Corría el mes de diciembre de 1851 y el clima político de la Confederación Argentina se encontraba en ebullición. El 1º de mayo, desde Concepción del Uruguay, el gobernador de Entre Ríos y comandante del ejército de operaciones Justo José de Urquiza, se había pronunciado contra Juan Manuel de Rosas, quien desde su posición de gobernador de Buenos Aires (con la suma del poder público) y encargado de las relaciones exteriores de todas las provincias, manejaba los hilos de la política argentina.
Había sorteado todos los contrastes desatados después de la muerte de Estanislao López (1838). Las sucesivas sublevaciones correntinas, la invasión de Lavalle, la conspiración de Maza, la Coalición del Norte, el levantamiento de los estancieros del Sur, el bloqueo francés y el anglo - francés, la guerra con Bolivia y Perú confederados, las conspiraciones de los unitarios desde Montevideo. A todo le había hecho frente con rigor y convicción al grito de "Viva la Santa Federación, Mueran los salvajes unitarios".
En estas guerras que involucraron a todo el cono sur (Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, Perú y el Imperio del Brasil) y a dos potencias europeas, contó Rosas con grandes jefes, los generales Pascual Echagüe (gobernador de Entre Ríos por diez años y otros diez de Santa Fe), Manuel Oribe (presidente del Uruguay entre 1835 y 1838) y Justo José de Urquiza (gobernador de Entre Ríos desde 1842).
Hacia 1850, cuando se cerró el último tratado con las potencias bloqueadoras, Rosas disfrutaba de un prestigio internacional consagrado y era temido por los gobernantes de la región (Brasil, Uruguay). Parecía que por fin la Confederación estaba pacificada, Urquiza comandaba el principal ejército y Oribe sitiaba a Montevideo desde 1843.
El pronunciamiento de Urquiza
Pero la realidad era otra. El general Urquiza ya hacía tiempo que estaba disgustado con Rosas. Ya en 1847 había dado muestras de desacuerdo al firmar con Corrientes los tratados de Alcaraz que fueron desaprobados por el "Restaurador". Ahora estaba disgustado por las últimas medidas tomadas en Buenos Aires que ponían fin a ciertos mecanismos mercantiles que beneficiaban a Entre Ríos y a su gobernador. El ingreso por Montevideo de productos europeos que pasaban luego a Buenos Aires sin ser afectados por la Ley de Aduanas, y la extracción de oro que encontraba en la Mesopotamia una vía de fuga incontrolada.
Las protestas de Urquiza frente a las medidas correctoras tomadas por Rosas, abrieron los ojos de la diplomacia extranjera que vieron en el entrerriano al líder potencial de una posible sublevación. Las sospechas se confirmaron prontamente. El 1º de mayo de 1851 el gobierno de Entre Ríos aceptó la renuncia que Rosas periódicamente presentaba a sus funciones de representante ante el extranjero de las provincias confederadas.
Lo hacía en términos que confirmaban la postura constitucionalista de los federales del litoral, desde Estanislao López, dejando firmemente planteada la ruptura, mientras se consolidaba una alianza con el Imperio del Brasil (tratado de octubre de 1851) y el gobierno de Montevideo, apoyado este en las potencias de Europa. Corrientes siguió enseguida el camino marcado por su vecino y el Paraguay expresó su afinidad con el proceso iniciado. El ejército brasileño y la armada imperial se movilizaron, mientras Urquiza invadía el Uruguay y obligaba a Oribe a poner fin al sitio de Montevideo.
La reacción de las otras provincias fue altamente condenatoria para Urquiza y a la consabida leyenda partidaria se agregó: "Muera el loco traidor salvaje unitario Urquiza". Como medida precautoria, el gobernador de Santa Fe, General Pascual Echagüe, se puso en campaña y delegó el mando en Urbano de Iriondo el 15 de octubre.
La posición de Echagüe se vería comprometida si avanzaba Urquiza sobre la provincia, pues el gobernador santafesino se había constituido en uno de los principales pilares del rosismo en el país. Además no contaba con fuerzas suficientes para obstaculizar el paso de Urquiza desde Entre Ríos que había remontado un ejército de veinticinco mil hombres. No era el caso de la invasión de Ramírez de treinta años atrás, cuando López la anuló con facilidad en el combate de Coronda.
El "Ejército Grande" avanzaría de manera incontenible apoyado por la flota imperial del Brasil. Por lo que la mejor estrategia parecía ser la dispuesta por Rosas, quien reunió poco más de veinte mil hombres para esperarlo en el mismo territorio de Buenos Aires.
Es por ello que Pascual Echagüe decidió sumar sus pocas fuerzas (unos 700 hombres) al ejército de Buenos Aires y hacia allí se dirigió. Entre los generales que acompañaban a Urquiza marchaba el exgobernador santafesino Juan Pablo López, quien comandaría la vanguardia, y fueron sus tropas las primeras en pisar territorio de la provincia.
El pronunciamiento santafesino
Es el mismo gobernador delegado Urbano de Iriondo quien narra las alternativas del pronunciamiento santafesino en sus "Apuntes". Cuenta que el gobernador delegado de Entre Ríos, Antonio Crespo, había acordado con su hermano Domingo que avisaría cuando el ejército iniciara su cruce para que, simultáneamente, Santa Fe se pronunciara contra Rosas.
El cruce se inició el 23 de diciembre, por lo que al día siguiente, Vísperas de Navidad, la ciudad declaró su adhesión a la causa urquicista y se puso sobre las armas con la protección del Comandante Luis Hernández llegado de Paraná. Previamente, el último comandante que respondía a Echagüe, el coronel Manuel Febre, abandonó la ciudad con su escolta para unirse a su general.
El pronunciamiento formal contra Rosas tuvo lugar en la Aduana al día siguiente. En plena formación de los cívicos en el patio central del edificio, se dio una proclama al grito de "¡Viva el General Urquiza! ¡Muera el tirano Rosas!". Un cuerpo de negros intentó alguna resistencia pero fue reducido en el acto.
En ese mismo día de Navidad, el gobernador delegado Iriondo convocó al vecindario a la plaza mayor, y enfrente del Cabildo, como a las 11 de la mañana, se procedió a votar un gobernador interino, resultando electo Don Domingo Crespo. El día anterior habían llegado nuevos refuerzos de Paraná al mando del coronel José María Francia, pero hubo militares como los coroneles Ramírez y Díaz, que decidieron partir en seguimiento de Echagüe, temerosos de que este regresara a sofocar el levantamiento.
Caseros (3 de febrero de 1852)
El General Echagüe, ante la imposibilidad de enfrentar al ejército de Urquiza, se internó en el territorio y buscó la forma de llegar a Buenos Aires para sumarse al de Rosas. Muchos de sus hombres lo iban abandonando y regresaron a la ciudad donde Crespo los recibió sin represalias.
El general santafesino Juan Pablo López dio uno de los primeros combates exitosos de la campaña urquicista, al enfrentar a una avanzada porteña que comandaba el Coronel Hilario Lagos, en "Campos de Álvarez" el 31 de enero de 1852. La inacción del General Pacheco facilitó el avance.
Finalmente, el 3 de febrero de 1852, caía el general Rosas batido por el ejército de Urquiza en los campos de Caseros. Tanto Rosas como Echagüe partirían rumbo al exilio en el mismo barco inglés. Rosas no regresaría y Echagüe sería prontamente convocado por Urquiza para sumarse al proceso de la organización nacional, desempeñando todavía una larga vida pública.
La noticia de Caseros fue celebrada en Santa Fe y el 29 del mismo mes la nueva Legislatura designó gobernador titular a Domingo Crespo para el período 1852 - 1854. Fue el último mandatario del Estado autónomo de Santa Fe surgido en 1815 y el primero de la provincia argentina integrante de la República surgida en esta misma ciudad el 1º de Mayo de 1853, al dictarse la Constitución Nacional.