¡Es solo un inmueble!
20 - "Esplendor, misterio y ocaso del Edificio Plaza Ritz"
¡Es solo un inmueble!
Un edificio abandonado, un edificio fuera de época, en ruinas. Sí, claro, hubiera sido bueno conservarlo y que hoy esté abierto al público. Que sus historias y sus huéspedes famosos sean recordados; que se tenga presente el fraude del BIR o, incluso, el fracaso comercial que significó el shopping. Pero esto no pasó.
En la Argentina de hoy existen miles de necesidades más importantes que gastar plata en su reconstrucción.
¡No, no es solo un edificio abandonado!
Es parte del patrimonio cultural de la ciudad. Merece ser recuperado y acomodado para el uso y disfrute de todos los ciudadanos. Cómo podemos hacer que los más jóvenes sientan arraigo y cariño por la ciudad si descuidamos monumentos tan importantes, y por su costo, en tantas cosas innecesarias se pone plata y esfuerzo, cómo no hacerlo acá, en la recuperación del patrimonio cultural santafesino, tal como se hace en otros países.
En los últimos seis meses he escuchado y leído muchas cosas. Siempre entre los dos extremos, los que creen que no vale la pena recuperarlo, y los que piensan que es urgente y necesario hacerlo. Ambos con argumentos razonables.
Yo no tengo el dinero necesario, tampoco las influencias políticas ni económicas a las que pueda convencer, y menos, mucho menos, tengo poder para semejante gesta. Solo soy un escritor aficionado. Sí cuento con un puñado de personajes que fui presentando a los lectores de esta columna semana tras semana.
Y no me refiero solo a la mera fantasía literaria; en mi mundo, mis personajes tienen vida propia; suelen acompañarme cuando, en casa, todos duermen y me dispongo a escribir. También cuando camino por la ciudad reparando en cuerpos o actitudes que me los recuerdan, o cuando alguien me para en el supermercado o en la estación de servicio para preguntarme si es verdad que…
Conozco muy bien a todos mis personajes, al punto de saber qué opinaría cada uno sobre este momento del Ritz.
Bien sé, por ejemplo, que el polaco Kamisnki, aquel que intervino en la ornamentación de los altos del edificio en 1928, estaría del lado de los que optan por no aferrarse a las viejas construcciones. Será que la guerra de donde llegó, huyendo, casi adolescente, le dio una mirada práctica, poco conservadora de lo que en definitiva es solo un bien material.
En cambio, Julia, la anciana que conoció a su pareja de toda la vida en los bailes del Ritz, y se emocionó hasta las lágrimas cuando la apertura del shopping le permitió volver a recorrer aquellos lugares, sería de las que alienten la recuperación de viejo edificio.
Más ambigua es la posición de los cocineros. Es posible que Don Rafa García, por su origen campechano, sea de los que adhieran a la recuperación del edificio, pero con el Oso Bolche no estoy tan seguro. Es que él se fue enojado con el edificio, porque por la caída del ascensor perdió a su mujer, y esas cosas dejan huellas.
Con respecto a Doña Jerónima, la curandera del "extraño caso de la habitación 421", estoy convencido que su posición estaría directamente relacionada con lo que percibió aquellos complicados días de marzo de 1954. Parte del misterio.
Los pibes de la brigada palomita disfrutarían enormemente del estado actual del edificio, y se inclinarían por mantenerlo así, tal cual. Casi que lo verían como un coto de caza privado en pleno centro de la ciudad. Claro que esto sería temporario, hasta que Lalo termine cazando a la última de las palomas, pero por lo que pude ver, para esto podrían pasar varios años.
Los tres irlandeses, de alguna manera, eligieron posmorten el sótano del Ritz para descansar en paz. Seguro que impulsarían mantener el edificio como está, aun pese a los años que pasaron. Aun pese a la incesante vorágine de cambios que el universo asigne a los vivos desde la puerta hacia afuera.
Quienes fueron empleados de toda la vida, como los gerentes, Carlitos el ascensorista, Ana María la mucama, o el jardinero de Rincón, seguro que querrían restaurarlo. Verlo de nuevo convertido en un hotel de prestigio. Llenarlo de gente de todas partes. Volver a aquellos maravillosos tiempos.
Me cuesta ser categórico sobre la postura que tendrían aquellos personajes famosos que pasaron por mis relatos. ¿Qué pensaría al respecto el General? ¿Y Borges? ¿Borges estaría de acuerdo en considerarlo como un patrimonio cultural? Es que él acostumbraba defender definiciones muy particulares sobre la cultura nacional.
¿Y Trozzo? Él, siendo el único dueño famoso, se inclinaría por lo que resulte más rentable. Por derrumbarlo y construir sobre sus cimientos una enorme torre de departamentos de lujo. Eso sí, con un nombre significativo, "Altos del Ritz", por ejemplo.
El Papa. El Papa sí que no sé. Vive hoy en día entre monumentos históricos, probablemente se interese por rescatarlo. Pero no estoy tan seguro.
¿Y yo? Yo, que de alguna manera soy el padre de todos ellos. Yo, que fui misteriosamente convidado a meterme en esta historia para ponerla a vuestra consideración cada domingo en las páginas del diario.
Yo me inclinaría por limpiarlo, asegurar la construcción, habilitar un recorrido al público y llenarlo de carteles que recomienden no hacer ruido y respetar cada lugar. Es que como bien se sabe, el ruido y la falta de respeto enardece a los fantasmas.
Fin de la historia.
Imágenes
Las imágenes utilizadas para esta entrega del ciclo del Hotel Ritz forman parte de la tesis titulada "Reutilización del Patrimonio-El caso Santa Fe". Director: Mg. Arq. Bruno Reinheimer. Autoras: Manuela Galán, Jimena Maciel y María Mercedes Molinas.