Libertad privada y eficiencia pública: un freno a la "deforma" de la Constitución
La convocatoria formal a revisar la Constitución de la Provincia de Santa Fe abre la posibilidad a que la misma sea manoseada con fines ideológicos o populistas.
Libertad privada y eficiencia pública: un freno a la "deforma" de la Constitución
El presidente Javier Milei fue claro días atrás, durante su presentación en la CPAC: la agenda que nace de los políticos y no de los vecinos, sólo responde a los intereses de los primeros y hasta puede ir en contra de lo que el pueblo realmente necesita para un desarrollo sostenido en el tiempo. Eso mismo ocurre con la intención de varios partidos de reformar la Constitución de la provincia de Santa Fe, nadie lo pidió y pocos creen que el espíritu de fondo alcance en beneficios a aquellos que no forman parte del microclima político.
Sin embargo, la reforma está formalmente en proceso y negarse a dar la discusión sería un gravísimo error. La batalla cultural que se libra con mayor fuerza desde diciembre del 2023 en nuestro país exige dar la pelea también en este marco y tomar las herramientas para ponerle un freno a lo que puede ser una nueva carta magna que demande aún más esfuerzo impositivo al trabajador o que asigne mayor cantidad de responsabilidades (en ningún caso gratis) al Estado provincial (el bolsillo de todos los santafesinos), que podría entrometerse cada vez más en la intimidad de los santafesinos y en sus recursos privados.
Si las líneas precedentes parecen rebuscadas, bastan pocos ejemplos para recordarle al lector que los mismos que impulsan la reforma son los que históricamente propusieron un Estado gigante, en el que cada necesidad es un derecho; que debe pagar otro.
En el sentido mencionado, puede recordarse que poco tiempo atrás el socialismo provincial propuso que cada derecho de cada “minoría” de la sociedad debe tener rango constitucional. Es decir, se comprometería a los ciudadanos actuales y a los del próximo siglo a cargar con responsabilidades que quizá son coyunturales y nada tiene que ver la Constitución como factor garante, regulador o de control que debe reflejar un Estado con responsabilidades limitadas a asegurar una vida social equitativa y con posibilidades para toda la comunidad, sin presentar preferencias mientras se valora el esfuerzo como motor de progreso.
Tampoco es menor que hubo una época donde algunas modas se hicieron espacio en la agenda política de los mismos que ahora quieren liderar la reforma. Por caso puede recordarse cuando el entonces gobernador kirchnerista Omar Perotti ordenó entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino con lenguaje inclusivo al pie del monumento nacional a la Bandera, un 25 de mayo. La letra, explicaron quienes la deformaron, hacía alusión a la lucha por el aborto legal. Éste es el mismo espacio partidario que buscó avanzar en contra de la herencia, al mismo tiempo que quería expropiar propiedades que no sean hogar de su titular.
Para muestra basta un botón y con la clase dirigente actual podría abrirse una mercería con casos donde la agenda de unos pocos se impuso a la de los argentinos de bien. Como también señaló el mandatario argentino, varios países del mundo se rindieron ante la izquierda y nuestro país está resistiendo. Ahora son los santafesinos los que deberán elegir si ceden ante los de siempre o si manifiestan el poder que tienen a través de las urnas.
El autor ha escrito diversos artículos sobre temas que comerciantes, productores, industriales, jefes comunales y jóvenes reclaman. Podría mencionarse la autonomía municipal; la racionalización impositiva; reestructuración parlamentaria y la reconfiguración de las responsabilidades políticas en cada nivel del Estado. Sin embargo, esos temas por ahora están en segundo plano mientras la posibilidad de que un gobernador sea reelecto o no se lleva casi todo el debate. La reforma está en proceso y frenar la deformación impera.