Juan J. Sagardía
Juan J. Sagardía
jsagardia@jerarquicos.com
La escritora María Elena Walsh, nos dejó una hermosa canción que se llama “El Reino del Revés” y el accionar de los jueces hace que esta canción tenga plena vigencia en nuestro país.+
Un policía, en cumplimiento de su deber y ante el evidente hecho de que un malhechor ataca a un ser humano, aplicándole puñaladas con la intención de robarle o matarlo, actúa utilizando su arma reglamentaria y le dispara supuestamente dos proyectiles, que al malhechor le causan la muerte.
Luego que acontece, se hace el informe interno de la policía e interviene la Justicia y en su representación un juez quien, con una premura inusitada, juzga sobre la situación y declara responsable del delito al policía.
Aquí es donde uno recuerda a María Elena Walsh y a su canción El Reino del Revés. Por lógica se pregunta, ¿Para qué está la policía? Parece que no es para cuidar a los ciudadanos que creen que para eso están. La opinión pública acepta este tipo de accionar policial, porque los ciudadanos percibimos que cumplen su función, es decir, nos están cuidando. Pero quien tiene la potestad de aplicar la Justicia a favor de los ciudadanos, rápidamente acusa al agente de exceso en el cumplimiento de su deber.
Si esto es así, qué nos queda a los ciudadanos, que estamos encerrados en nuestros hogares entre rejas debido a la inseguridad reinante, esperando que en algún momento los jueces apliquen las medidas correctivas que son menester y nos desayunamos con esta resolución.
El presidente de la Nación asume la realidad y apoya la acción del policía. Lo lamentable es que no acciona con una denuncia a la jueza para que a la misma se le aplique el rigor de la ley por mal desempeño de sus funciones. De esa manera, dejamos que los dueños de la grieta de nuestro país sigan siendo los jueces.
Si el malhechor hubiera matado al policía, la noticia era: un delincuente mató a un policía, se lo apresó y en función de su declaración, lógicamente realizada en compañía de un abogado, manifiesta que en ese momento estaba sin conciencia de lo que hacía, el juez lo libera porque el muchacho estaba fuera de su razón y así termina una de las tantas historias de inseguridad en que estamos inmersos los ciudadanos de nuestro país.
Que el Señor bendiga en el futuro el accionar de los representantes de la Justicia y les permita observar la realidad en la que estamos.