Nos escribe Mauro (29 años, Santa Fe): "Hola Luciano, ¿cómo estás? Te escribo por la consulta de un amigo, que está con una situación complicada y queremos ayudarlo. Le pasa que está con un tema familiar y no tiene plata para ir a terapia. Encima no tiene trabajo y los amigos estamos preocupados porque lo vemos bajoneado. Le dijimos que nosotros podíamos darle una mano y pagarle las sesiones entre todos, pero ¿le servirá igual? No nos gusta que se aísle, le escribimos para estarle encima, pero ¿hasta qué punto es bueno? Lo que puedas decir al respecto nos viene joya".
Querido Mauro, muchísimas gracias por tu mensaje. Te confieso que me sorprendió un poco recibir una consulta como esta. Tu carta incluía un detalle de la situación de tu amigo, pero para cuidar su intimidad, lo quité. Creo que puedo responderte independientemente de que ese aspecto sea referido.
Lo central de tu consulta –como bien decís– es "la consulta de un amigo". Es lo que les ocurre a muchas personas, que quisieran que sus parejas, familiares o amigos vayan a terapia y a veces estas no quieren y otras no pueden. Es curioso que la primera intención que surge es la de "Lo mandamos a terapia".
Muchas veces este recurso es útil, te diría que el valor de los honorarios no es lo más importante en un primer momento -porque otros podrían ocuparse del costo monetario-, pero si la persona que asiste está implicada con el tratamiento ahí estará su pago. No será gratis. En el caso de tu amigo, no estoy seguro de que esto sea lo determinante, aunque sí pienso que podemos ver algunas estrategias de contención para este momento.
Cuando se quiere mandar a alguien a terapia, es porque de alguna forma nos sentimos impotentes. Ya no sabemos qué hacer. Fijate este detalle de tu mensaje: después de decir que tu amigo "está con un tema", dos veces decís "no tiene" (plata y trabajo). Es como si creyeras que si tu amigo tuviese (algo), su vida sería más sencilla. En efecto, la oración "está con un tema familiar y no tiene plata" construye una particular reflexión causal, como si contar con dinero fuese la solución para el problema familiar.
Por cierto, muchas veces ocurre que quienes tienen recursos (sean económicos o de otra índole) no por eso los utilicen para elaborar sus conflictos. Más bien puede ser que se aferren a aquello que poseen, con temor a la pérdida, mientras que lo central para iniciar un proceso terapéutico es reconocerse como carente, independientemente de lo que se tenga.
En tu relato, querido Mauro, la afirmación de esos dos "no tiene" creo que va en esta dirección, la de situar que tu amigo necesita ayuda. A través de esta indicación puedo darme cuenta de que tenés empatía con lo que le ocurre a tu amigo y que tu solidaridad no es algo que le quieras imponer.
En efecto, esto es lo primero que quisiera decirte: ¿cuándo ayudar a otro? Cuando no lo hacemos para quedarnos tranquilos nosotros, con la demanda implícita de que ya no esté más angustiado, para no angustiarnos nosotros.
Por otro lado, me parece interesante que digas que vos y tus amigos están preocupados. La preocupación es un tipo puntual de acompañamiento; a veces alcanza con tener presente al otro, estar pendiente y hablar el idioma del "a buen entendedor". Cuando alguien atraviesa un momento difícil, forzar a la palabra no es muy útil, quizá mejor dejarla venir a su debido tiempo y estar ahí para escuchar entre líneas.
Me detengo en esta frase de tu carta: "No nos gusta que se aísle, le escribimos para estarle encima". Da la impresión de que la segunda parte es una conclusión, pero ¿estándole encima esperan que deje de aislarse? ¿No será ese el motivo de su aislamiento?
Cuando alguien atraviesa un momento complicado, si se siente invadido puede ser que se repliegue. Decís que quieren "darle una mano" y esta es una imagen privilegiada, la de la mano que se tiende, pero no agarra; sino que espera y está ahí cerca. Creo que a veces nuestra ansiedad por hacer cosas no nos deja ver la importancia de simplemente estar.
Querido Mauro, decís que tu amigo "está con un tema" y yo quisiera decir que también está con ustedes. Como te dije antes, me doy cuenta de que tenés empatía con el proceso de tu amigo y con su necesidad de ayuda. Independientemente de que haga terapia, o no, podemos tener confianza en que ya hay algo en movimiento en él, por el solo hecho de que ustedes lo acompañen desde la preocupación.
Te decía al principio que me sorprendió una consulta como la tuya. Ahora te diré que también me conmovió. Me hizo reflexionar sobre cuán importante fue la presencia de mis amigos en momentos importantes de mi vida. Ellos no lo saben, no más allá de un abrazo o el afecto con que nos saludamos en ciertas ocasiones. A veces uno se empieza a poner mejor por el solo hecho de saber que los amigos están presentes.
Para concluir, te diría que para tener salud mental una persona no necesita ser la más inteligente del mundo, ni ir a terapia todos los días. Lo fundamental es no olvidarnos de vivir en red con otros y que en esa red a veces somos punto de apoyo. La contención no significa dar consejos o decirle al otro qué tiene que hacer para ponerse bien. Estar a gusto en silencio con otra persona es a veces el milagro más hermoso y la comunicación más perfecta.
Cuando se quiere mandar a alguien a terapia, es porque de alguna forma nos sentimos impotentes. Ya no sabemos qué hacer. Fijate este detalle de tu mensaje: después de decir que tu amigo "está con un tema", dos veces decís "no tiene" (plata y trabajo). Es como si creyeras que si tu amigo tuviese (algo), su vida sería más sencilla. En efecto, la oración "está con un tema familiar y no tiene plata" construye una particular reflexión causal, como si contar con dinero fuese la solución para el problema familiar.