Por Juan José Sagardía | jsagardia@jerarquicos.com
Por Juan José Sagardía | jsagardia@jerarquicos.com
Respecto a la reforma de la Constitución Provincial, desde hace años los políticos -los que están y los que estuvieron- manifestaron de manera permanente que “no es el momento” para enfrentar dicha reforma, y ahora dicen no querer realizarla para que el actual gobernador no se postule para un nuevo período.
¡Qué infantilismo! ¿Qué es más importante, reformar la Constitución o que Lifschitz sea candidato? Realmente, señores políticos, no sean soberbios e irresponsables.
La Constitución es la “Ley de Leyes”, y por ende deberíamos tener el concepto de que se debería reformar tantas veces sea necesario, por cuanto se promulgan con mucha normalidad leyes que complementan el espíritu de la Constitución. Por ello actualmente tenemos la Constitución y cientos de leyes que deberían estar dentro de los conceptos y valores de la Constitución, que la complementan. Por este motivo es necesario reformar la Constitución y eliminar los remiendos que se vienen haciendo bajo el sistema de leyes.
La Constitución se hace irreformable por su propio sistema: la elección de constituyentes. Por este motivo se diluye la necesidad de su actualización.
Propongo que este año se llame a elecciones constituyentes y en dicha reforma se establezca que cuando se generen nuevas leyes cuyos fundamentos sean tales que merezcan integrarse a la Constitución, que sea el Poder Legislativo el que reforme la Constitución, sin necesidad de una elección constituyente. Lógicamente, cuando se vota una adecuación de este tipo se requerirá una mayoría especial con el voto a favor del setenta y cinco por ciento de los miembros activos.
La actualización permanente de la “Ley de Leyes” permite tener el concepto de vigencia. De ese modo se evita caer en la situación en la que nos encontramos: da la impresión de que sus conceptos son obsoletos o abstractos. De este modo, el poder Ejecutivo y el Judicial deberán cumplir los deberes de su función a través de leyes que no integran la Constitución.
La Constitución de Santa Fe tiene cincuenta y seis años de vigencia. Llevamos treinta y cinco años de democracia y veinte años de una constante evolución tecnológica que nos ha avasallado con sus avances y una globalización que influye en nuestra vida cotidiana en tanto que ciudadanos, modificando los estándares de privacidad, seguridad y educación; atravesando todos los órdenes de nuestra vida personal e institucional.
Los políticos que nos han gobernado desde el inicio de la democracia hasta el presente, evidentemente sin liderazgo, analizan todo desde la óptica de los intereses personales o sectoriales, muy pocas veces mirando el futuro de la provincia.
Son tibios. Justamente la Biblia lo dice “El Señor no acepta a los Tibios”. Que cada uno saque su propia conclusión, mientras el pueblo espera decisiones.
Una frase que nos debe hacer reflexionar es “la peor indecisión es la decisión no tomada”, lo que significa no tener capacidad de innovación. Y eso es letal. Vamos por la Reforma.