I
I
La reunión de la Celac fue prevista como la gran cumbre que habilitaría relanzar el proyecto nacional y popular hacia toda América Latina, pero me temo que más que cumbre, a lo que asistimos fue a los funerales de una institución que se presentó como una alternativa a la OEA y corre el riesgo de degradar en un aguantadero de dictadores y autócratas. No recuerdo dónde leí que le otorgaban a la Celac el estatus de proyecto de izquierda, la ambulancia llamada a cicatrizar las venas abiertas de América Latina, ese libro tan leído y tan anacrónico desde su mismo nacimiento. Si la Celac es la esperanza de la izquierda, pobre izquierda, qué mal que te veo. Si a la izquierda real en América Latina la representa el abusador sexual de Daniel Ortega, el hijo político minusválido de Fidel Castro o el payaso siniestro de Nicolás Maduro, les diría a los burgueses que duerman tranquilos, porque sus propiedades y sus recursos para extraer plusvalía a los trabajadores no corren riesgo alguno. Si alguien señalara que la verdadera izquierda son las diversas sectas troskistas que pululan por estos pagos, les diría a los burgueses que no solo descansen sino que además salgan a tirar cohetes y cañitas voladoras para festejar, porque a lo largo de su historia el trotskismo jamás hizo una revolución o algo que se le parezca y, por el contrario, cada vez que hubo una revolución los primeros en ir al paredón fueron ellos, de lo que se deduce que los únicos que les aseguran a los trotskistas una honorable salud política y física son los despreciables burgueses. ¿O es necesario recordarles, por ejemplo, que a León Trotsky o a Andrés Nin no los asesinó la derecha?
II
¿Y Lula? Si el olfato no me falla, me parece que Lula no sabe qué hacer para tomar cierta distancia de sus amiguitos impresentables. No es que el flamante presidente brasileño sea un modelo de izquierdista ético e iluminado por los grandes ideales redentores. Nada de eso, pero a esta altura del partido me da la impresión de que Lula es una mezcla de político camandulero estilo Menem y sindicalista tramposo estilo Moyano. Sus relaciones con Marx y Lenin, si es que alguna vez las tuvo, son cada vez más distantes, algo así como "si te he visto no me acuerdo". Lula es popular, exhibe una historia política de luchas que Néstor y Cristina jamás practicaron. Les guste o no a sus empecinados y feroces enemigos, hizo dos presidencias consideradas ejemplares por el nada izquierdista Foro de Davos; pero él sabe mejor que nadie que para gobernar deberá correrse al centro y de ser posible unos cuantos grados a la derecha. Y quienes lo conocen aseguran que le sobra estómago para arreglar con Mandinga si es necesario. O sea que a la Celac los únicos que la defienden sin beneficio de inventario son Cristina y Alberto y su flamante presidente, el mandatario de una casi desconocida isla del Caribe. Imperialistas tranquilos que con esos enemigos hasta Isidorito Cañones podría posar de guapo. Pero en la Argentina, para ser sinceros, yo estaría más preocupado por las acechanzas de los chinos y de las generosas concesiones que los peronistas les brindan, que del país que históricamente carga con muchos estigmas, pero también con el honor de habernos liberado de los nazis y de los comunistas, y de haber honrado la política con presidentes como Lincoln, Roosevelt, Kennedy u Obama.
III
Cuando Jair Bolsonaro o su amigo Donald Trump denunciaron haber sido víctimas de un fraude electoral, lo primero que se me ocurrió, en nombre del sentido común, es que a los fraudes electorales siempre los practica el oficialismo, no la oposición. Nuestros conservadores en los años treinta se cansaron de hacer picardías de ese tenor, pero por lo menos se hicieron cargo de sus chanchullos y a nadie se le ocurrió acusar a Sabattini o a Alvear de ser los responsables del fraude. "Hacemos fraude porque somos machos -dijo un célebre caudillo conservador- y además, para que aprendan, el fraude es patriótico… y si no les gusta vayan a rezar a la iglesia". Pues bien, Alberto Fernández introdujo una variable creadora en la materia y mandó al aguerrido Horacio Pietragalla a las Naciones Unidas para denunciar que en la Argentina se violan los derechos humanos. ¡Cáspita y recórcholis! deben de haber dicho los curtidos funcionarios de la ONU, porque, que nosotros sepamos, desde la noche de los tiempos a las violaciones a los derechos humanos las cometen los gobiernos, no la oposición. Y si no nos han mentido, el gobierno en la Argentina es peronista, su presidente se llama Alberto Fernández, su presidente real se llama Cristina y su secretario de Derechos Humanos es Pietragalla. Los caballeros de la ONU los escucharon, en voz baja deben de haber hecho un comentario burlón y en voz alta les dijeron que si quieren ser leales a los principios de los derechos humanos, deben empezar por respetar la división de poderes y la libertad de prensa. Como en el tango, los compañeros peronistas muy bien podrían canturrear: "Hoy que todas las contras se han dado". Mal con la Celac, mal en las Naciones Unidas. Y no concluyen allí las desventuras. El juez Sebastián Ramos les recordó a los compañeros que no se puede hacer denuncias presentando pruebas calificadas como "inteligencia ilegal". Robles y D'Alessandro sobreseídos. No terminan allí los sinsabores. Pareciera que el juez Ariel Lijo va a dictar un fallo que lo libera al juez de la Corte, Juan Carlos Maqueda, de las imputaciones en su contra por chanchullos con la obra social de judiciales. Y para colmo de males, el juez Daniel Rafecas sobreseyó a los jueces Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz de la causa por presunto prevaricato, causa armada porque a estos jueces se les ocurrió en su momento que el beneficio penal del 2 x 1 era extensivo para todos, opinión opinable, pero que a nuestros stalinistas en materia de derechos humanos todo esto, 2 x 1 incluido, les parece horrible y siniestro. Queda claro, por último, que el juicio político a los integrantes de la Corte propuesto por el peronismo padece del síndrome de las tres I: Injusto, inviable e irresponsable. Y ellos lo saben. ¿Por qué lo proponen? Para hacer barullo; porque carecen de ideas, de capacidad de creación política y, sobre todo, carecen de vergüenza. Ningún juez, ni siquiera Lorenzetti, va a ir a declarar al Congreso o a alguna de sus comisiones. Conclusión: lo único firme que hay en materia judicial en la Argentina de 2023 es la condena a seis años de prisión contra Cristina Kirchner. Y no por parecerse a Rosa Luxemburgo, sino por merodear por el mítico territorio de Ágata Galiffi.
IV
Se ha establecido una penosa competencia para dirimir qué crimen es más horrible, si el que cometieron los rugbiers en Villa Gesell o la atrocidad que perpetró la pareja de lesbianas contra su hijo de cinco años en La Pampa. Los dos son horribles y esperemos que la Justicia actúe como corresponde, es decir condenando a los y las asesinas a las penas que prevé el Código Penal para delincuentes de esa calaña. De la hazaña deportiva de los rugbiers consistente en lanzarse como jauría contra un muchacho solitario, derribarlo y proceder a patearle la cabeza hasta matarlo ya hablé; corresponden algunas palabras acerca de las señoras Magdalena Espósito y Abigail Páez, los "monstruos" que durante meses se ensañaron contra un niño, cuyo único defecto pareciera haber sido niño y varón. Una advertencia corresponde. Estas mujeres son asesinas con independencia de su condición sexual, pero dicho esto corresponde añadir que las participantes de una causa o movimiento cuyas corrientes más extremas proclaman a viva voz la muerte del macho y el odio al pene, no les debe de haber resultado muy incómodo ni suscitado objeciones morales, el haber martirizado a ese pobre niño, disfrazándolo de mujer, golpeándolo con ferocidad y seccionándole el pene. Insisto sobre el riesgo de las generalizaciones y de las discriminaciones, pero quienes predican con furia la muerte del macho y la mutilación del pene, alguna explicación deberían dar al respecto.