Por Germán de los Santos
Por Germán de los Santos
El 31 de diciembre a la madrugada, Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schilacci llegaron a una tapera sucia y abandonada en las afueras de San Carlos Sur, donde un viejo amigo de uno de los prófugos decidió aportarles un escondite y unos días después traicionarlos para cobrar una recompensa.
Se habían escapado cuatro días antes del penal General Alvear con la complicidad de los efectivos del servicio penitenciario bonaerense. Luego le dispararon en Ranchos a dos policías que hacían un control de rutina. Y después decidieron recorrer más de 460 km para esconderse en territorio santafesino.
La huida de estos tres reos acusados del triple crimen de General Rodríguez, en el que se entrecruzan una trama narco y política, dejó al descubierto todo un sistema judicial y policial resquebrajado por la corrupción y la impotencia de no poder domar estas muestras de ineptitud para perseguir el delito.
Los tres prófugos se burlaron de todo ese sistema enclenque, a sólo unos días de que asumiera el presidente Mauricio Macri con un discurso basado de manera casi metafísica en el cambio. Primero, tratando de perseguir a los prófugos, dos comandos de elite de Gendarmería se enfrentaron entre ellos y dos efectivos resultaron heridos. No murió nadie de milagro, por cómo quedó la camioneta que apareció meses después escondida en un puesto de la ruta 168.
Mientras unos 600 efectivos de las fuerzas federales buscaban a los prófugos en los cañadones de San Carlos, San Agustín y Matilde, los hermanos Lanatta y Schilacci paseaban en bicicleta por la peatonal San Martín en busca de contac para plotear una camioneta para que pareciera de Gendarmería.
Tres días después, Martín Lanatta se entregó en Cayastá. Y dos días más tarde sus dos cómplices. La causa más seria y comprometedora que enfrentan estos tres hombres se investigó en Santa Fe, donde en marzo próximo está previsto que se realice el juicio oral. En la investigación que llevó adelante el fiscal Estanislao Giavedoni se reconstruyó casi minuto a minuto la huida de los convictos.
El fiscal los acusará de delitos que tienen una pena de 15 años. Y si todo sale como se prevé los hermanos Lanatta y Schilacci cargarán por primera vez con una condena sobre sus espaldas. Será algo palpable, ajustado a derecho, con pruebas. Y mostrará con este caso que hubo más rumores que certezas, sobre todo cuando estalló la polémica cuando el sábado 9 de enero sólo había uno de los tres prófugos apresados, que era Martín Lanatta.
Desde el gobierno nacional se agitaron versiones que nunca se pudieron confirmar y que con el paso del tiempo fueron perdiendo peso. Incluso, la propia ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich afirmó el 11 de enero pasado en el salón de actos de una escuela en Helvecia que “hubo información falsa” para despistar la captura de los tres evadidos, y que iba a presentar una causa penal. Nunca se inició ningún expediente. Pero esta polémica provocó que la relación entre el gobierno nacional y el de Santa Fe estuviera atravesada por la desconfianza, que el propio gobernador logró saldar después de reunirse con el presidente Mauricio Macri a solas, en septiembre pasado, cuando se negociaba el acuerdo de seguridad.