Por Dr. Roberto Miranda (*)
Por Dr. Roberto Miranda (*)
Las relaciones internacionales son mucho más de lo que a menudo se piensa o se cree. No solo es la competencia entre Estados Unidos y China por el liderazgo mundial, la invasión rusa a Ucrania o la crisis permanente en Medio Oriente, también es el fenómeno migratorio, los problemas del cambio climático o el creciente crimen organizado transnacional.
En el conflicto o en la cooperación, la guerra o la paz, no solo participan los estados para determinar las relaciones entre ellos, también inciden las sociedades civiles y sus organizaciones no gubernamentales, articulando relaciones intersocietales. El mundo, hoy, sigue siendo interestatal, pero también es transnacional. Es internacional y es global, asimismo ahora es planetario y es local.
Los cambios en los modos de producción, empleo y consumo, la diversidad comunicacional, y sobre todo el impacto tecnológico marcando la era digital, han planteado escenarios impensados en los cuales se juegan la riqueza, la fuerza y las ideas. No alcanza con solo conocer geopolítica o economía mundial, también hay que tratar de indagar sobre las expectativas, creencias y culturas que mueven a las personas y a las sociedades.
Entonces, las identidades, como las capacidades materiales y las interrelaciones para el reconocimiento de terceros por encima de las fronteras nacionales, se han transformado en ejes de estudio de las relaciones internacionales. Por ello, es clave conocer los discursos, comportamientos y espacios en los que se entrecruzan las relaciones entre los estados y entre las sociedades al interior de un país y de diferentes países.
No solo esas aristas inquietan en el estudio de las relaciones internacionales, también la velocidad del cambio y la incertidumbre de los escenarios despiertan nuestra atracción por desentrañar sus orígenes, cómo se mueven los intereses en torno a ellos y qué vínculo existe entre lo nuevo y las experiencias del pasado. Es difícil ser predictivo en relaciones internacionales, pero es posible saber de los mecanismos que estructuran esas relaciones.
La historia diplomática, el derecho internacional, como las estrategias militares y el comercio exterior, nos describieron y explicaron muchas cuestiones que han marcado el derrotero de la humanidad. Sin embargo, las relaciones del presente siglo nos trazan una perspectiva más amplia y más profunda. La hostilidad, rivalidad y amistad, con sus matices, nos empujan a mirar de otra forma a los hechos y a las emociones, a la realidad y a los deseos.
Por supuesto que la naturaleza política de las naciones y de las sociedades es la misma, sin duda, pero lo que procesan y generan no es solo consecuencia de esa naturaleza, también intervienen otros factores como la psicología de los líderes, los vínculos de significación social, los medios alternativos en la producción económica, por citar algunos, que moldean las relaciones entre los actores estatales, intergubernamentales y no estatales.
Esa variedad hace de la disciplina Relaciones Internacionales una matriz en la cual la interdisciplinariedad nos ayuda a conocer mejor lo que le pasa a la ciudad y al país en el mundo, y también nos ayuda a pensar acciones para que la ciudad y el país puedan estar presentes e insertos en el espacio regional y global.
(*) Director de la Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Santa Fe.