Domingo 28.3.2021
/Última actualización 19:24
Hace 15 años el gobierno santafesino está intentando ampliar ¡7 kilómetros! de la ruta 1 para transformarla en una avenida urbana que dé respuesta a las demandas de movilidad de los vecinos de Colastiné Norte y Rincón. ¡15 años! Y aún no lo ha logrado.
La memoria puede fallar, pero los archivos periodísticos, no. Tampoco el hastío que sienten los vecinos que la transitan a diario y ven los errores y peligros que conlleva. Esta semana murió un niño de 7 años, Ignacio Valentín Isleño, que había sido atropellado 10 días atrás mientras caminaba con su madre por las colectoras aún en obra. Una muerte tristísima que quizás podría haberse evitado si la traza contase con las condiciones de seguridad vial que años de gestiones políticas ineficientes le quitaron. Diferentes signos políticos, o el mismo en manos de distintos gobernantes. Ninguno estuvo a la altura de las demandas de los vecinos de una zona de amplio crecimiento demográfico.
El repaso por los datos históricos indica que antes de dejar su gobierno en 2007, Jorge Obeid licitó y adjudicó la ampliación del tramo más urbano de la ruta, el que va del km 0 al 7,5, con un plazo de 15 meses. Cuando llegaron Hermes Binner, a la provincia, y Mario Barletta, a la ciudad, dieron marcha atrás porque el proyecto no contemplaba los desagües y paralizaron los trabajos, una decisión acertada por tratarse de una zona con elevado riesgo hídrico.
Ahí arrancaron las dilaciones, que aún hoy persisten. La ruta 1 nunca fue una prioridad.
La empresa que estaba a cargo ajustó el proyecto original, incluyendo desagües pluviales y alcantarillas, pero no llegó a un acuerdo por los nuevos costos con el gobierno provincial. En abril de 2009 ese contrato se rescindió.
Dos años más tarde, en 2011, se volvió a licitar pero con una reducción drástica del presupuesto previsto (la mitad), y por ende, de las obras que se incluían originalmente. Se restó un kilómetro y se eliminaron la pavimentación de las colectoras, las pasarelas peatonales y las garitas de colectivos. Sí se contemplaron las obras hídricas.
En los 10 años que siguieron, todo fue un caos. Una postergación tras otra. Se concretó la necesaria ampliación de los carriles, pero aún hoy se trabaja para terminar de pavimentar las colectoras y en otras intervenciones complementarias, muy importantes para la seguridad vial, especialmente de peatones. La traza está a medio terminar, y sigue sin ser segura para transitar.
La pregunta ineludible es ¿cómo se puede demorar 15 años en mejorar un trayecto de menos de 7 kilómetros?
Basta mirar lo que hacen otras ciudades, acá al lado nomás, en Córdoba. En julio de 2016, el gobierno de esa provincia inició una mega obra para cerrar el anillo de circunvalación, sobre el ala oeste de la avenida, y unir sectores que en los últimos años tuvieron un crecimiento exponencial. Un tramo de 17 kilómetros de calzada principal (10 más que los de la ruta santafesina) con tres carriles por sentido de circulación.
El cierre se ejecutó dividido en seis tramos distintos de obra, que posibilitaron avanzar más rápidamente con los trabajos. Incluyó la iluminación completa, las banquinas y colectoras pavimentadas y un sistema de desagües pluviales de grandes dimensiones.
Además, se construyeron 27 puentes, un viaducto elevado de 1.800 metros frente al estadio Kempes, el túnel Rubén Américo Martí ubicado en el subnivel de la rotonda de la Mujer Urbana, y 7 nuevos distribuidores así como la readecuación de dos existentes: el denominado Tropezón (en el cruce con la Avenida Colón) y el ubicado a la altura de la Av. Spilimbergo. También se instalaron a lo largo de la nueva traza cuatro pasarelas peatonales.
La obra es de una magnitud impresionante. Asombra ver lo que los cordobeses hicieron en tiempo récord: tan solo dos años y medio; en marzo de 2019 estaba terminada.
Y en Santa Fe seguimos esperando pacientemente, y con absoluta incredulidad, el fin de los trabajos de un tramo de 6,5 km de la ruta 1, los que probablemente ya no den soluciones a los problemas de movilidad y demandas de uso que tienen hoy los vecinos, 15 años después de que fueron proyectados. Ignacio Valentín Isleño ya no estará para verlo, si es que algún día se termina.