Disculpas por la primera persona del singular en el comentario: Rosario de Santa Fe me duele muy profundamente. Los dolores profundos no se calman con aspirinas ni aguardiente, tampoco con analgésicos de última generación.
Disculpas por la primera persona del singular en el comentario: Rosario de Santa Fe me duele muy profundamente. Los dolores profundos no se calman con aspirinas ni aguardiente, tampoco con analgésicos de última generación.
Conocí personalmente a Don Carlos Silvestre Begnis. Mocoso jeringa metido en sus visitas en el sur con la libretita, haciendo "la segunda pasada" y preguntando qué habían hecho con las palas, "la champion" para abovedar caminos rurales… recordaba todo lo que había aportado la provincia en cada sitio. Una provincia vigilada, patrullada, aconsejada. Algunos de sus funcionarios reaparecieron después del '83. Todos sabían qué hacer. La primera duda con estos funcionarios es esa: ¿saben qué hacer?
Al resto de los gobernadores los traté tomando mates. Uno solo tomó café: Carlos Reuteman.
A Vernet, como a Reviglio, como a la dupla no ensamblada de Obeid (siempre celoso de lo que jamás sería) y Reuteman, sumamente desconfiado como si la vida fuese siempre la próxima curva, que no sabía si estaba peraltada o no. A esos cuatro una sola pregunta: ¿qué pensás hacer con Rosario?
Es mi casa dijo Vernet. La visito dijo Reviglio. Me voy a vivir allá, qué más querés… dijo Obeid. Tuvo una casa en Fisherton. Le avisé que no servía. Le pregunté por qué había nombrado un delegado de tono menor: porque siempre será furriel me contestó. Eso es pensamiento puro, duro, bruto. Muestra su cociente intelectual
Reuteman paraba en un campo sobre el pueblo de Ricardone cuando volvía –en su auto– de Buenos Aires y conversaba con un hijo mío sobre el rinde de la soja y hasta una de esas veces se subió a un tractor que tenía distinto motor. Aclaremos: esquivaba Rosario por la A 012 (diga "a cero doce") Distracción: en ese pueblo está la montaña de basura más grande de la provincia. Se la observa de lejos. Pagan mucho dinero para agrandarla.
A Hermes le pregunté qué pensaba hacer con la justicia, la cana, el bolonqui de una ciudad que se desmadraba. Él había pactado hasta un Juez de Suprema Corte, hoy tal vez el único a quien no puede reprochársele la edad como excusa para la despedida.
Hay cosas de las que sé poco, me dijo, pero puse gente que sabe y lo van a arreglar todo. El espíritu de Superti se pasea con algunos que hoy se quejan porque perdieron concursos y otros, tan "progres" como los quejosos, que se silencian… porque ganaron concursos. La Justicia Santafesina está impregnada del aliento de Superti… y algunos de los antiguos integrantes (también las integrantes) de su estudio.
Con Hermes Binner empezó otro modo de entender el asunto. Qué asunto. La droga, el territorio, la recolección, los pactos preexistentes, el silencio de los cómplices y la distraída queja de los inocentes. La "cultura de la droga" comenzaba a extenderse.
A Bonfatti le pregunté si creía que estaba todo bien, porque Rosario se desmadraba más, mucho más y sostuvo que Lifchitz tenía todo su apoyo. Eso no era así y, por lo demás, Roberto Miguel Lifschitz era un intendente que, por una postergación partidaria, no fue el candidato, ya que era suya la posibilidad. Las intendencias no resuelven temas policiales de provincia y nación.
Con Bonfatti las cosas se confunden con una neblina que persiste (Gobernación 2011 a 2015). Todos los que atentaron contra su vida, y afortunadamente erraron, murieron violentamente como si alguien quisiese eso. En esos años se escribe un libro que les duele donde debe doler: Los Monos. Bonfatti muestra con orgullo una agenda limpita: CFK nunca lo recibió. Solo yo lo sé. No hizo de ese desprecio una bandera. No quiso, no pudo, cuidaba vaya uno a saber qué. Era para mostrarla.
Ya la "cultura de la droga" estaba resolviendo el Siglo XXI. Código narco, sin hábeas corpus ni tribunal de alzada. Inseguridad Urbana. Corrupción estructural avanzando en las fuerzas policiales y en los cargos políticos a la par que en la justicia… y la medicina. La más íntima convicción me acompaña, junto con otra convicción bien visible: las urbanizaciones a la vera de río. En una barriada obrera, donde quitaron el polvillo de los silos, para construir viviendas populares el socialismo permitió lo que se ve. Por qué… no lo sé.
A Lifschitz le pregunté por qué dejaba a funcionarios de "la zona puerto de Rosario" radicales "recaudadores", cosa de la que estoy muy íntimamente convencido. Iba hasta su oficina a tomar un termo de agua caliente llenando un mate amargo. Era mejor cebador Hermes. Bonfatti era mejor con los asados. Lifschitz con el mate. Su respuesta sobre Puertos: "está haciendo las cosas bien". Nunca le pregunté por el ministro Pullaro. Un pibe del sur que aprendía a conocer todo, todo, todo … ¿se entiende? Por menos de 1500 votos fue gobernador. Muchos preguntamos porque no siguieron "recontando".
A Omar Perotti le pregunté porqué nombró a Sain, una pregunta directa que trajo una respuesta directa: "Yo quería a Berni, pero se lo llevan a provincia de Buenos Aires y Aníbal me ofertó a Sain…"
En otra comida hice otra pregunta: ¿no pensás atender el sur…? De todos los dineros que me piden los que puedo les doy, me contestó. Doy fe que no es así. Puertos caminos, alcantarillas, certificados de obras impagas y una gran pregunta: ¿era cuestión de plata?
A Maximiliano Pullaro ya directamente le pregunté que pensaba hacer para el tema "cultura de la droga". Fui más explícito. Tomando mates (el tomó agua) le indiqué: no quiero ningún cargo, no quiero ningún contacto más que una promesa: atendé el teléfono cuando te llame, porque estoy seguro que te voy a llamar. "Llamá tranquilo". Salvo el último Wat Sap contestó los textos de cada mensaje que escribí. Siempre quejas y advertencias. Y una sustancia: la cultura de la droga se está llevando puesto a todos.
Hay, con los años, está demasiado comprobado que hay dos provincias. Lo escribí en 1985/6. Lo sostengo.
La ciudad de Santa Fe tiene su lógica y el Poder Legislativo está allá. El Poder Ejecutivo formalmente también. Rosario no tiene fundador, familias "originantes", es una ciudad de inmigrantes y recién llegados desconfiados que cierran la puerta y cuentan como fue el saldo del día. El Río salado define una culturización diferente. Escribí una "Cantata Rosario" para contar la historia de una ciudad aluvional. Su presupuesto depende de otros. Sus intendencias dependen de las buenas relaciones con otros.
Un estropicio cultural (la ignorancia de los gobernantes) provocó que se atendiese de diferente modo una y otra ciudad. Hay dos provincias…"no lo ven"… la droga lo muestra.
El desafío, después de muchos años de perder por goleada, es entender que hay un fenómeno cultural en el sur donde el formato narco prendió.
El formato narco prendió por la suma de descuidos, ignorancia y avaricia… prendió porque no hay "cultura del poder", del uso de la función pública. Prendió porque se quiso que sucediese: murió en "la Batalla de Pavón" el último inocente.
Rosario depende económicamente (presupuesto ) de Santa Fe y depende de Buenos Aires mediáticamente. Somos un tango levemente diferente y una nostalgia por la patria y el "paesse" allende los mares. ¿Nadie vio la diferencia del trato con droga, negocio e impunidad entre Rosario y las otras ciudades? Hasta con la ciudad de Santa Fe la resolución es diferente.
Cuatro vías terrestres de llegada. Dos vías fluviales. Puertos liberados. Tres jurisdicciones. Provincia. Prefectura. Nación con sus juzgados en ausencia. Ejército ahí nomás, Fuerza Aérea presente. Rosario está rigurosamente descuidada.
El fenómeno cultural se complica con lo suyo: la transculturación. En esta tarde en que escribo esto, para el ejemplar del viernes, los canales nacionales (abiertos o de cable) están con una inundación en Gualeguay, la transmisión del debate en el Senado, juegos, chismes del espectáculo, colofón: los canales locales de aire… conectados a los de Buenos Aires (a no enojarse, finalmente son filiales).
Cuatro vías terrestres de llegada. Dos vías fluviales. Puertos liberados. Tres jurisdicciones. Provincia. Prefectura. Nación con sus juzgados en ausencia. Ejército ahí nomás, Fuerza Aérea presente. Rosario está rigurosamente descuidada.
En este momento para los medios de comunicación que nos transmiten su "forma de formatizarnos" ya Rosario no sangra ni duele. No pagaron los carteles narcos para que haya un mediano olvido del asunto. Es decisión voluntaria de quienes, culturalmente, han resuelto que este sitio es ideal para que, cada tanto, nos duela muchísimo. Soy santafesino. He vivido en las dos orillas del Río Salado y, de hecho, en la única ciudad del país: Buenos Aires. También en la única provincia: provincia de Buenos Aires. Ahora vivo cerca de donde nací: en "el interior". Soy parte de un millón de solos que, en esta ciudad, aúllan a la luna.
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