2, ahorro de agua, uso de energías renovables y un plan de recuperación para casos de desastres naturales, que prevé una autonomía de electricidad y alimentos de tres días.
China merece un párrafo aparte. Implementó diversos proyectos de ciudades inteligentes que priorizan la seguridad. Esto abarca desde el tránsito hasta la prevención de crímenes. China tiene potencial para convertirse en proveedor mundial de ciudades inteligentes en virtud de su gran desarrollo de cámaras de IA, sistemas de reconocimiento facial, análisis de grandes datos y redes 5G. Una singularidad de China es su pragmatismo en la arena global: vende de todo, excepto ideología. En el plano interno prevalece una visión centralista del Estado.
Los avances tecnológicos generan bienestar, pero también acarrean sus riesgos. La tecnología, por ejemplo, cuando se vincula con el delito, genera problemas principalmente en regiones como Latinoamérica y el Caribe, donde solo nueve países, de treinta y tres, son parte de la Convención de Budapest concerniente a Cibercrimen. El profesor Boris Saavedra, del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa, reveló más de 1.600 intentos de ciberataques por segundos en esta porción de América. Los ataques más frecuentes son malwares, ransomware y phishing.
María Angélica Castillo Ríos, la experta en ciberseguridad, brindó los nombres de IA que usan los ciberatacantes: FraudGPT, XXXGPT, WolfGPT, PoisonGPT, WormGPT. Las estructuras críticas, las finanzas, las energías y la educación son los sectores más atacados. En este laberinto de algoritmos germinó un nuevo fenómeno social producto de la revolución digital. José María Lassalle lo denominó: Ciberleviatán.
(*) Magíster en Smart Cities, internacionalista, especializado en Seguridad en Estados Unidos. Profesor de Políticas Tecnológicas para el Desarrollo en la Universidad Siglo 21.