Por Daniel Gabriel Otero (*) Bloguero y fotógrafo. Miembro fundador del Museo Ferroviario Regional y de la Banda Sinfónica Municipal.
Por Daniel Gabriel Otero (*) Bloguero y fotógrafo. Miembro fundador del Museo Ferroviario Regional y de la Banda Sinfónica Municipal.
La década transcurrida entre 1991 y 2001 es fundamental para entender la historia ferroviaria santafesina. A partir de 1993, un grupo de ex ferroviarios, liderados por Andrés Alejandro Andreis, comienza a dar forma al rescate de diversos elementos y bienes, abandonados por Ferrocarriles Argentinos (en nuestra jurisdicción el Ferrocarril General Manuel Belgrano, anteriormente Ferrocarril Central Norte Argentino).
Además de Andreis, Rubén Tenutta, Carlos Castellanos, Miguel Onorato, Paulino Vidaurrázaga, Otto Yud y Oscar De Dios, entre otros, fueron esos ex ferroviarios que se convierten en rescatistas de piezas ferroviarias y dan el puntapié inicial para establecer los fundamentos y las bases del actual Museo Ferroviario Regional de Santa Fe. El marco físico de todo esto es la antigua Casa Hüme, ubicada en la esquina de Hipólito Yrigoyen y San Luis. Desde los portales de noticias se contaba con la valiosa colaboración de Mary Tévez y la pluma incansable de Gustavo Vittori.
En la Casa Hüme, que era llamada de esa forma por ser el lugar de residencia de Washington Hüme -el ingeniero a cargo de la ejecución de las vías férreas-, habían quedado reductos enteros de oficinas, planimetría, dibujos, bosquejos y planos en distintas escalas, que se constituían en verdaderos galimatías para cualquier ojo no entrenado y a la vez en objetos de distinto valor. La mano de obra ferroviaria era valiosa y ese fue el lugar elegido para comenzar a depositar las piezas recogidas del área del departamento La Capital.
La llamada "Ley Dromi", dictada en la primera presidencia de Carlos Menem, comprendía, ni más ni menos, que el desmantelamiento de las estructuras correspondientes a las empresas del estado. Y Ferrocarriles Argentinos era una de ellas. Así, en nuestra región (Santa Fe y Entre Ríos), comenzaron a verse kilómetros y kilómetros de vías con material rodante a sus costados, en su mayoría habitados por "cirujas", o personas de humilde condición que pernoctaban en ellos, o bien que llegaban a estas tierras mediante algún tren carguero todavía en estado de operatividad.
Por ese entonces se denominaba Santa Fe Cambios a la mayor parte de lo que hoy es el Parque Federal de la ciudad capital provincial. Este predio contaba con una estación, que se incendió aproximadamente en 1996.
En esa zona, los ex ferroviarios procedían al rescate de todo lo que podían, desde un humilde clavo de vía, hasta algún durmiente. La Municipalidad de Santa Fe colaboraba puntualmente y se llegó a rescatar hasta un tramo de vía de tranvía de la zona céntrica. Con una cámara VHS provista por la ATE, los ferroviarios rescatistas empezaron a incursionar por lo que a esa altura ya era el "esqueleto" de la Estación Belgrano.
Tierra de nadie, solo las palomas aventaban el polvo de los años, mientras algunos telegramas de despido podían verse sobre escritorios de chapa metalizada. Las lustrosas máquinas teletipos de antaño, comenzaban a ser cubiertas por telarañas y polvo, dando una lúgubre coloratura al lugar, que estaba sin luz ni agua. Tan solo un vagón en la estación, del tipo "pasajeros", confinado a un eterno descanso, daba un marco a la otrora bulliciosa estación ferroviaria.
A partir de 1997, desde el Museo Ferroviario –creado en 1994- se impulsó la celebración del 1° de marzo como fecha aniversario de la nacionalización de los ferrocarriles. Y el marco elegido, hacia el año 2000, no podía ser otro que la Estación Belgrano. Como recién se estaba realizando el traspaso Nación-Municipio (a través de un contrato de comodato), el lugar contaba con una guardia precaria de seguridad policial. Unos días antes del evento inaugural, la Municipalidad realizó un lavado previo de las instalaciones, para que las autoridades y los anfitriones puedan estar a su gusto.
En esta labor de recuperación los ferroviarios jamás estuvieron solos, ya que esta historia tuvo otros protagonistas. Julio Schneider, que como concejal aportó esfuerzo, auto y viajes para rescatar patrimonio. Hugo Storero, que desde Buenos Aires también medió. De igual modo Pablo Farías, entonces concejal del Frepaso, que fue un interlocutor válido. Y también se contó con el apoyo de los intendentes Horacio Rosatti y Marcelo Álvarez.
Por su parte, Oscar Martínez, director del Onabe y por aquel entonces con estrecho contacto con Julio Tejerina, hizo su aporte para lograr el tan preciado anhelo: preservar la Estación Belgrano. Una estación que en 2001 estuvo a punto de ser otorgada a un holding chileno para hacer un shopping, una idea "fogoneada" por el gobierno de la Alianza a nivel nacional.